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Dilma Rousseff: "En 2014 no vamos a reconocer a Brasil"

La precandidata explica sus proyectos para hacer frente a los sondeos negativos

Tras la reciente difusión de una encuesta realizada por la Confederación Nacional de Transportes (CNT) de Brasil y el instituto estadístico Sensus, la campaña preelectoral de Dilma Rousseff, actual ministra de la Casa Civil y mano derecha del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, no ha tardado en cobrar intensidad. El sondeo ofrece unas primeras proyecciones de los resultados de las elecciones brasileñas que se celebrarán en octubre de 2010 y vaticina una clara derrota de la precandidata del Partido de los Trabajadores (PT).

En el marco de un encuentro el pasado viernes con un grupo de corresponsales extranjeros, Rousseff pronosticó: "En 2014 no vamos a reconocer este país". Así resumió sus proyectos a medio plazo, que no suponen otra cosa que dar continuidad al trabajo emprendido por Lula en enero de 2003.

La ministra hacía este vaticinio apoyada en los sólidos datos económicos y de desarrollo social que ha registrado Brasil en los últimos años. "Hemos demostrado tener musculatura a la hora de afrontar la crisis económica. Mientras en el resto del mundo se ha reducido el empleo, nosotros vamos a cerrar este año con un millón de nuevos trabajos", comentó. Unas reservas estimadas en 220.000 millones de dólares y la significativa reducción de la pobreza (52,9% de los brasileños ya pertenecen a lo que se considera clase media, según los estudios de la Fundación Getulio Vargas) fueron otros de los argumentos esgrimidos por la candidata de Lula.

La influyente ministra, que actualmente lucha para recuperarse de un cáncer linfático, minimizó la importancia de las encuestas un año antes de las elecciones y asumió de manera velada, aunque firme, su condición de sucesora de Lula. Preguntada por un corresponsal escocés sobre su reputación de mujer autoritaria y dura, Rousseff dijo mirarse en el espejo de Hillary Clinton o Margaret Thatcher, y afirmó que "las mujeres, cuando asumen ciertos cargos, tienen que ser firmes. La paz y el amor son muy importantes, pero hay momentos en el ejercicio de la actividad administrativa que no puedes dar el brazo a torcer ante otro tipo de consideraciones. No soy una persona omisa y me comprometo con lo que creo que es lo mejor para mi país", sentenció.

La fama de la que hablaba el reportero no es nueva. A finales de los años sesenta, Rousseff militó en los grupos guerrilleros Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares y Comando de Liberación Nacional (Colina), que combatieron contra la esperpéntica dictadura militar brasileña.

En enero de 1970 fue detenida y encarcelada durante tres años. "Nadie sale de eso sin marcas", confesó recientemente a la revista brasileña Piauí. Quizá por esto y por la intensa lucha que libra desde hace menos de un año contra la enfermedad, la superministra de la Casa Civil explicó que, como mujer, no resulta fácil abrirse paso en el mundo de la política brasileña, tradicionalmente monopolizada por hombres.

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Rousseff aclaró que la reciente firma de un acuerdo en materia de defensa entre Brasil y Francia, que incluye la compra masiva por parte de Brasil de cazas de combate, cuatro submarinos convencionales, un sumergible nuclear y helicópteros para equipar a su ya vetusto Ejército, "no implica ninguna revisión de la posición tradicional de Brasil, como país pacífico que procura resolver los conflictos a través del diálogo". Sin embargo, la ministra añadió a continuación: "Ahora bien, sí implica una modificación de la situación de Brasil en el escenario internacional. Durante mucho tiempo, Brasil sufrió una situación muy difícil en el área económica, y no sólo no se invirtió en infraestructuras o en energía, sino tampoco en nuestras Fuerzas Armadas. Brasil tiene un territorio de dimensión continental, con una frontera oeste de más de 15.000 kilómetros y una frontera marítima de más de 8.000 kilómetros. Tenemos la obligación de tener una actitud de protección de nuestro territorio no agresiva, aunque sí defensiva, disuasoria. Toda nuestra política de rearme tiene ese parámetro defensivo".

De esta manera, Rousseff, hacía referencia implícita a una de las grandes preocupaciones actuales del Gobierno brasileño: la protección, en absoluto garantizada por ahora, de los megacampos petrolíferos denominados presal y descubiertos en los últimos años frente a las costas de los Estados de Espíritu Santo, Río de Janeiro y São Paulo. De hecho, recientes estudios de esta área marina, también bautizada como Amazonia Azul, muestran que algunos campos que forman parte del presal salen de la jurisdicción brasileña. En Brasilia se teme que algún país pueda sucumbir a la tentación de pretender hacerse con esos yacimientos y, aunque nadie se atreve a establecer una relación directa, no son pocas las voces que alertan de la decisión tomada hace más de un año por EE UU de reflotar su Cuarta Flota para el Caribe y Suramérica, compuesta por 11 buques, entre ellos un portaaviones y un submarino nuclear.

Dilma Rousseff, precandidata a la presidencia brasileña y ministra de Lula, durante su encuentro con corresponsales extranjeros.
Dilma Rousseff, precandidata a la presidencia brasileña y ministra de Lula, durante su encuentro con corresponsales extranjeros.AP

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