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La guerrilla causa la muerte del mejor estratega del ejército y de otros siete oficiales salvadoreños al derribar un helicóptero

El teniente coronel José Domingo Monterrosa, de 43 años, considerado como el mejor estratega del Ejército salvadoreño, murió el martes al ser derribado por la guerrilla un helicóptero militar. La emisora rebelde Radio Venceremos informó que la emboscada corrió a cargo de unidades guerrilleras especiales, infiltradas en una zona que ocupaba el ejército. Varias ametralladoras concentraron su fuego sobre el aparato cuando despegaba con jefes militares a bordo. Murieron 14 personas, entre ellas dos tenientes coroneles, dos mayores y tres subtenientes. El ejército atribuyó el hecho a fallos mecánicos, aunque no descartó que se hubiera producido por disparos de la guerrilla.

El ataque tuvo lugar a las 16.50 horas, en las cercanías de Joateca, departamento de Morazán. El teniente coronel Monterrosa, jefe de la III Brigada de Infantería, con sede en San Miguel, habían instalado allí su cuartel general desde mediados de la semana pasada para dirigir la operación Torola IV, que movilizó a más de 2.000 soldados y algunos helicópteros de la última serie Huey, facilitados recientemente por Estados Unidos para ejecutar las nuevas tácticas de la guerra helitransportada.Monterrosa estaba convencido de que en esta ocasión había logrado acorralar a su principal enemigo, el comandante guerrillero Joaquín Villalobos, que pasa por ser el jefe militar más capaz de la guerrilla. Entre ambos se había establecido una competencia singular a lo largo de todo el escenario bélico oriental, alimentada a menudo a través de las emisiones de Radio Venceremos, que le había convertido en la bestia parda del ejército.

"Esta vez no podrá escapar", declaró Monterrosa el pasado domingo a una periodista norteamericana, refiriéndose a Villalobos. El jefe castrense había justificado el montaje de una operación militar tan ambiciosa como Torola IV, después de haberse iniciado el diálogo con la guerrilla, diciendo que "para conquistar la paz hay que hacer ahora la guerra".A pesar de su optimismo del domingo, dos días después se disponía a levantar el cerco sin haber cumplido su objetivo de cazar a Villalobos. El batallón Atlacatl, los comandos especiales de San Francisco Gotera y la III Brigada de Infantería se preparaban ya para regresar a su bases.

La guerrilla, apostada con prismáticos en las pequeñas colinas que circundan Joateca, sólo tuvo que esperar a que despegara el helicóptero con todos los jefes a bordo. Ese es el momento de mayor debilidad de estos aparatos, que no pueden maniobrar hasta, que han adquirido cierta altura. El fuego de las ametralladoras M-60 hizo el resto. El helicóptero, del tipo UH- 1H, se precipitó a tierra y se incendió. Ninguno de sus 14 ocupantes pudo salir.

Entre las víctimas se encuentran el teniente coronel Napoleón Herson, comandante del centro de instrucción de comandos especiales de San Francisco Gotera; el mayor Nelson Alejandro Rivas, jefe de operaciones de esa misma institución, y el mayor José Azmitia, comandante del batallón Atlacatl, una fuerza de intervención inmediata que entrenaron los asesores norteamericanos y que en su primera etapa estuvo al mando del teniente coronel Monterrosa. También fallecieron tres subtenientes pilotos, dos soldados artilleros, tres miembros del Comité de Prensa de las Fuerzas Armadas, un sacerdote que había dicho misa en Joateca y su sacristán.

La guerrilla explicó que comandos especiales de la brigada Ramón Arce Zablah (BRAZ), la unidad de elite de los insurgentes, estuvieron en todo momento al tanto de los movimientos del ejército y esperaron para atacar el, instante preciso en que pudieron comprobar que viajaban en el helicóptero los mandos estratégicos de la operación Torola IV. "Nuestras fuer zas hicieron blanco con fuego con centrado y preciso de ametralla doras".

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Portavoces oficiales calificaron la noticia de "trágica", para añadir que esta era la cuota de sacrificio que pagaron las víctimas por con solidar el esfuerzo de paz del Gobierno. Para sustituir a Monterrosa al frente de la III Brigada s nombró inmediatamente al teniente coronel Miguel Antonio Méndez, que ejercía la comandancia de un batallón especial.

José Domingo Monterrosa era el militar preferido de los asesores norteamericanos.

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