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EE UU insiste en que las críticas a Rusia por fraude están "bien fundamentadas"

Clinton dice que apoyará "las aspiraciones del pueblo ruso por un futuro mejor"

Antonio Caño

Estados Unidos aseguró ayer que sus críticas sobre las irregularidades electorales en Rusia están "bien fundamentadas" e insistió en que apoyará "las aspiraciones del pueblo ruso por un futuro mejor", con lo que se abre una confrontación con el Gobierno de Moscú, especialmente con Vladímir Putin, de graves repercusiones en las relaciones bilaterales y en el plano internacional.

Después de que Putin acusara a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, de inmiscuirse en los asuntos internos rusos y de azuzar las protestas por las sospechas de fraude electoral, esta respondió ayer con una dura declaración en la que recuerda el valor de los derechos humanos y el derecho de los ciudadanos a expresar libremente sus aspiraciones.

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"Estados Unidos y muchos otros países del mundo", dijo Clinton en Bruselas, "tienen un fuerte compromiso con la democracia y los derechos humanos. Esos son nuestros valores. Y hemos expresado nuestras preocupaciones, que creo bien fundadas, sobre el desarrollo de las elecciones [en Rusia]. Apoyamos los derechos y las aspiraciones del pueblo ruso de progresar y conseguir un futuro mejor, y tenemos la esperanza de que eso sea posible en los próximos años".

Este cruce de mensajes hostiles era infrecuente entre Washington y Moscú en los últimos años, en los que ha predominado el entendimiento o el desacuerdo cortés. El hecho de que se haya producido ahora es una prueba de la difícil posición en la que se encuentra Putin, que ha tenido que recurrir al viejo tópico de culpar a EE UU de los males propios, y de la preocupación con la que este país sigue los acontecimientos en Rusia.

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Aunque China es el gran rival por el liderazgo a medio y largo plazo, Rusia sigue siendo el país con el que las tensiones son más peligrosas, no solo porque conserva el único arsenal nuclear capaz de competir con el norteamericano, sino porque es fácil reproducir en ambas sociedades los prejuicios y rencores que se forjaron en la guerra fría. Rusos y norteamericanos han sido enemigos durante demasiado tiempo como para que todas las cicatrices hayan sanado.

En los últimos años, no obstante, especialmente desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca, Washington y Moscú firmaron un importante acuerdo de desarme y colaboraron en diferentes grandes asuntos internacionales. Esa colaboración le da al mundo tranquilidad y sosiego. Cualquier perturbación de ese clima, por ligera que sea, es una fuente de inquietud universal.

EE UU y Rusia están llamados a cooperar en asuntos esenciales de la seguridad mundial, como Irán, Afganistán y la seguridad de Europa. Una nueva fase de tensión agravaría la solución de un problema, de por sí preocupante, como el del escudo antimisiles que la OTAN quiere desplegar para la protección europea. Este duelo dialéctico entre Clinton y Putin es, además, la anticipación de las dificultades que se avecinan si el actual primer ministro regresa, como es previsible, al Kremlin.

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