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Erdogan se propone visitar Gaza en plena crisis de relaciones con Israel

Ankara congela la cooperación militar y veta a la industria de defensa israelí

Enric González

El Gobierno turco dio ayer un nuevo paso en su enfrentamiento con Israel. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que la expulsión del embajador israelí era solo el principio y que "las relaciones comerciales, las relaciones militares y las relaciones industriales" quedaban "completamente suspendidas". "Nuestros buques de guerra se verán con más frecuencia en aguas cercanas a Israel", dijo.

Erdogan se mostró decidido a llevar hasta las últimas consecuencias sus represalias contra Israel. Oficialmente, la crisis diplomática se debía a que el Gobierno de Benjamín Netanyahu se había negado a disculparse por el violento asalto al buque turco de activistas propalestinos Mavi Marmara. En realidad, los problemas comenzaron antes, con la invasión israelí de Gaza a finales de 2008, y estaban relacionados con la voluntad de Erdogan de erigirse en el gran líder musulmán de Oriente Próximo.

Viajeros turcos han sido obligados a desnudarse a su llegada a Tel Aviv

La ruptura militar entre las dos potencias regionales podría tener graves repercusiones: Israel es un estrecho aliado de EE UU y Turquía pertenece a la OTAN. No menos importante resulta la amenaza de ruptura comercial, aunque un portavoz del Gobierno turco precisó que Erdogan se refería solo a los intercambios en materia de defensa. El comercio bilateral entre Israel y Turquía ascendió a casi 2.500 millones de euros en 2009 y a 3.000 millones en 2010. El gobernador del Banco de Israel, Stanley Fischer, declaró el lunes que la interrupción de los negocios entre ambos países iba a resultar muy cara porque Turquía era "la economía más importante de la región, por encima de los países petroleros del golfo Pérsico".

El Gobierno de Netanyahu repitió por enésima vez que no pensaba pedir disculpas por interceptar la llamada Flotilla de la Paz, un acto que una comisión investigadora de la ONU consideró "legítimo" aunque efectuado con una brutalidad desproporcionada (nueve activistas turcos murieron a tiros), pero expresó su deseo de que las relaciones con Turquía se normalicen "lo antes posible".

Las represalias mutuas han llegado a extremos muy mezquinos. Los viajeros turcos que llegaban al aeropuerto de Tel Aviv el domingo fueron obligados a vaciar sus maletas y a desnudarse; según las autoridades de Ankara, eso había ocurrido "muchas veces, demasiadas", con anterioridad. El lunes, los viajeros israelíes que llegaron a Estambul fueron obligados a su vez a vaciar las maletas y a desnudarse.

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Erdogan tiene el propósito de viajar pronto a Gaza, quizá ya la semana próxima, al término de una anunciada visita a Egipto, aunque las dificultades aparecen importantes: Israel, lógicamente, se opone, y Egipto, el otro país fronterizo con la franja, no siente el menor entusiasmo. A Erdogan le bastaría con poner un pie en Gaza para elevar hasta cotas extraordinarias su popularidad en el mundo musulmán.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, llega a un acto público en Ankara.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, llega a un acto público en Ankara.UMIT BEKTAS (REUTERS)

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