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Crece la presión en Israel para que se convoquen elecciones anticipadas

La ministra de Exteriores, Tzipi Livni, es la favorita para relevar a Olmert

Suenan con estruendo los tambores electorales en Israel. Ya no es sólo la derecha opositora quien exige, como viene reclamando desde hace meses, el adelanto de los comicios. El Partido Laborista, socio del Gobierno, ha comenzado a organizar su comité electoral; y Kadima, vencedor en las urnas en marzo de 2006, ha anunciado que el comité central del partido celebrará una reunión tras el regreso de Ehud Olmert de Estados Unidos para elegir a un nuevo líder. Tras el último escándalo por corrupción que persigue al primer ministro, el telón de la era Olmert ha empezado a caer.

Los últimos sondeos dan vencedor al Likud de Netanyahu

El jefe del Ejecutivo ha resistido embates de calado desde que formara su Gabinete hace dos años: además de varios casos de corrupción que han salpicado su mandato, el devastador informe sobre la guerra de Líbano supuso una herida más. No cicatrizaban adecuadamente, porque el malestar en el seno de su partido y en el laborismo ha crecido sin freno. Ehud Barak, socio fundamental en la coalición que encabeza Olmert, atacaba ayer donde más puede doler al primer ministro: "Ha llegado el tiempo de una regeneración moral y ética de la sociedad israelí".

El caso de los sobres en efectivo que recibió Olmert de manos de un millonario estadounidense, Morris Talansky, es sólo la gota que ha colmado el vaso. Barak ordenó al secretario general del Laborismo, Eitan Cabel, que se designen inmediatamente los comités electorales.

La situación para Olmert se torna insostenible. En Kadima abundan los dirigentes ansiosos por relevar a su jefe. Lo dicen en público y recogen firmas entre los afiliados al partido para competir en las primarias. La ministra de Exteriores, Tzipi Livni, es nítida favorita en los sondeos. El 34% de los miembros de Kadima la elegirían, 20 puntos por delante del ex jefe del Ejército y ministro de Transportes, Saul Mofaz, que se despachó a gusto contra Livni, a la que acusó de urdir una conspiración con Barak para acabar con el Gobierno. Pronto comenzará a esclarecerse el panorama. Tzachi Hanegbi, presidente del comité electoral de Kadima, afirmó ayer que "a finales de la próxima semana los delegados se reunirán para decidir sobre la elección del nuevo liderazgo".

Siempre hábil en el regate en corto, no se vislumbra esta vez una salida airosa para Olmert. Si decidiera incapacitarse temporalmente o incluso dimitir, se plantea otra alternativa para sortear las elecciones anticipadas: la elección de un primer ministro en el actual Parlamento. Es una opción que pierde peso paulatinamente por la propia división interna en Kadima, que aflora ya sin tapujos. A algunos ministros de este partido les ha sentado a cuerno quemado la iniciativa de su correligionaria Livni, que el jueves se postuló para reemplazar a Olmert y reclamó la celebración de primarias sin demora.

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Como es habitual en periodos de crisis, nunca faltan las encuestas. Las publicadas ayer en varios medios de comunicación no reflejan cambios bruscos respecto a las consultas de los últimos meses. El Likud de Benjamín Netanyahu se mantiene al frente. Conseguiría 35 de los 120 escaños de la Kneset, a gran distancia de Kadima (13) y del Laborismo (19). Como es habitual en las últimas citas con las urnas, el panorama postelectoral se antoja muy fragmentado, como corresponde al sistema proporcional puro que se aplica en Israel. Una característica que dota a su sistema político de una inestabilidad ya endémica, y que tiene siempre consecuencias en los procesos de negociación sobre Oriente Próximo.

Así las cosas, Olmert viaja a EE UU el lunes. Trata de mantener la imagen del gestor que dirige las riendas del país al margen de los turbios avatares internos. Tiene previsto entrevistarse con George W. Bush y con los candidatos John McCain, Barack Obama y Hillary Clinton. Muchos piensan que tiene poco sentido la visita y que se trata más bien de una despedida.

La ministra Livni, junto a Olmert, en la reunión del Gabinete que estudió en 2007 el fiasco de Líbano.
La ministra Livni, junto a Olmert, en la reunión del Gabinete que estudió en 2007 el fiasco de Líbano.AP

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