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Cuba comienza su apertura limitada a la iniciativa privada con 178 profesiones

La apertura a la iniciativa privada en Cuba es imparable, pero se administrará con cuentagotas. Todo lentamente, con numerosos controles y sin casi recursos para garantizar el auge del autoempleo. Es la sensación que se desprende de los nuevos reglamentos sobre el trabajo por cuenta propia, de los que ayer informó el diario Granma. Los oficios aprobados son 178, aunque en realidad solo hay siete nuevos, algunos tan peculiares como "cuidador de baños públicos y de parques".

Del total, 29 actividades ya eran legales pero desde hace años los gobiernos locales no daban licencias para ejercerlos. Era el caso de los "fabricantes-vendedores de coronas y flores" y los masajistas. Ahora volverán a darles permisos. La reforma es rácana en muchos aspectos. Si los dueños de restaurantes privados solo podían tener 12 sillas, ahora les dejarán atender a 20 comensales a la vez y vender carne o marisco, algo que la mayoría siempre se saltó a la torera. En muchos casos, la ley simplemente legaliza cosas que los cubanos ya hacían sin autorización del Estado (ahora deberán pagar impuestos).

El de los suministros es otro problema clave, pues de ello depende el desarrollo masivo del autoempleo. El ministro de Economía, Marino Murillo, admite en Granma que el Estado no tiene recursos para garantizar el abastecimiento de productos y materias primas a los cuentapropistas a precios mayoristas. De momento, tampoco se prevé que los particulares puedan importar directamente.

Hay novedades interesantes, que sí suponen cambios. La gente podrá alquilar sus casas sin restricciones, también arrendarlas como locales comerciales. Igual podrán hacer con sus viviendas y vehículos quienes residen legalmente en el extranjero, toda una novedad. En 83 profesiones se autoriza la contratación de mano de obra asalariada, y se contempla que los cuentapropistas puedan vender sus servicios o productos al Estado. Otra cosa que "se analiza" es la posibilidad de solicitar créditos al banco para comenzar negocios, pero de nuevo aquí el problema es la escasez de recursos del Estado.

Del establecimiento de pequeñas y medianas empresas y cooperativas, todavía nada. Se deja para un segundo momento y se aclara que el incipiente desarrollo de la iniciativa privada se hará "bajo el ojo atento del Estado". Las limitaciones y regulaciones son muchas, y la gran incógnita es cómo el Estado logrará que el trabajo por cuenta propia se desarrolle masivamente y se convierta en una alternativa real para al medio millón de empleados estatales que en 2011 quedarán en la calle.

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