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AMAIA OROZCO | Investigadora del UN-Instraw

"En España hay una vulneración múltiple de derechos"

"Una serie de hogares o de personas unidos porque se produce una transferencia de cuidados" forman las cadenas cadenas globales de cuidado, según la doctora en Economía Amaia Orozco, del Instituto Internacional de Investigación y Capacitación de Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (UN-Instraw), que estudia este fenómno desde hace año y medio.

Orozco, investigadora principal del proyecto Construyendo Redes: las Mujeres Latinoamericanas en las Cadenas Globales de Cuidado, explica que el eslabón principal son las empleadas de hogar migrantes. "Son las mujeres las que asumen la necesidad de cuidar y las que necesitan transferir esta responsabilidad cuando se marchan de un sitio a otro", mientras que los hombres, aunque trabajen, por ejemplo, cuidando ancianos en otro país, no forman parte de estas cadenas, porque en su país de origen no asumían esta responsabilidad.

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"Nuestra intención no era tanto saber qué les está pasando a las mujeres, sino sacar a la luz una realidad que está muy vinculada con la desigualdad de género y que suele ser muy invisible, que es el tema de los cuidados", explica Orozco.

La investigadora rechaza el "discurso alarmista" en los países de origen "sobre la desestructuración familiar y las consecuencias calamitosas que tiene" la migración de las madres. "La migración, más que crear nuevos problemas, está visibilizando o agudizando problemas que ya estaban. Lo que hace es sacar a la luz problemas latentes en la sociedad. Es decir, si el hecho de que una madre se marche implica una desestructuración familiar, es porque no hay otras redes capaces de soportar la ausencia de esa mujer: no hay responsabilidad de los hombres, no hay servicios públicos adecuados".

El proyecto apuesta por "aprovechar ese contexto que la migración provoca" para llevar al debate social la cuestión de "cómo organizamos los cuidados de una sociedad: quién tiene que cuidar, a quién, a cambio de qué, en qué espacio, el papel que tiene que tener el Estado, los hombres, los hogares...".

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Orozco denuncia que en España "hay una vulneración múltiple de derechos relativos a cuidados a la población migrante: el derecho a recibir cuidados adecuados por parte de los menores migrantes que están aquí, a conciliar la vida laboral y familiar, y derechos laborales en el sector de cuidados". Por su parte, las empleadas de hogar migrantes se encuentran en "una situación muy desprotegida y muy vulnerable" por el cruce entre el régimen laboral de los empleados de hogar y la legislación en materia de extranjería. Por eso, el Instraw apoya el paso de estas trabajadoras al Régimen General de la Seguridad Social, pero no de forma aislada, sino en el marco de otra serie de medidas "que revaloricen y dignifiquen el empleo de hogar".

La Ley de Dependencia tiene también un papel en esta cuestión, ya que "si se trata de cuidados a una persona en situación de dependencia, quizá, lo que tendría que existir es un fondo de compensación, que lo ponga el Estado y que pague las cotizaciones a la seguridad social de esa empleada de hogar".

"No es lo mismo cuidados imprescindibles de ancianos que cuidados de menores: a lo mejor lo que hay que hacer es fomentar las escuelas infantiles y reducir la necesidad de contratar empleo de hogar. Y no es lo mismo que una pareja joven que se lo puede permitir contrate a una persona para que tenga muy limpia su casa. Hay muchos casos que requieren una variedad de respuestas que afectan a todo un conjunto de políticas", afirma Orozco.

Todo esto debe ser objeto de un debate colectivo, afirma la investigadora, en el que "tengan voz las protagonistas del asunto. Porque otro problema de las empleadas de hogar es que no tienen representación, porque, como no están introducidas en los sindicatos habituales, es muy fácil dejarlas fuera. Y que se tenga especialmente en cuenta la situación de las empleadas de hogar migrantes, porque tampoco es la misma que la de las autóctonas".

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