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"Después de la caída del muro, ninguna de estas espías me ha contactado para pedir perdón"

Roland Jahn, un periodista independiente, es el nuevo encargado de la gestión de las vidas de los otros en el archivo de la Stasi

Roland Jahn participó en 1977 en la ciudad de Jena, en la Alemania del este, en una manifestación oficial de la RDA, sujetando un cartel blanco con un escrito negro que denunciaba la censura del gobierno. En 1982, mandó a toda la ciudad unas postales con una foto de Hitler maquillado por un lado y la de Stalin por el otro. El mismo año llenó las paredes de Jena con pegatinas que denunciaban la muerte de su amigo Matthias Domaschck, fallecido en 1981 en una prisión de la Stasi, bajo circunstancias nunca aclaradas. Participó en todo tipo de protestas, fue arrestado y exiliado en el oeste. Ahí también fue espiado. Después de la caída del muro se convirtió en un periodista independiente, con un trabajo destacado, dedicado a aclarar los años oscuros de la guerra fría. El pasado lunes fue nombrado director de la Bundesbeauftragten für die Unterlagen des Staatssicherheitsdienstes der ehemaligen Deutschen Demokratischen Republik (BStU), es decir, la fundación encargada hoy de gestionar el antiguo archivo secreto de la Stasi.

Más de 20 años después de la caída del muro, en 2010, fueron todavía 87.514 los ciudadanos del este que pidieron a la fundación conocer su archivo secreto, elaborado en los años del régimen socialista por el Ministerio de Seguridad del Estado, es decir, el servicio de inteligencia del este que se conoce con su acrónimo de "Stasi". Según dio a conocer esta semana Marianne Birthler, quien dirigió el archivo en los últimos diez años, en su discurso de despedida, hay actualmente 111 km de estanterías llenas de documentos elaborados por este servicio. A día de hoy, siguen trabajando en la interpretación y catalogación de esos papeles un total de 18.000 empleados. Justamente este año, el Parlamento decidió prolongar la existencia de la BStU por lo menos hasta el 2019, debido al gran interés que sigue habiendo en la población.

Se calcula que en los años del muro trabajaron para la Stasi como "colaboradores no oficiales", es decir, como espías, un total de 174.000 personas que llegaron a vigilar, en secreto, las vidas de otros seis millones que eran sus vecinos, sus colegas, sus amigos y hasta sus parejas. Se trata de uno de los capítulos más oscuros de la posguerra en Alemania. La fundación que ahora gestiona el archivo intenta aclarar, con un esfuerzo enorme, el contenido de esta información, entre otras razones, para limpiar la administración pública actual de los antiguos espías. Como sucedió el mes pasado en la ciudad de Cottbus, donde el secretario local de Finanzas tuvo que abandonar su cargo tras descubrirse que fue un informante de la Stasi.

Roland Jahn, 57 años, ojos azules, pelo canoso y habla suelta, fue un disidente y una victima de la Stasi. Volvió a contar su experiencia la semana pasada en una entrevista con algunos periodistas extranjeros en la asociación de la prensa en Berlín. "Fui una de las primeras personas que pudieron acceder a sus archivos secretos", dijo Jahn tras recordar la protesta frente a la sede de la Stasi, poco después de la caída del muro, en febrero 1990, cuando logró acceder al edificio y ver por primera con sus ojos, la documentación que se había acumulado acerca de él. "Luego volví a ver mis archivos en varias ocasiones, después de la ley aprobada en 1991, para la protección de los documentos de la Stasi", dijo.

Jahn aprendió de los documentos que todas las veces que recibió una llamada de un amigo que no veía hace tiempo, quien lo invitaba a tomar una cerveza, este informó sucesivamente el Ministerio de Seguridad de todos los detalles del encuentro y la conversación. Supo que sus coloquios telefónicos fueron escuchados y trascritos y sus correos, chequeados y controlados. "Después de la caída del muro, ninguna de estas espías me ha contactado para pedir perdón", admitió, "encontré algunas de ellas, hablamos del tema, pero nunca pidieron perdón".

La contribución de Jahn como periodista a la elaboración del pasado del régimen socialista se considera decisiva. Como reportero de la televisión publica ARD primero, y sucesivamente de la cadena RBB, fue autor de informes y documentales destacados acerca de varios aspectos de la vida en la RDA, como por ejemplo el dopaje de los atletas.

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Dejar el periodismo para dedicarse a esta nueva misión no fue una decisión fácil, según relató. Pero logró aceptar este encargo y "cerrar un capitulo de mi vida", porque esto supone un paso más en la trayectoria de una carrera dedicada a hacer luz en una fase oscura de la historia de su país. Acerca de su nombre hubo unanimidad en el Parlamento y fue elegido con una enorme mayoría: 535 votos a favor, 21 en contra y 21 abstenciones, de un total de 577 votos validos.

El éxito de la BStU ha sido, según Jahn, doble: por un lado ha permitido por primera vez desnudar la estructura de un servicio secreto del este, y al mismo tiempo "ha hecho posible que ningún antiguo informante de la Stasi pueda trabajar en el sector publico", aseguró. "Yo creo que el archivo debería permanecer abierto siempre", añadió, "no me sorprende que la gente siga todavía hoy pidiendo de poder ver sus documentos. Algunas tienen miedo todavía de descubrir, tantos años después, noticias desagradables". Sin embargo, está convencido de que "el hecho de que todos puedan ver con sus ojos estos papeles es extraordinario, es una forma de restituirles un trozo de vida que les fue robado".

Jahn es el tercer director de esta fundación, después de Birthler, y otro ilustre activista de los derechos humanos, Joachim Gauck. Desde que la BStUfue creada, en 1991, esta institución fue también cíclicamente objeto de críticas. En particular se le reprocha que sigan trabajando aquí unos 50 ex colaboradores de la Stasi. "Al principio se pensó que estas personas podrían ayudar a entender la estructura del archivo y sus documentos secretos", explicó Jahn, "hoy creo poder decir que esto fue un error".

Roland Jahn, a las puertas del archivo de la Stasi.
Roland Jahn, a las puertas del archivo de la Stasi.TOBIAS SCHWARZ (REUTERS)

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