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El Ejército de Pakistán planta cara a EE UU

La guardia de fronteras dispara contra dos helicópteros estadounidenses - La cúpula política y militar suspendió en el último minuto una cena en el Marriott

Ángeles Espinosa

Tropas paquistaníes dispararon contra dos helicópteros estadounidenses que pretendían cruzar la frontera desde Afganistán, el domingo por la noche. El incidente, el segundo de este tipo que se produce en una semana y que de nuevo negaron ambas partes, refleja la creciente tensión entre los dos teóricos aliados ante la incapacidad de Islamabad para acabar con el santuario que sus áreas tribales ofrecen a Al Qaeda y sus simpatizantes talibanes. En una nueva prueba de que el descontrol de esas regiones se está extendiendo al resto del país, ayer fue secuestrado el cónsul general afgano en Peshawar. En Afganistán se anunció el secuestro de 140 trabajadores de la construcción en la provincia de Farah. Las sospechas recaen en los talibanes.

El presidente Zardari ha prometido defender el territorio paquistaní
Kabul propone patrullas conjuntas que operen a ambos lados de la frontera
El 80% de los paquistaníes se opone a las acciones de EE UU
No todas las instituciones del país juegan en el equipo de casa
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Como sucediera el lunes de la semana pasada, los disparos paquistaníes -de los soldados regulares primero y de los paramilitares del cuerpo de guardia fronteriza media hora después- lograron que los helicópteros de EE UU se dieran la vuelta. El episodio se produjo cerca de Lwara Mundi, una aldea de Waziristán del Norte, una de las siete áreas tribales administradas federalmente (las llamadas FATA) en las que el Ejército paquistaní se bate contra los extremistas islámicos.

La falta de control de esas regiones es lo que en opinión de los Gobiernos de Washington y Kabul, y de numerosos analistas, ha permitido el reagrupamiento de los talibanes afganos y de Al Qaeda que los bombardeos estadounidenses expulsaron de Afganistán en 2001. De ahí que los afganos hayan propuesto patrullas conjuntas que puedan operar a ambos lados de la frontera y que en los últimos meses, las tropas de EE UU estacionadas en ese país hayan multiplicado las operaciones transfronterizas.

Incluso para Asif Alí Zardari, viudo de la asesinada Benazir Bhutto, y considerado un hombre próximo a Washington, resulta imposible aceptar semejante violación a la soberanía de Pakistán. Además, aún coleaba la polémica por los 20 muertos civiles en una de esas operaciones de comandos en Waziristán del Sur el 3 de septiembre, apenas tres días antes de su elección como presidente.

El jefe del Ejército paquistaní, Ashfaq Kiyani, un general que contó con el visto bueno de Washington para sustituir a Pervez Musharraf, denunció el ataque y prometió defender la integridad territorial de Pakistán "cueste lo que cueste". El propio Zardari, que hoy se reunirá con George Bush en la ONU, tuvo que emitir un comunicado comprometiéndose a salvaguardar la integridad del país. A la debilidad de su recién formado Gobierno se añade un dato: buena parte de los paquistaníes se opone a que EE UU libre la guerra contra Al Qaeda en su país (hasta el 80% según una reciente encuesta).

Ahí radica gran parte del problema. Tras años de Gobiernos militares que han usado a los radicales islamistas como baza para su guerra contra India en Cachemira, la mayoría de los paquistaníes no termina de ver a esos extremistas como una amenaza para su país. Incluso tras atentados como el del sábado contra el hotel Marriott de Islamabad, en el que la mayoría de las víctimas son paquistaníes, hay voces que piden que el Gobierno se replantee su alianza con Estados Unidos y pare las operaciones contra los militantes islamistas. El doble juego que todavía hoy mantienen los servicios secretos y parte del estamento militar hace difícil otro razonamiento.

Ayer mismo, volvió a planear la sospecha de una importante brecha en la seguridad que refuerza la idea de que no todas las instituciones del país juegan en el equipo de casa. El ministro interino del Interior, Rehman Malik, admitió ante los periodistas que, como difundió la cadena privada de televisión Geo poco después del atentado, el presidente Zardari, sus ministros y los jefes militares iban a asistir a una recepción organizada por la presidenta del Parlamento en el Marriott. Según Malik, en el último momento, se decidió que la cita se celebrara en la residencia del primer ministro, pero no explicó por qué. El dueño del hotel, Sadruddin Hashwani, desmintió que tuviera prevista tal recepción.

Una habitación destrozada del hotel Marriott de Islamabad.
Una habitación destrozada del hotel Marriott de Islamabad.AFP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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