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Ola de cambio en el mundo árabe

EE UU apoya las protestas como expresión de un islam democrático

Obama advierte a Egipto que "no responda con violencia al derecho a discrepar"

Antonio Caño

Con todas precauciones que se requieren ante una situación de incierto desenlace, EE UU ha decidido apoyar los movimientos de protestas que se extienden por el mundo árabe, incluido Egipto, con la esperanza de que se trate de la irrupción en escena del islam político y democrático al que Barack Obama apeló en su célebre discurso de El Cairo en 2009.

El presidente norteamericano, animado además por el hecho de que esos movimientos, al menos por ahora, no tienen un cariz antiestadounidense -lo que es una gran novedad en sí mismo-, parece dispuesto a situarse prudentemente de su lado. "El principio de la defensa de los derechos ciudadanos es tan válido en EE UU como en los países árabes", dijo ayer Obama en una entrevista en YouTube. "La gente (en Egipto) tiene que disponer de instrumentos para expresar sus legítimas discrepancias. La respuesta a esas aspiraciones no puede ser la violencia", añadió.

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La Administración estadounidense está tratando de moverse con gran cautela para que su actuación no sirva de excusa a las autoridades de la región para descalificar a los manifestantes y denunciar un presunto intervencionismo. Esa prudencia no impide, sin embargo, aprovechar esta oportunidad para conseguir en Oriente Próximo los progresos hacia la democracia que siempre se han considerado vitales para afrontar desde otra perspectiva y con mejores posibilidades la lucha contra el integrismo religioso y el terrorismo.

Esa apuesta se ha ido haciendo más evidente en los últimos días en las declaraciones de los principales responsables de la Administración. El martes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, al ser preguntada sobre las protestas en Egipto, respondió: "Apoyamos los derechos de expresión y manifestación de todos los pueblos y urgimos a todas las partes a ejercer contención y abstenerse de la violencia. El Gobierno egipcio es estable y está buscando formas de responder a las legítimas necesidades e intereses del pueblo egipcio". Un día más tarde, ante la continuación de las manifestaciones contra el régimen de Hosni Mubarak, Clinton dijo: "Apoyamos los derechos universales del pueblo egipcio, incluyendo los derechos de expresión, asociación y manifestación, y urgimos a las autoridades egipcias a no impedir las protestas pacíficas o bloquear las comunicaciones, incluyendo las redes sociales. Creemos que el Gobierno egipcio tiene una gran oportunidad para aplicar reformas políticas, económicas y sociales para responder a las legítimas necesidades e intereses del pueblo egipcio".

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Lo que era una posición neutral entre dos bandos se convirtió en 24 horas en una condena de la represión del Gobierno egipcio; lo que era confianza en el régimen de Mubarak se convirtió en presión sobre él para que tome las medidas que se requieren.

Esta evolución es coherente, al parecer, con el criterio del propio Obama, quien, según la agencia de información Bloomberg, ha hablado esta semana por teléfono con Mubarak para transmitirle personalmente el mismo mensaje que hizo público Clinton. Obama incluyó en su discurso sobre el estado de la Unión, en la noche del martes, una frase de respaldo contundente a la revolución de Túnez y de "apoyo a las aspiraciones democráticas de todos los pueblos".

El respaldo a Túnez se ha querido hacer más expreso con la visita a ese país del máximo responsable de Oriente Próximo en el Departamento de Estado, Jeffrey Feltman, quien en una rueda de prensa en ese país el miércoles citó a Túnez como "ejemplo" para que otros líderes árabes democraticen sus regímenes.

El caso de Egipto es mucho más complicado para Estados Unidos. Egipto recibe todos los años 1.300 millones de dólares de ayuda militar norteamericana y ha sido durante décadas una pieza central en la precaria estabilidad de la región. Obama se refirió ayer a Egipto como "un buen aliado" pero renunció a una gran ocasión para defender personalmente al presidente egipcio.

Abandonar a Mubarak, de 82 años, es una decisión de enorme transcendencia que Obama no tomará sin calibrar todas sus implicaciones de cara a la seguridad de EE UU. Pero, al tiempo, esta es una oportunidad de oro para que Obama sea coherente con las palabras de su discurso en El Cairo: "Los Gobiernos que protegen los derechos de sus ciudadanos son, en última instancia, más estables, más exitosos y más seguros".

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