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La encrucijada turca

Erdogan planta cara al Tribunal Constitucional

El primer ministro turco amenaza con anticipar la convocatoria de elecciones

Juan Carlos Sanz

Amenazado de muerte por el aparato del Estado laico, el partido del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, prepara su estrategia para afrontar la crisis política desencadenada por la anulación de la ley del velo por el Tribunal Constitucional. La prohibición de que las mujeres puedan acceder a la universidad con la cabeza cubierta con un pañuelo, sitúa al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el peor escenario desde su llegada al poder. En un lacónico mensaje de la cúpula del partido, el AKP plantó cara anoche al máximo tribunal de la República y le acusó de violar la propia Constitución por haber entrado a juzgar el fondo de la reforma por la que se autorizó en febrero el uso del velo islámico en los campus.

El Gobierno acusa al Constitucional de violar la propia Constitución
Dos tercios de las mujeres turcas se cubren la cabeza con el velo tradicional
Cientos de mujeres con velo se manifestaron en Diyarbakir
Los islamistas pueden fundar otro partido ante unas nuevas elecciones
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"Muchas vendrían a clase con pañuelo si pudieran"
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La prensa y las televisiones turcas adelantaban anoche que Erdogan baraja convocar elecciones anticipadas, las segundas en el plazo de un año, o emprender un acelerado proceso de reformas constitucionales. Sobre el AKP pesa una demanda de ilegalización presentada en marzo ante el mismo Alto Tribunal por el fiscal jefe del Supremo.

El tiempo corre en contra de los islamistas turcos. El fallo del Constitucional para declarar proscrito al AKP y a 71 de sus dirigentes puede producirse este verano. Erdogan, ex jugador de fútbol base y gran apasionado a este deporte, suspendió el viaje que tenía previsto a Suiza para asistir hoy al partido Turquía-Portugal de la Eurocopa, y convocó al mediodía de ayer una reunión de emergencia de la cúpula de su partido en Ankara tras la decisión judicial del jueves.

El vicepresidente del AKP, Mir Mhemet Firat, compareció ante la prensa a las 22.00 horas (una hora menos en la España peninsular) para criticar al Constitucional por haberse extralimitado en sus funciones. "Los jueces sólo pueden entrar en la forma de una reforma de la Constitución y no pueden tomar decisiones sobre su contenido. Esta decisión es una injerencia en el poder Legislativo y supone una violación abierta del principio de separación de poderes", aseguró el vicepresidente del partido sin admitir preguntas de los periodistas que aguardan su comparecencia en la sede del partido.

El artículo 148 de la Carta Magna turca así lo establece, pero una gran mayoría de los jueces (nueve sobre 11) estimaron que el "inamovible" artículo 2, que declara el carácter laico de la República de Turquía les permitía entrar a juzgar el contenido de la reforma para salvaguardar los principios del Estado.

El partido de Erdogan no se ha caracterizado por recurrir a las masas que le apoyan. La situación en Turquía era ayer de aparente normalidad, a pesar de algunas manifestaciones de protesta contra la anulación de la ley del pañuelo. Varios centenares de mujeres cubiertas con el velo se manifestaron ayer en Diyarbakir, la capital de la región kurda del sureste de Anatolia, y en Estambul.

Dos tercios de las mujeres turcas se cubren la cabeza con el velo tradicional, y un porcentaje similar de la población se muestra a favor de que las mujeres puedan cursar estudios universitarios portando el pañuelo islámico, según una encuesta del diario Zaman.

Si el Constitucional decide finalmente ilegalizar al AKP y condenar al ostracismo político a Erdogan y otros 70 altos cargos, entre los que figura el presidente de la República, Abdulá Gül, la única opción de los islamistas es fundar un nuevo partido para presentarse a las elecciones con un nuevo liderazgo. El escenario recuerda al llamado golpe posmoderno de 1997, cuando el primer ministro Necmettin Erbakan, fundador del islamismo político turco y mentor de Erdogan y Gül, fue obligado a dimitir ante las presiones de las Fuerzas Armadas. Su movimiento político, el Partido del Bienestar, fue ilegalizado por el Tribunal Constitucional y propio Erbakan quedó además inhabilitado para ocupar cargos públicos. Erdogan, que entonces era alcalde Estambul, fue juzgado e ingresó en prisión tras ser condenado por "incitación al odio religioso".

