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New Hampshire, puerta de la Casa Blanca

Jamás un candidato consiguió remontar una derrota en estas primarias

Antonio Caño

La tradición marca que una victoria en New Hampshire es algo más que el triunfo en un pequeño Estado del noreste de EE UU. New Hampshire es la criba que decide qué candidatos tienen opción de victoria y quienes quedan relegados. Desde hace 40 años ningún aspirante a la Casa Blanca ha conseguido remontar el vuelo después de una derrota aquí. Esta vez puede ser algo diferente para los demócratas, ya que la previsible victoria de Paul Tsongas, ex senador del vecino Massachusetts, no le garantizaría buenos resultados en las próximas primarias.

Tsongas lleva casi un año trabajando en este Estado para dar respuesta a las preocupa ciones económicas de los norte americanos, pero carece de organización a nivel nacional y sobre todo, de la imagen y el carisma que parecen imprescindibles para medir fuerzas cara a cara con el aspirante republicano, George Bush. Eso le permitiría al gobernador de Arkansas, Bill Clinton, mantener sus posibilidades electorales a pesar de una de rrota en New Hampshire, siempre que no fuera de proporciones humillantes. Clinton, que cayó bruscamente en las en cuestas tras las críticas sobre sus aventuras extramatrimo niales y sus maniobras para librarse de la guerra de Vietnam, es el candidato mejor conocido en el sur del país. De todos modos, los candi datos demócratas oficiales despiertan tan poco interés que muchos electores todavía prefieren a un candidato fantasma. La única camioneta, aparcada frente al hotel Ramada Inn, el principal centro de operaciones electoral de Concord, está de corada con letreros de Cuomo for President, a pesar de que el gobernador del Estado de Nueva York ha dejado clara su decisión de no presentarse.Desprestigio de Bush

En el bando republicano, las primarias de New Hampshire demostrarán hasta qué punto está desgastado el prestigio del presidente George Bush y hasta donde puede llegar su contrincante demócrata, Pat Buchanan. Un resultado por encima del 30% de los votos para este último -en absoluto improbable sería una alarmante lla mada de atención sobre el descontento con la gestión de Bush. Los sondeos dan a Tsongas una ventaja de 20 puntos sobre Clinton, y a Bush, 30 puntos sobre Buchanan, pero New Hampshire se ha caracterizado por las sorpresas de última hora. Mejor que nadie lo sabe Bush, que en 1980 llegó como vencedor y perdió después, mientras que en 1988 obtuvo el triunfo, pesea que las encuestas le daban como perdedor. Ganar votos en esta tierra helada, donde los electores observan a los candidatos con la meticulosidad con la que un científico examina sus muestras de laboratorio, es una tarea difícil. Aquí no hay grandes mítines ni desfiles multitudinarios: los candidatos se reúnen con grupos reducidos de votantes que los acosan con preguntas sobre sus programas políticos y su vida personal.

En esta ocasión la gran preocupación es la economía, como es lógico en un Estado en el que el año pasado suspendieron pagos casi 4.000 empresas y donde el desempleo se multiplicó por tres en tres años. Lo que la gente pregunta a los candidatos es qué van a hacer con los impuestos, con la seguridad social, cómo van a detener el crecimiento del desempleo. Ahí es donde Tsongas -al que no le importa tener un rostro poco televisivo porque dice que él no pretende ser estrella de cine sino presidente- ha llegado más lejos que los demás, con un programa pormenorizado y realista que se aparta de la tradición liberal de su partido. Cuando un seguidor se acercó hace unos días a Tsongas y le pidió: "Sálvanos de Bush", Tsongas ' le contestó: "Primero tengo que salvarles del Partido Demócrata".

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