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Crisis financiera mundial

El Congreso se moviliza para salvar a Wall Street

La falta de acuerdo en los detalles amenaza con desatar la incertidumbre en los mercados financieros

Wall Street no es una isla. Y cuando el sistema financiero se atora, el resto de la economía sufre las consecuencias. Ésa es la filosofía sobre la que se sustenta el plan de rescate de 700.000 millones de dólares diseñado por el Tesoro de Estados Unidos con el respaldo de la Reserva Federal (banco central estadounidense). Congresistas de ambos partidos negociaban anoche en el Capitolio para buscar una solución que permita sacar de las cuentas de los bancos los activos contaminados, las llamadas hipotecas basura, y evitar así una hecatombe que arroje al sector financiero a la edad de piedra.

El Tesoro dispondrá de 250.000 millones inmediatos para ejecutar el plan
Aún no se sabe si los jueces podrán variar las condiciones de algunas hipotecas
La Cámara exige que se fijen reglas claras para supervisar el plan
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Obama y McCain se unen a la negociación

El objetivo último era mantener operativos los mercados, acabar con la incertidumbre y que vuelva a fluir el dinero entre los bancos. El diablo, sin embargo, está en los detalles del plan, que a última hora de ayer estaban en el aire.

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En base a lo que había sobre la mesa, el Tesoro dispondría de fondos inmediatos para empezar a ejecutar el plan de rescate de Wall Street, en torno a los 250.000 millones de dólares (171.000 millones de euros), a los que habría que añadir otros 100.00 millones que se inyectarían en el mercado si la Administración lo cree oportuno. El resto no estaría disponible hasta el mes de mayo.

No estaba claro, por ejemplo, si los jueces podrán cambiar las condiciones de algunas hipotecas de dudoso cobro. O si el Gobierno podrá hacerse con una participación en las entidades a las que ayude, para así recuperar parte del dinero que se movilizará del contribuyente. Al mismo tiempo, se quieren fijar reglas claras para la supervisión del plan por parte del Congreso, para velar porque el dinero público se use de forma correcta. El otro punto clave del plan pasa por limitar las compensaciones que reciben los ejecutivos de las entidades que se beneficiarían del rescate.

Todas ellas son partes móviles que los congresistas necesitan encajar correctamente para que se pueda lograr el acuerdo sobre el conjunto. Y está por ver si el Tesoro aceptará que se parta el cheque, para que el arma que se pone en sus manos no acabe por reventar las arcas públicas.

Si finalmente se llega a un acuerdo y se pone el plan en marcha, será la mayor intervención pública en la historia de Estados Unidos. Pero el trabajo no estará terminado con la aprobación de la nueva legislación en Washington. El siguiente paso para que la operación tenga sentido pasa por poner precio a esos activos contaminados. Y es en este punto donde está la clave del coste del rescate.

Goldman Sachs cree que la cantidad que pide Paulson es suficiente para dotarse de recursos con los que comprar esos activos tóxicos a los bancos, que se mantendrán apartados del mercado mientras no vuelva la estabilidad. Es más, creen incluso que el coste directo podría estar en torno a los 200.000 millones de dólares si las condiciones son favorables.

La cercanía del pacto en Washington -frustrada horas después al frenar los congresistas republicanos el desarrollo de las negociaciones- dio aire caliente durante la mañana al Dow Jones y al S&P 500, que cerró la jornada con una subida del 2%. Pero un fiasco anoche podría crear incertidumbre y pesimismo en los mercados. Y es que, como dijo ayer ante el Congreso el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, este plan también tiene efectos psicológicos sobre los inversores que deben tenerse en cuenta a la hora de forjar el pacto.

Wall Street se encuentra en un momento crítico, que va a marcar su funcionamiento futuro. Pero antes de dar luz verde al plan de rescate, los miembros del Capitolio quieren tener garantías de que el dinero del contribuyente servirá realmente para atacar las causas que están en el corazón de la crisis financiera y que están salpicando al resto de la economía por la vía de las restricciones al crédito, la destrucción de empleo y caída del consumo.

De lo delicado de las negociaciones sirve como ejemplo lo ocurrido en la tarde de ayer en Washington, cuando la negociación se torció en la recta final de la jornada nada más llegar a la Casa Blanca la propuesta previamente pactada por los líderes de los dos partidos. El senador demócrata Christopher Dodd había cantado demasiado pronto el acuerdo sobre los "principios fundamentales" del plan de rescate. No sabía que aún quedaban por delante muchas horas de negociación al borde del abismo.

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