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Culto, deportista y sanguinario

Cuando la policía brasileña detuvo ayer a Juan Carlos Ramírez Abadía, alias El Chupeta, éste se encontraba en compañía de ocho brasileños, cinco europeos y tres colombianos, y tenía en su poder el equivalente en dólares a un millón de euros. Con 44 años, se acababa así una carrera criminal que comenzó a los 20, cuando abandonó los estudios. Hijo de una familia de clase media, Ramírez Abadía logró más tarde graduarse en Economía en una universidad de Bogotá.

Desde los 20 años hasta el día de ayer, El Chupeta no hizo más que prosperar en el mundo de la droga. Pero quería borrar su rastro. Y para eso se sometió a cuatro operaciones de cirugía estética. "Se cambió los pómulos, el mentón, se hizo cirugía de ojos", declaró ayer un agente colombiano. Llevaba un pasaporte italiano en que aparecía como residente en Argentina.

Nunca perdió su afición por las pesas. "Es un hombre totalmente atlético, adicto al deporte. Donde llegaba instalaba unos gimnasios lujosísimos de última generación, una serie de máquinas para mantenerse en forma. Le gusta hacer trote en las mañanas", indicó ayer a Radio Caracol el general Óscar Naranjo, comandante de la Policía Nacional colombiana.

El Chupeta se entregó a la policía de Colombia en 1996 y confesó haber enviado 30 toneladas de cocaína a Estados Unidos. Gracias a la confesión, se libró de 23 años de cárcel y fue absuelto en 2002.

Ramírez Abadía, sin embargo, continuó delinquiendo. La policía colombiana halló el pasado 15 de enero cinco escondites en la ciudad de Cali, adonde El Chupeta almacenaba más de 40 millones de euros en efectivo y 350 lingotes de oro. Ese día, el Chupeta ya se encontraba fuera del país. Había salido con unas 15 personas. "Básicamente, para acompañarlo en sus actividades. Algunos con funciones de seguridad y la mayor parte de ellos para invertir y lavar activos en Brasil", señaló ayer Naranjo.

Mientras tanto, la policía recibía diversas informaciones de supuestos confidentes en las que se intentaba distraer a la policía asegurando que el Chupeta había muerto.

Gustavo Salazar, el que fuera abogado de El Chupeta hasta 1999, comentó ayer en declaraciones a la emisora W Radio Colombia: "Juan Carlos Ramírez Abadía es un joven, tal vez de los más cultos y más decentes profesionales. Una persona de eminente perfil ejecutivo. Es una de las personas de la llamada segunda generación de la mafia con un perfil de decencia. Es, ante todo, culturista. Pero lo que me llamó siempre la atención en él es la decencia, el señorío y, sobre todo, una extraordinaria persona profesional. No lo estoy alabando. Simplemente estoy diciendo que como persona es muy decente y muy culta".

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