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China acusa al Dalai Lama de organizar un compló terrorista en Tíbet

El Papa pide una solución para la región en su mensaje de Pascua

El Gobierno chino acusó ayer al Dalai Lama de orquestar "el terror" en Tíbet y en las provincias vecinas para reventar los Juegos Olímpicos. Pekín considera que el líder espiritual tibetano pretende "tomar los Juegos como rehén para forzar al Gobierno a hacer concesiones a la independencia", según el diario oficial del Partido Comunista Chino, El Diario del Pueblo. Mientras tanto, China mantiene una fuerte presencia militar en Tíbet y las provincias cercanas con gran población tibetana: soldados patrullan las calles de los pueblos tibetanos, con especial cuidado en escuelas y templos budistas.

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"Debemos ganar la victoria final contra las fuerzas separatistas para asegurar unos exitosos Juegos Olímpicos con una situación social estable en la región autónoma de Tíbet", dijo ayer el gobernador de la región, Qiangba Puncog, a la agencia oficial china Nueva China.

Ma Ying-jeou el presidente electo de Taiwan, considerado pro-China, dijo ayer que el Dalai Lama "sería muy bienvenido" en la disputada isla. Un día después de ganar las elecciones aseguró que, si la situación en Tíbet empeora, consideraría el boicot a los Juegos Olímpicos en China.

A pesar de que las denuncias al Dalai Lama son respaldadas por la mayoría china, las protestas internas comienzan a surgir. El sábado, un grupo de 29 intelectuales chinos, encabezado por el escritor Wang Lixiong, pidió a Pekín en un manifiesto la apertura de diálogo con el líder espiritual de Tíbet y que se permita que las Naciones Unidas investiguen sobre el terreno acerca de las muertes en las revueltas.

Las acusaciones de China al Dalai Lama se producen después de que éste reiterara su rechazo a la violencia y de que mostrara su disposición al diálogo. La presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi, también se convirtió ayer en blanco de las críticas de China, tras visitar el viernes al Dalai Lama en su exilio en la ciudad india de Dharamsala. En un editorial publicado por la agencia Nueva China, se le llama "policía de los derechos humanos" que se niega "a buscar la verdad".

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Desde este fin de semana circula una lista con los 21 manifestantes más buscados por su presunta participación en la revuelta en Lhasa, la capital de Tíbet, el pasado 14 de marzo. Pekín ofrece recompensa y anonimato para quien ayude a encontrar a estos manifestantes y proporcione sus fotografías, algunas de las cuales ya circulan en Internet. Dos de estas personas han sido detenidas y algunas de ellas se han entregado voluntariamente, según la agencia oficial de noticias Nueva China.

Pekín ha aumentado el número de muertos que reconoce que hubo en la revuelta, que pasan de 13 a 19 (18 civiles y un policía). Además, 382 civiles están heridos, 58 de ellos de gravedad.

"Tememos por la vida de los heridos: no están recibiendo atención médica apropiada. No van a los hospitales por miedo de ser acusados de alborotadores y ser castigados", dice a este diario el portavoz del Gobierno tibetano en el exilio, Thubten Samphel. De acuerdo con fuentes tibetanas, las víctimas mortales han sido al menos 100 personas. "Sólo hemos llevado el recuento en Lhasa -la capital de la región autónoma-, pero sabemos que ha habido más en las otras provincias", dicen.

En el balance de los daños que las autoridades chinas dieron a conocer esta semana están siete escuelas, cinco hospitales, 120 viviendas y 84 vehículos incendiados, así como 904 negocios saqueados.

El eco de las revueltas en la región del Himalaya ha llegado hasta Roma. El Papa dedicó parte de su mensaje de Pascua y su llamamiento urbi et orbi a pedir el fin de la injusticia y la violencia en el mundo, refiriéndose expresamente a los disturbios en Tíbet, y también a Irak y Darfur. Ante miles de personas congregadas en los alrededores de la basílica de San Pedro, Benedicto XVI reclamó "un compromiso activo con la justicia en zonas ensangrentadas por los conflictos y dondequiera que la dignidad del ser humano se desdeña y pisotea".

Soldados chinos patrullan en Kangding, en la provincia de Sichuan, junto a una valla publicitaria que anima a hacer turismo en la zona.
Soldados chinos patrullan en Kangding, en la provincia de Sichuan, junto a una valla publicitaria que anima a hacer turismo en la zona.AFP

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