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Elecciones regionales en el Reino Unido

Escocia marca la agenda de Londres

La victoria del SNP pone el debate sobre la independencia en el centro de la política británica

Tanto si se hace con el Gobierno como si no, Alex Salmond, líder del Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés), ha conseguido poner la independencia de Escocia en el centro del debate político británico. Salmond ha logrado centrar la campaña electoral en su propuesta de convocar un referéndum sobre la independencia, ha provocado una reacción de pánico de los laboristas llamando a salvar el Reino Unido y ha reavivado el debate sobre el estancamiento económico escocés y la responsabilidad que Londres pueda tener sobre ello.

A diferencia de España, donde el debate sobre el País Vasco y Cataluña se centra primero en los símbolos de identidad nacional y luego en el trasfondo económico, la independencia o no de Escocia se analiza en el Reino Unido ante todo desde el prisma económico. Los símbolos nacionales apenas pesan. Nadie niega a los escoceses su derecho a decidir en referéndum si se independizan o mantienen la unión acordada en 1707. Los tres grandes partidos británicos no consideran sagrada la unidad nacional, pero creen que los escoceses y el resto de los británicos viven mejor juntos.

El SNP, sin embargo, argumenta que Escocia sería mejor si fuera independiente. Y se basa sobre todo en dos grandes argumentos: la fiscalidad y el petróleo del mar del Norte. Los independentistas aspiran a implantar en Escocia un régimen fiscal como el de Irlanda, con un tipo del impuesto de sociedades del 12,5%, para atraer grandes cantidades de inversión extranjera.

Si Irlanda pudo hacer eso fue gracias a las ayudas estructurales que recibía de la Unión Europea, que compensó en parte la caída inicial de las recaudaciones fiscales. El SNP cuenta para ello con el dinero del petróleo del mar del Norte, cuyas recaudaciones van ahora a Londres y se reparten entre todas las regiones británicas. Pero el primer problema del esquema del SNP es que las reservas de petróleo se están agotando -apenas queda gas y crudo para 20 años- y, a pesar de su impresionante ascenso de ayer en las urnas, no parece que la independencia vaya a llegar pasado mañana.

Con independencia o sin ella, los nacionalistas quieren que las competencias sobre fiscalidad las tenga Edimburgo. Defienden un sistema similar al del cupo del País Vasco: quedarse con todos los ingresos y transferir a Londres una parte para costear los gastos comunes de la unión, como la monarquía o la defensa. Además, quieren tener plena competencia sobre el sistema fiscal, algo que no tienen los vascos porque han de respetar la política fiscal general acordada en Madrid.

Los laboristas defienden el sistema actual, que asigna la inversión pública en el Reino Unido con un criterio regional basado en gran parte en la población. Los tories preferirían que se repartiera en función de los niveles de pobreza de cada región. Y los liberales-demócratas optan por un modelo mixto de cesión de impuestos y reparto regional de inversiones.

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El modelo fiscal del SNP, sin embargo, sólo parece posible si Escocia fuera independiente, porque mientras siga formando parte del Reino Unido chocaría con la legislación europea de la competencia al tratar de manera diferente a los contribuyentes de un mismo Estado según su lugar de residencia.

Bruselas podría aceptar -aunque con muchas reticencias- algo así en el Ulster para consolidar la paz de esa atormentada región, pero no en Escocia.

Escocia es un país pobre y rico a la vez, según se mire. Es pobre si se compara con el conjunto de Inglaterra, pero es la tercera región más rica del país, después de Londres y el sureste de Inglaterra. Los escoceses se sienten lo bastante pobres como para culpar al Reino Unido de su estancamiento económico y lo bastante ricos como para pensar que podrían subsistir por sí mismos. "Escocia es un país afortunado porque tiene muchos recursos, y si tenemos el control de esos recursos podemos ofrecer a la gente un nivel de vida mejor", señalaba a este diario en plena campaña el candidato del SNP por Morey, Richard Lochhead.

"Si miramos a otras pequeñas naciones independientes del mismo tamaño, como Irlanda, Islandia, Noruega o Dinamarca, son todos países que han tenido gran éxito. Y podríamos al menos igualar ese éxito si fuéramos independientes. Tenemos una identidad nacional, ahora tenemos un Parlamento nacional pero tiene poderes limitados. Queremos que nuestro Parlamento tenga los mismos poderes que otros parlamentos soberanos para poder determinar cuál es la mejor política exterior, de defensa, de energía, de la Seguridad Social", explica Lochhead.

Dos inspectoras electorales estudian los resultados de la votación ayer en Aberdeen.
Dos inspectoras electorales estudian los resultados de la votación ayer en Aberdeen.REUTERS

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