El Constitucional (ocho de cuyos actuales magistrados fueron elegidos por el anterior presidente de la República, el kemalista prolaico Ahmet Necdet Sezer) ha ilegalizado a más de 20 partidos políticos en Turquía desde el golpe de Estado militar de 1980. Los grupos nacionalistas kurdos han sido los que más sentencias de disolución han recibido por "atentar contra la unidad del Estado", seguido de partidos de base islamista, como el que Gobierna Turquía con mayoría absoluta desde hace casi seis años.

Un grupo de mujeres se manifiesta ayer en Estambul en protesta por la decisión del Tribunal Constitucional de anular la <i>ley del velo, </i>aprobada por el 80% del Parlamento.
Un grupo de mujeres se manifiesta ayer en Estambul en protesta por la decisión del Tribunal Constitucional de anular la ley del velo, aprobada por el 80% del Parlamento.AP

La inestabilidad ahuyenta a los inversores

La lira turca volvió a caer ayer un 1% frente al dólar por segundo día consecutivo y la Bolsa de Estambul perdió un 2% de su valor nada más abrir sus operaciones, un día después de la sentencia del Tribunal Constitucional. Las perspectivas de inestabilidad se acrecientan ante la eventualidad, cada vez más previsible, de que el partido en el poder sea ilegalizado y de que los turcos sean llamados a las urnas por segunda vez en un año.

El Gobierno turco ya advirtió la semana pasada de que la inestabilidad está espantando a los inversores extranjeros que habían sido atraídos por el acercamiento de Turquía la Unión Europea. "Nos movemos en el filo de la navaja. Nadie sabe qué puede ocurrir", confesó el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. "Teníamos previsto recibir inversiones exteriores por 25.000 millones de dólares (16.000 millones de euros) en 2008, pero hemos rebajado las previsiones a sólo 13.000 millones", declaró Erdogan al diario económico Referans.

Turquía, que superó con aparente éxito la crisis monetaria de 2001 y recibió las bendiciones del Fondo Monetario Internacional, se enfrenta ahora a un sombrío panorama de inflación, desempleo y creciente deuda externa. Desde hace un año, cuando el mismo Tribunal Constitucional vetó la elección del entonces ministro de Exteriores, Abdulá Gül, como presidente de la República, la economía turca pasa por horas bajas. La última decisión del Alto Tribunal ha caído como un mazazo sobre los mercados.

"Mientras se resuelve la crisis todos van a estar a la expectativa", declaró ayer a la agencia Reuters el analista financiero Cumhur Ornek, "nadie va a poder actuar hasta conocer cuál es el plan B del AKP [Partido de la Justicia y el Desarrollo, en el poder] para salir de la crisis. Pero, a partir de un cierto nivel, la lira puede desplomarse".

La inestabilidad ha paralizado, además, el proceso de adhesión a la UE. En su último informe, el Parlamento Europeo considera que Turquía sigue sin adoptar reformas políticas y económicas necesarias para homologarse con el espacio europeo.

El único paso dado hasta ahora por el Gabinete islamista ha sido la aprobación de un macroplan de desarrollo del sureste de Anatolia, región con mayoría de población kurda. Ankara invertirá 1.200 millones de euros este año en la construcción de embalses y un sistema de riego.

Islamismo turco

- 2002. El AKP (islamista moderado) gana las elecciones. El primer ministro es Abdulá Gül, al que sustituye en 2003 Recep Tayyip Erdogan (en la foto).

- 2004. La UE acuerda abrir negociaciones en 2005 para el ingreso de Turquía.

- 2007. La candidatura de Gül a la presidencia desata una crisis institucional. Cientos de miles de turcos se manifiestan a favor de la laicidad del Estado. El Gobierno convoca elecciones anticipadas en julio, en las que el AKP arrasa. Gül se convierte, en agosto, en el primer presidente islamista.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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