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Colombia vota entre la violencia y la 'parapolítica'

'Guerra sucia' y compra de votos en la elección de gobernadores y alcaldes

Colombia se enfrenta hoy a las primeras elecciones locales y regionales después del destape del escándalo de la parapolítica, que dejó al descubierto el maridaje entre los políticos y el paramilitarismo, esa maquinaria de muerte que llegó a controlar medio país.

¿Hasta dónde sigue vivo este poder? En las pasadas elecciones regionales, en 2003, con inyecciones de dinero e intimidación, lograron hacerse con 251 de las 1098 alcaldías y nueve de las 32 gobernaciones, según un estudio realizado por la Corporación Arco Iris. No es el único peligro: la guerrilla, como siempre, trata de sabotear la contienda electoral. A ella se señala como culpable de la mayoría de los 22 asesinatos de candidatos.

Muchos de los aspirantes realizaron sus campañas bajo medidas especiales de seguridad. No es inusual: desde 1988, cuando quedó atrás la norma que facultaba a los gobernadores a nombrar a dedo a los alcaldes, estas elecciones han estado marcadas por la violencia.

Una delegación de la OEA vigila estos comicios. Como nunca antes, muchas organizaciones civiles han llamado a los votantes a abrir bien los ojos, a votar en conciencia , a no volver a apoyar a los que se relacionan con los grupos armados, ni a los que han convertido la política en un ejercicio turbio y clientelista.

Compra de votos

Pero a pesar de los controles y la pedagogía no hay muchas esperanzas de que las cosas cambien. Los grandes vicios de la política de este país están lejos de ser superados. Al contrario, se ha recrudecido la practica de la compra de votos y varios candidatos han tratado de deslegitimar a sus rivales mediante guerra sucia. Las dos prácticas se han visto en Bogotá. Además, lo que importa es ganar, no las ideas. Así las cosas, se pueden hacer alianzas con el demonio.

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La alcaldía de Bogotá, el segundo cargo en importancia después de la presidencia, la disputan Enrique Peñalosa, ex alcalde y declarado admirador del presidente Álvaro Uribe y Samuel Moreno, del opositor Polo Democrático Alternativo . El primero arrancó con ventajas la campaña, pero las últimas encuestas dan una clara ventaja al segundo.

En los últimos días se han aireado errores del candidato de izquierda en el pasado y el presente. Hasta el presidente Uribe se agarró a la última ligereza de Moreno (aseguró que compraría votos si estaba en juego salvar a la ciudad) y de manera velada invitó a no votar por él.

La campaña ha sido pobre:ninguno de los dos candidatos convence. La propuesta de la izquierda democrática —convertida en segunda fuerza política del país en las presidenciales de 2006— es construir el metro de Bogotá y continuar con la política social que dejó bien parado al actual alcalde, Luis Eduardo Garzón, el primer hombre de izquierda en llegar a este cargo. Peñalosa, criticado por su prepotencia, quiere apoyar el trasporte masivo con autobuses articulados y más seguridad de la mano del presidente. Ha sido víctima de otro tipo de guerra sucia: lo quieren hacer ver como enemigo de la gestión social del actual alcalde.

En Medellín y Cali, las otras dos grandes ciudades, la elección de alcalde será, según los sondeos, un cerrado duelo. En la primera, entre Luis Pérez, representante de la política tradicional y marrullera, y el escritor y periodista Alonso Salazar. En la segunda, entre Jorge Iván Ospina, hijo de un dirigente de un extinto grupo guerrillero, y Francisco Lloreda, director de un diario local e hijo de un ex canciller y empresario.

Candidatos de los 'paras'

Los dirigentes de cuatro de los siete partidos de la coalición de Gobierno colombiana están enredados en la vergüenza de la parapolítica. Sin embargo, para las elecciones de hoy, estos partidos han avalado a 29.000 candidatos. Es un secreto a voces que los políticos vinculados a este escándalo —40 congresistas y tres gobernadores están implicados en procesos; 17 se encuentran ya en prisión— siguen manejando los hilos de política regional. Intentan conseguir 16 gobernaciones.

"A la parapolítica le va a ir bien", se atreve a vaticinar León Valencia, uno de los personas que más ha analizado este problema. En esta ocasión han utilizado más el dinero que la presión armada para lograr que la gente vote por sus señalados. "No hay una fuerte reacción ciudadana, ni mecanismos legales para frenar este fenómeno", dice Valencia.

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