Escocia, abocada a un referéndum de independencia
Los nacionalistas logran la mayoría absoluta a costa de laboristas y liberales
Los independentistas del Partido Nacionalista Escocés (SNP) obtuvieron un histórico triunfo en las elecciones autonómicas del jueves que les ha dado la mayoría absoluta y les permitirá convocar un referéndum sobre la independencia de Escocia. Aunque los sondeos ya auguraban su victoria, muy pocos esperaban que el partido que lidera el carismático Alex Salmond alcanzara la barrera de la mayoría absoluta. El SNP, que gobernó en minoría en la pasada legislatura, logró 69 de los 129 escaños del Parlamento de Holyrood, 23 más de los que tenía, con un 45% de los votos.
El crecimiento independentista se produjo a costa de los tres grandes partidos británicos. Los laboristas se quedaron con 37 escaños (siete menos que en 2007), los conservadores con 15 (cinco menos) y los liberal-demócratas fueron literalmente barridos y mantuvieron solo cinco de los 17 escaños que tenían hasta ahora.
Los analistas atribuyen el éxito a la buena gestión económica del SNP
El SNP arrasó en Edimburgo, donde no tenía ningún escaño, al ganar en cinco de las seis circunscripciones, y se adjudicó también escaños en bastiones laboristas de Glasgow. El líder laborista escocés, Iain Gray, presentó su dimisión, que será efectiva en otoño.
El primer ministro británico, el conservador David Cameron, felicitó a los independentistas por su "enfática victoria" y se comprometió a "hacer todo lo posible, obviamente, por trabajar con el ministro principal de Escocia". Añadió: "Siempre trataré al pueblo escocés y al Gobierno escocés con el respeto que se merecen". "Pero en la cuestión del Reino Unido, si quieren convocar un referéndum haré campaña para mantener junto al Reino Unido con todas las fuerzas que tenga", advirtió.
Salmond calificó su triunfo de "histórico" y anunció que, efectivamente, convocará un referéndum durante la legislatura, como proponía su programa electoral. Antes negociará con el Gobierno de Londres un incremento de los poderes del Parlamento escocés, el derecho a tener su propio impuesto de sociedades y un incremento de la capacidad de endeudamiento para que alcance los 5.000 millones de libras (5.600 millones de euros). Salmond ya intentó convocar un referéndum sobre la independencia en la anterior legislatura, pero su Gobierno minoritario no consiguió el apoyo que necesitaba de los liberales-demócratas para aprobar la convocatoria. Ahora, con mayoría absoluta, no depende de nadie para decidir sobre la consulta.
Tiene especial relevancia el que la cuestión de la independencia no haya sido tan central en esta campaña como en 2007, en parte porque la crisis es lo que más preocupa a los ciudadanos y derrumbó el mito de que países como Islandia e Irlanda eran la prueba de que la independencia de Escocia es viable.
Para el SNP, eso tiene una lectura agridulce. Agria porque significa que buena parte de sus votos no son de independentistas. Según los sondeos, solo en torno al 30% de los escoceses quieren la independencia. Pero dulce porque eso significa que los escoceses le han votado porque están satisfechos de su gestión al frente del Gobierno y ven al SNP como la fuerza política más capaz de enfrentarse a un Gobierno en Londres que amenaza con el hacha del recorte del gasto público.
Varios analistas explican el éxito arrollador del SNP en una combinación de varios factores. Una muy buena campaña con un líder muy superior al resto. Un enorme deseo del electorado de castigar a los conservadores pero sobre todo a los liberal-demócratas por los ajustes impulsados por la coalición. Y una torpe estrategia de los laboristas al centrar la campaña en cuestiones británicas en lugar de preocupaciones escocesas: Ed Miliband ha planteado la campaña como un primer paso para devolver a los laboristas al poder en Londres.

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