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EE UU busca un acuerdo con Brasil para producir más etanol

El país suramericano fabrica el combustible con caña de azúcar y al menor coste

Fernando Gualdoni

Estados Unidos está decidido a rebajar sus importaciones y consumo de petróleo y derivados y echar mano de más biocombustibles. La Casa Blanca quiere reducir su dependencia del crudo venezolano en manos del régimen del presidente Hugo Chávez y, por otra parte, crear una fuerte alianza comercial con la potencia suramericana que es Brasil, el mayor productor de etanol del mundo. Lo fabrica con caña de azúcar y al menor coste del mercado.

La Casa Blanca no ha escatimado esfuerzos, y ha enviado a Nicholas Burns, el tercero en la línea de mando del Departamento de Estado, para sellar una alianza con Brasil para impulsar la producción de biocombustible. El subsecretario estadounidense ha estado las últimas 48 horas entre São Paulo y Brasilia para convencer a empresarios y políticos de la necesidad de que haya más etanol y que más países lo utilicen.

Para los planes de Washington, Brasil es clave: el país suramericano es el mayor productor de etanol, por delante de EE UU y China, sólo que lo produce con caña de azúcar, no con maíz ni con soja, y lo hace con los costes más bajos. Brasil produce etanol a 0,83 dólares (0,63 euros) por galón (3,785 litros), según el Banco Mundial, frente a los 1,09 dólares de EE UU o 1,20 de Europa (Francia lo fabrica con uvas). Brasil es fuerte en este negocio: en enero pasado exportó 337,4 millones de litros de etanol, un 111% más que en el mismo mes de 2006, según datos del Ministerio de Comercio brasileño. EE UU supone el 50% de las ventas de etanol brasileño, equivalentes a 1.700 millones de litros.

"Los biocarburantes servirán para estrechar las relaciones entre Brasil y EE UU", declaró Burns a la prensa brasileña a su llegada a São Paulo el martes. Poco se sabe de los detalles del pacto que Burns ha ido a buscar a Brasilia, pero fuentes diplomáticas brasileñas señalan que se trata "de extender el uso de este biocombustible a otros países e identificar las áreas del negocio que puedan interesar a los inversores privados".

"Queremos frenar la adicción al petróleo que sufre mi país y otros de la región (...). Pero también diversificar nuestras fuentes de energía porque el petróleo suele distorsionar negativamente el poder en algunos Estados", declaró Burns a la agencia Reuters sin mencionar a Venezuela. Muchos analistas ven en el interés por el mercado del etanol una estrategia estadounidense que, además de buscar una relación más estrecha con Brasil, la gran potencia política y económica suramericana, pretende aislar a regímenes como el de Hugo Chávez o el boliviano de Evo Morales, ambos asentados sobre los recursos energéticos. Burns, que hoy tiene previsto visitar Argentina, ha rechazado que su viaje pueda considerarse como parte de una conspiración contra Caracas.

En Brasil están entusiasmados con el interés que EE UU ha puesto en el etanol, pero no por ello dejan de reconocer que hay varios obstáculos que salvar antes de que el acuerdo prospere. "Para que funcione", explica Alfred Szwarc, asesor de la Unión Industrial de la Caña de Azúcar (UNICA) de São Paulo, "sería bueno que se reduzcan los aranceles a la entrada de estos productos, incluso por debajo de las tasas que pagan las importaciones de crudo, y eliminar las ayudas públicas para crear un mercado más competitivo". Para sortear las barreras arancelarias, algunas empresas brasileñas refinan etanol en plantas de Jamaica, Costa Rica o El Salvador, países con acuerdos comerciales preferenciales con EE UU.

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Aparte del bajo coste, el etanol brasileño de caña de azúcar no provoca la escasez del producto para consumo humano, como la crisis que el auge del etanol estadounidense hecho de maíz ha causado en el mercado mundial de este alimento.

Un trabajador de la planta de refino de etanol de São Tome, en el Estado brasileño de Paraná.
Un trabajador de la planta de refino de etanol de São Tome, en el Estado brasileño de Paraná.REUTERS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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