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Un grupo rebelde tuareg se atribuye el secuestro del diplomático de la ONU en Níger

Robert Fowler, enviado especial de Naciones Unidas, desapareció el pasado domingo

Un grupo rebelde de los tuareg se ha atribuido en su página web el secuestro del diplomático canadiense Robert Fowler, de 64 años, desaparecido desde el domingo en Níger. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) había denunciado este lunes la desaparición de su enviado especial en este país, después de que su vehículo, que se encontraba en paradero desconocido, hubiese sido hallado en una localidad a 48 kilómetros al noreste de Niamey, la capital del país.

El grupo tuareg que se ha atribuido el secuestro es el Frente de las Fuerzas de Recuperación (FFR), un grupo rebelde encabezado por el líder insurgente tuareg Rhissa Ag Boula. Según el texto publicado, "el 15 de diciembre de 2008, combatientes del Frente de las Fuerzas de Recuperación (FFR) llevaron a cabo una operación de comando en la región de Tillabery en la que detuvimos a cuatro personas, entre ellas un diplomático canadiense, Robert Fowler".

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Además del diplomático canadiense, también han desaparecido el ayudante de este y el conductor del vehículo, adscrito al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Un portavoz de la ONU había informado que la desaparición se produjo cuando el enviado especial realizaba contactos con funcionarios gubernamentales en las afueras de la capital de Níger.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, nombró al diplomático canadiense, ya retirado, como su enviado a Níger en julio del 2008 con la misión de ayudar a estabilizar este país, azotado por una rebelión en el norte de su territorio. Robert Fowler fue embajador de Canadá en Italia entre el 2000 y el 2008, asesor en política exterior de tres gobiernos canadienses y enviado personal del primer ministro a África.

Los grupos rebeldes de Níger demandan la redistribución de la riqueza procedente de la explotación de los yacimientos de uranio de la zona en beneficio de la población tuareg del norte del país. Sin embargo, el gobierno de Níger se niega a reconocer y entablar negociaciones de paz con los disidentes tuareg, a los que considera sólo como una banda de delincuentes comunes y narcotraficantes.

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