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Demócratas y republicanos pactan en el Senado una resolución contra Bush

El texto acordado refleja la falta de alternativas en el Congreso a la política del presidente en Irak

Demócratas y republicanos han llegado finalmente a un acuerdo en el Congreso en torno a una resolución que critica el último plan del presidente estadounidense en Irak y pone en duda la capacidad de George W. Bush para conducir eficazmente esta guerra. Pero esa resolución, que no es vinculante y que será votada probablemente la próxima semana, es un reflejo también de la propia incapacidad del Congreso para ofrecer soluciones inmediatas y viables. La Casa Blanca llevaba varios días haciendo pasillos en el Capitolio para intentar evitar que se votase una resolución contra Bush.

El argumento en su defensa era el de que una resolución así en tiempos de guerra dañaría la imagen de Bush en su función de comandante en jefe y desmoralizaría a las tropas. Respaldando esta versión, el general George Casey, actual jefe militar en Irak, declaró ayer ante el comité del Senado que decide sobre su nombramiento como jefe del Estado Mayor del Ejército que estaba confiado en que un pequeño incremento de tropas serviría para estabilizar la situación en Bagdad. Casey pidió el respaldo para su sucesor, el general David Petraeus, y confianza en el plan de la Casa Blanca.

Para muchos senadores republicanos, pero también para algunos demócratas, preocupados por no ofrecer ante los ciudadanos una imagen de irresponsables pacifistas, no resulta fácil rebatir esos argumentos. Teniendo en cuenta que son necesarios 60 de los 100 escaños del Senado para que una votación salga adelante, quedaron, de hecho, empantanadas dos resoluciones que, desde distintos ángulos, hubieran criticado duramente al presidente: una del demócrata Joseph Biden, que previamente había sido aprobada en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y otra del veterano senador republicano John Warner. Había otras a discusión con menos apoyos.

El miércoles, sin embargo, los principales responsables demócratas y republicanos consiguieron un acuerdo sobre un solo texto que intenta conciliar la visión más prudente de los republicanos y la más audaz de los demócratas para conseguir, como es previsible, una sólida votación de apoyo.

Esta nueva resolución critica la decisión de Bush de enviar otros 21.500 soldados a Irak, pero garantiza los fondos necesarios para pagar ese incremento de tropas. De esta manera, se marca claramente el límite que la mayoría de los republicanos y muchos demócratas no quieren cruzar de ninguna manera: el de privar a la Administración del dinero que necesita para continuar la guerra de Irak.

Esta resolución estará sometida, quizás, a alguna discusión más en el Senado y tiene después que pasar a la Cámara de Representantes. Es decir, que el debate político en Washington sobre qué hacer en Irak está muy lejos de quedar resuelto con la resolución pactada ayer. El mero hecho de que la resolución sea no vinculante es el reconocimiento de que sus propios impulsores no tienen una fe ciega en ella. Como dijeron el miércoles en el debate algunos senadores republicanos, si los críticos de Bush tuvieran algo claro que ofrecer intentarían imponerlo con una propuesta de obligado cumplimiento.

Fuera del temor, manifestado ayer por la senadora Hillary Clinton, de que Bush está tratando de dejarle el conflicto a su sucesor, la verdad es que los demócratas no acaban de tener una propuesta convincente sobre Irak y saben que eso acabará debilitando sus opciones electorales.

Precisamente, la precipitación de la campaña electoral para las elecciones de 2008 dificulta, en cierta medida, una política más clara y unitaria por parte de la mayoría demócrata. Quizá el reciente cruce de palabras entre los senadores Biden y Barak Obama, ambos candidatos presidenciales, sea una mera anécdota, pero quizá sea también la prueba de que los demócratas están ya pensando más en las elecciones que en el Congreso. Biden dijo el miércoles que Obama era "el candidato afroamericano más articulado, limpio y apuesto" que había habido nunca en la historia. Después aclaró que, al decir "limpio", quiso decir "nuevo, fresco", pero para entonces los portavoces de la causa racial se habían ya precipitado a condenarle.

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