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La gran feria electoral

Estados Unidos pone en marcha la maquinaria para elegir a su 41º presidente.

Como cada cuatro años, Estados Unidos se prepara ahora para elegir a un nuevo presidente. Este ejercicio parece tener, a veces, más de fiesta de pueblo, más de romería al borde del río, que de acto reflexivo cuya consecuencia es la designación del hombre más poderoso de la Tierra. En efecto, los caucuses, las primarias, las convenciones nacionales, parecen despertar en los americanos el espíritu de las alegres veladas domingueras que estamos acostumbrados a ver en las películas del Oeste. Las naciones libres compartimos con Estados Unidos este supremo poder de elegir a quien nos va a representar, pero no el largo jolgorio electoral, el sentido de celebración que tiene la elección del nuevo presidente.

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El candidato es el mejor

En cierto modo, un entusiasmo de país joven -lo que todavía hoy se llama espíritu de frontera hace que toda empresa colectiva se celebre en Estados Unidos con el asombro que da la solidaridad.El voto que finalmente elige al presidente está tamizado por varias votaciones previas y es emitido no por el pueblo llano, sino por un colegio electoral, producto, a su vez, de refinados filtros intermedios. Sin embargo, los candidatos de cada partido son escudriñados a lo largo de un año, estrechan miles de manos, hablan sin parar en televisión, ofrecen sus programas al pueblo y, sobre todo, durante seis meses (de enero a junio del año electoral), reciben, uno a uno, el endoso o el rechazo de cada uno de los Estados de la Unión.

Los americanos votan, primero, para designar a los candidatos de cada partido, y después, una vez determinados éstos, para elegir al colegio electoral, que, a su vez, elegirá al nuevo presidente.

Aunque cualquier organización puede presentar candidatos a la presidencia de EE UU (y, de hecho, por ejemplo, el partido comunista concurre siempre), los únicos con posibilidades son los designados por el Partido Republicano (conocido también como GOP -Grand Old Party- y representado tradicionalmente por la figura de un elefante) y por el Partido Demócrata (representado por la figura de un asno). Los candidatos son elegidos en sendas convenciones nacionales, que este año se celebrarán, para los demócratas, en Atlanta, del 18 al 21 de julio, y para los republicanos, en Nueva Orleans, entre el 15 y el 18 de agosto. En Atlanta habrá 4.160 delegados demócratas, y a Nueva Orleans concurrirán 2.277 representantes republicanos.

La designación de esos más de 6.000 delegados se hace, a lo largo de seis meses, en caucuses y en primarias de Estado. Cada partido es quien decide cuántos representantes acuden por cada Estado a la convención nacional, sobre la base de complicadísimas fórmulas de apoyo ideológico y de éxito en anteriores elecciones.

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Históricamente, cada partido designaba en cada Estado un número de delegados que acudían a la convención nacional para elegir candidato a la presidencia. A principio de este siglo, los candidatos empezaron a hacer campaña en cada Estado para que los votantes eligieran compromisarios o delegados que se sabía les apoyaban. Hubo que elegir entre ellos, y así nacieron las elecciones primarias de Estado.

Algunos Estados, sin embargo, consideran que el procedimiento de las primarias es demasiado costoso o que subvierte el verdadero mecanismo democrático, y prefieren designar a sus delegados a la convención nacional mediante convenciones estatales o caucuses. No existen reglas, ni leyes, ni siquiera costumbres para determinar cómo se vota en los caucuses, quién vota o cómo se calculan los resultados. Cada Estado en el que se celebran estas convenciones establece su fórmula y la varía a su antojo. En la mayor parte de los casos, los vecinos de un ayuntamiento eligen a sus compromisarios para el caucuses del condado; de éste salen los compromisarios para el distrito, y de éste, los delegados para la convención del Estado.

Este año, los republicanos celebrarán elecciones primarias en 38 Estados, y los demócratas en 34 y en una circunscripción más formada por los demócratas residentes en el extranjero. En cambio, los caucuses serán 17 para los republicanos y 21 para los demócratas. La suma de primarias y caucuses es más que los 50 Estados de la Unión; ello se debe a que hay, por ejemplo, una primaria en el distrito de Columbia (el área de la capital, Washington) y algunos caucuses en lugares tales como Guam o las islas Vírgenes.

Convenciones nacionales

Los compromisarios así elegidos acudirán a las convenciones nacionales de Atlanta y Nueva Orleans, y en ellas designarán a los que han de ser candidatos a la presidencia de Estados Unidos y a sus running mates, que concurren con ellos a las elecciones como candidatos a la vicepresidencia.En general, los delegados tienen comprometido -pledged- su voto con el candidato que venció en la primaria, pero sólo durante la primera ronda de la convención; el juego sucesivo de los los compromisos, transacciones y traiciones deja en libertad a los compromisarios.

Desde hace semanas se habla del caucus de lowa, que tendrá lugar el 8 de febrero, y de la primaria de New Hampshire, que se celebrará el 16 del mismo mes. ¿A qué viene tanta histeria? ¿Cómo es posible que cada candidato tenga desplazado en ambos Estados lo mejor de sus organizaciones de apoyo? Es cierto que desde 1952 ningún candidato que no haya ganado en New Hampshire ha resultado elegido presidente. Y sin embargo, Iowa apenas manda 37 delegados republicanos a Nueva Orleans y 52 demócratas a Atlanta, y New Hampshire, 23 y 18, respectivamente.

Pero los que ganan en los dos pequeños Estados adquieren el atractivo cosmético, el glamour del triunfador. Un resultado que inmediatamente es magnificado por los espectaculares medios de comunicación de finales de siglo: los candidatos que han alcanzado el éxito en estas dos primeras confrontaciones son elevados a una categoría de vencedor de la que no es fácil ser desplazado. La Prensa, la televisión, el mito, el juego, la verdad y la mentira se conjugan para consagrarles y para darles considerable y misteriosa ventaja de salida en las siguientes confrontaciones.

Sin embargo, en esta ocasión hay un intento de aminorar la influencia electoral de estos pequeños Estados norteños: el 8 de marzo tiene lugar el supermartes; por primera vez, 20 Estados, en su mayoría sureños, han decidido celebrar primarias en una misma jornada. De ellas saldrá nada menos que un tercio de los delegados tanto para Atlanta como para Nueva Orleans. Un día apasionante que debe romper con la tradición.

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