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LA POSGUERRA DE IRAK | La reconstrucción

EE UU advierte de que los sabotajes ponen en peligro la reconstrucción de Irak

Bremer cifra en siete millones de dólares diarios el coste de los últimos ataques a oleoductos

Ramón Lobo

Los planes para la reconstrucción de Irak dependen de un oleoducto de mil kilómetros de longitud. Los dos atentados contra esa vía estratégica, que bombea hacia Turquía el petróleo de Kirkuk (el 40% del que produce el país), lo han dejado inservible durante semanas. Sin petróleo no habrá fondos para invertir y ganarse a una población impaciente. La Administración iraquí dirigida por Washington ha decidido aumentar de 5.000 a 11.500 los vigilantes que defienden las instalaciones. Las pérdidas por esos ataques alcanzan los siete millones de dólares diarios, según Paul Bremer.

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Los 6.500 nuevos guardianes serán contratados por una empresa de seguridad privada que trabaja en la zona tras la caída del régimen el 9 de abril. La mayoría serán iraquíes y se sumarán a los 5.000 que ya protegen el oleoducto del norte. El anuncio se hizo 24 horas después de que un segundo atentado con explosivo destrozara una sección al norte de Mosul, provocando un colosal incendio con columnas de humo de hasta cuatro kilómetros de altura. Ese oleoducto, vital para la economía iraquí, bombea oro negro desde los campos petroleros de Kirkuk en dirección a la terminal turca de Ceyhan.

El viernes se produjo una primera explosión en el tramo de Baji, al norte de Tikrit, región natal de Sadam Husein y donde es mayor el rechazo al ocupante. La voladura se produjo dos días después de su reapertura tras la invasión, y que fue pomposamente publicitada por la Administración civil que dirige la posguerra. El Ministerio del Petróleo de Irak (cuyo edificio jamás fue bombardeado durante la guerra) lo considera un atentado de la resistencia, igual que el ocurrido el domingo.

El administrador civil norteamericano, Paul Bremer, ha advertido de que estos sabotajes contra las infraestructuras dañarán seriamente la recuperación económica de Irak. Bremer cuantificó las pérdidas en siete millones de dólares diarios que afectarán al ritmo del proceso de reconstrucción. "La ironía es que Irak es un país rico que sufre temporalmente la pobreza", dijo, palabras que fueron aireadas por los informativos de la nueva televisión local. Los bomberos que luchan, con apoyo de helicópteros, por apagar el fuego y los ingenieros que evalúan los daños consideran que serán necesarias entre dos y cuatro semanas para reparar la instalación y ponerla en marcha. Los expertos sostienen que el suceso daña la imagen exterior del proceso, pues convierte a Irak en un exportador imprevisible.

El refuerzo de la seguridad privada puede no ser suficiente. Cada uno de esos 11.500 vigilantes deberá encargarse de casi 900 metros de oleoducto. Situados en línea, por muy armados que estén, serían un blanco fácil. El establecimiento de patrullas móviles y de sofisticados sistemas electrónicos de protección puede llevar meses hasta alcanzar la máxima eficacia. Los expertos consideran que es casi imposible defender, como si se tratara de una instalación militar, los mil kilómetros de oleoducto.

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Por otra parte, el Ejército estadounidense ha admitido la explosión de un polvorín en Tikrit, ocurrida en la noche del domingo, aunque no facilitó detalles. La cadena de televisión qatarí Al Yazira sostiene que en él perecieron 12 personas que buscaban cobre entre la munición para revenderlo después en el mercado. Desde las once de la noche a las cuatro de la mañana rige el toque de queda y en Tikrit la vigilancia militar es máxima, pues es una de las zonas de mayor actividad guerrillera.

En otro confuso incidente, un joven de 14 años resultó muerto ayer por disparos de unos soldados estadounidenses que rastreaban armas en Abu Fleis, a 90 kilómetros al oeste de Bagdad, según informa France Presse. El mando norteamericano dice no disponer de información sobre esa muerte.

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