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China se blinda frente a los atentados

"Garantizamos la seguridad de los Juegos Olímpicos", asegura Pekín - Las autoridades ponen en máxima alerta la provincia musulmana de Xinjiang

La muerte el lunes de 16 policías fronterizos chinos en un atentado en la región musulmana de Xinjiang ha provocado escalofríos entre las autoridades de Pekín ante la posibilidad de que se produzcan actos terroristas durante la celebración de los Juegos Olímpicos, que comienzan pasado mañana. La capital de China se dispone a recibir estos días a decenas de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, que asistirán a la ceremonia de inauguración. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, y los príncipes de Asturias.

Las autoridades chinas reaccionaron con rapidez y trataron de disipar el mismo lunes, el día del ataque, cualquier temor. Informaron del incremento de las ya de por sí severas medidas de seguridad, que incluyen el despliegue de más de 100.000 agentes sólo en la capital, la instalación de misiles tierra-aire en los alrededores del estadio olímpico, el despliegue de aviones y helicópteros, y cientos de miles de informadores civiles con brazaletes y camisetas con el logotipo de Pekín 2008.

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Además de blindar Pekín ante cualquier amenaza terrorista, el Gobierno lanzó ayer un mensaje de tranquilidad dirigido a la población, a los 10.000 atletas participantes, a los 30.000 periodistas que cubrirán el evento deportivo y al cerca de medio millón de turistas extranjeros que visitarán Pekín en agosto. "Podemos garantizar la seguridad y la tranquilidad de los Juegos Olímpicos. (...) Estamos perfectamente preparados para cualquier amenaza", afirmó Sun Weide, portavoz del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos.

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El Gobierno chino informó ayer de que se han incrementado las medidas de seguridad en la región musulmana de Xinjiang, donde dos hombres armados con bombas de fabricación casera y cuchillos arremetieron el lunes a bordo de un camión contra un grupo de 70 policías que realizaban ejercicio en las calles de Kashgar, ciudad situada a 4.000 kilómetros al oeste de Pekín; 16 resultaron muertos y otros tantos heridos.

La agencia oficial de noticias Xinhua dio cuenta de que el Gobierno provincial ha decretado la alerta en todos los espacios públicos, incluidos edificios oficiales, escuelas y hospitales. Se han reforzado los controles en las carreteras que conducen a Kashgar. Las fuerzas de seguridad inspeccionan el equipaje de los autobuses de línea.

La cadena pública china de televisión CCTV aseguró en su informativo de ayer que los dos atacantes, un taxista y un vendedor de verduras, de 28 y 33 años respectivamente, son originarios de Kashgar y que pertenecen a la minoría musulmana uigur. Según explicó la cadena, realizaron el atentado con un camión robado. Llevaban cinco tipos de explosivos, una pistola, cuchillos y propaganda incitando a la yihad.

Pekín no ha identificado la afiliación de los autores del ataque, pero la policía ya ha determinado, según la cadena de televisión, que las armas utilizadas son similares a las que capturó en enero de 2007 durante una operación contra un campamento del Movimientos Islámico del Turkestán Oriental, organización separatista que opera también en Afganistán. Su objetivo es la creación de un Estado independiente en Xinjiang. Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra el Gobierno central, al que acusan de reprimir su religión y tradiciones, y de impulsar la emigración masiva de chinos Han (la etnia mayoritaria en China) a su tierra.

La única información disponible sobre el ataque del lunes es la que emiten el Gobierno y los medios de comunicación oficiales. Pekín ejerce un control férreo sobre la prensa china y, aunque había prometido que los periodistas extranjeros podrían trabajar con absoluta libertad durante los Juegos Olímpicos, sigue poniéndoles trabas (especialmente cuando cubren asuntos delicados), y acosando a sus fuentes, asistentes e intérpretes.

Dos informadores japoneses del diario Tokyo Shimbun y de la Nippon Television Network que se desplazaron el lunes a Kashgar fueron detenidos, interrogados y golpeados por la policía, mientras que un fotógrafo de la agencia francesa AFP fue obligado a borrar fotografías que había tomado en el lugar del ataque. El Gobierno japonés ha asegurado que va a presentar una queja formal por el incidente con sus periodistas.

La población uigur de Xinjiang y las organizaciones de defensa de esta minoría en el extranjero han denunciado desde hace meses el incremento de la represión en la zona y detenciones de muchos ciudadanos locales con ocasión de los Juegos. En Pekín, la policía ha sometido a una vigilancia especial a los miembros de esta etnia, con controles exhaustivos de sus papeles de identidad. El efecto ha alcanzado incluso a chinos Han, algunos de los cuales han sido rechazados recientemente en hoteles de Pekín porque son residentes en Xinjiang, según cuentan fuentes cercanas a éstos.

Por otra parte, un terremoto de magnitud 6.0 en la escala de Richter afectó ayer a la provincia de Sichuan, donde cerca de 70.000 personas murieron en mayo tras un seísmo de 7,9. No se ha informado de víctimas ni daños materiales, según Reuters.

Agentes de aduanas registran el equipaje de un viajero en el aeropuerto de Qingdao, en Pekín.
Agentes de aduanas registran el equipaje de un viajero en el aeropuerto de Qingdao, en Pekín.EFE

El conflicto uigur

- Los uigures, pueblo musulmán suní de la región china de Xinjiang, mantienen desde hace décadas una relación conflictiva con Pekín.

- 1944. La República del Turkestán del Este (RTE), basada en el oeste del actual región china de Xinjiang, se declara Estado independiente con el respaldo de la URSS.

- 1949. La naciente República Popular de China incorpora el territorio de la RTE. Pekín impulsa una amplia migración hacia Xinjiang. La etnia Han pasa del 6% al 41% de la población en tres décadas.

- Años ochenta. Deng Xiaoping concede algunas leves aperturas en materia de libertad religiosa y autonomía.

- Años noventa. Un movimiento insurgente de inspiración islámica e independentista cobra fuerza.

- 2001. Pekín acusa los separatistas de vinculación con los talibanes y los responsabiliza de 200 ataques en una década. Varias ONG de derechos humanos consideran poco fundado el alegato y denuncian la represión indiscriminada contra activistas políticos.

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