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Europa abre el debate sobre energía nuclear

La presidencia finlandesa rompe el tabú y propone una primera discusión en la cumbre de la UE

Andreu Missé

La Unión Europea ha comprendido que ya no puede seguir por más tiempo con la política de avestruz con la energía nuclear. La presidencia finlandesa ha decidido "romper el tabú" y ha propuesto "iniciar una primera discusión" sobre la energía nuclear en la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que se celebrará en Lahti (Finlandia) el próximo día 20. La presidencia reconoce que "el rechazo de la UE a ni siquiera hablar de la energía nuclear con Rusia es una de las razones por las que Moscú se opone a ratificar la Carta de la Energía", según los documentos enviados a las cancillerías. La cumbre europea abordará también los recientes obstáculos de las autoridades rusas a las inversiones occidentales en proyectos energéticos en Rusia.

Europa importa de Rusia el 25% de sus necesidades de petróleo y el 40% de gas
En Francia más del 85% de la producción eléctrica es de origen nuclear
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El propósito de la Unión de abordar este espinoso asunto y no "mantenerlo debajo de la alfombra" es porque considera que "la energía nuclear es una parte importante del mix energético de muchos Estados miembros y es un hecho vivo del escenario mundial". En este sentido, cita los planes de China e India de construir más de 100 reactores nucleares de aquí a 2030.

La presidencia lamenta especialmente la incapacidad que supone para la UE no poder hablar siquiera del asunto. Este silencio tiene serias repercusiones como, por ejemplo, las de no poder incidir en las discusiones con sus socios sobre las futuras "implicaciones del Tratado de No Proliferación entre la India y Estados Unidos". En este sentido, el presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, en su reciente visita a la India animó a las autoridades de este país a firmar el Tratado de No Proliferación, porque esto "prepararía el terreno para una cooperación nuclear civil con Europa".

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La definición de una política exterior de la UE en materia energética es una de las actuales prioridades ante el creciente desafío que supone asegurar el suministro energético. La pasada primavera, el Alto Representante de la Unión, Javier Solana, y la Comisión Europea, elaboraron un documento que ha servido de base para impulsar la estrategia actual. Uno de sus objetivos era "la integración de los mercados de energía de Rusia y la Unión Europea en beneficio mutuo, de manera recíproca, transparente y no discriminatoria".

La cumbre europea de Lahti abordará la conveniencia de asegurar la seguridad nuclear y acordará aumentar la cooperación en esta área. Pero considera importante discutir sobre el asunto con el propósito en primer lugar de "explorar qué forma de diálogo se puede establecer con terceros países ante la ausencia de una posición interna común". También se analizará hasta qué punto "la Unión puede alcanzar un enfoque común para sugerir un régimen internacional de suministro de combustible nuclear".

Éste es precisamente el talón de Aquiles de la UE en sus relaciones energéticas con Moscú, de las que, por otra parte, Europa importa el 25% de sus necesidades de petróleo y el 40% de gas. Rusia firmó en 1994, pero no ratificó después, la Carta de la Energía, que regula el régimen de inversiones y usos de redes de transporte de gas y petróleo, pero no dice nada sobre la energía nuclear ni sobre ventas de electricidad. Las autoridades rusas han señalado que no existen divergencias de fondo por lo establecido en la carta sobre los suministros de hidrocarburos. No obstante, lamentan la falta de interés por parte de la UE en la homologación tecnológica entre las redes rusas y europeas. Moscú se muestra sobre todo descontento con las restricciones que la UE ha impuesto a la importación de material nuclear. El presidente Vladímir Putin ha señalado que estas discriminaciones ocasionan a Rusia unas pérdidas que podrían alcanzar los 300 millones de dólares (unos 240 millones de euros).

El ministro de Industria y Energía ruso, Víctor Jistrenko, reconoció antes de la cumbre del G- 8 en San Petersburgo la falta de adecuación de la carta a las necesidades de su país. "No necesitamos un paraguas político que trate sólo unos pocos temas. Necesitamos un medio transparente para proteger los intereses de las compañías rusas y minimizar los riesgos en el sector de la industria energética", precisó.

La UE está profundamente dividida sobre la cuestión nuclear. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, ha señalado en más de una ocasión la necesidad de discutir abiertamente de este tema, con independencia de las posiciones y los resultados. En la pasada primavera, Francia elaboró un documento con el propósito de que fuera discutido por Los Veinticinco. La idea de Francia, donde más del 85% de la producción eléctrica es de origen nuclear, era favorecer la descentralización de las fuentes energéticas, sin excluir ninguna de ellas, y fomentar un modelo sostenible desde el punto medioambiental.

El Reino Unido también ha sugerido la necesidad de abrir este debate, pero otros países como Austria, con un importante peso de la energía hidráulica por su situación geográfica, se muestran radicalmente en contra del uso de la energía nuclear. Alemania tiene un plan de cierre de centrales nucleares, que, de momento, la canciller, Ángela Merkel, no ha modificado, y en España rige una moratoria de construcción de nuevas centrales desde 1984 y ninguna empresa construye centrales nucleares.

Sobre la cuestión energética, la cumbre discutirá un documento elaborado por el comisario de Energía, Andris Piebalgs, y aprobado por la Comisión Europea que propone la creación de un sistema de alerta para casos de emergencia ante fallos de suministro. Este sistema para afrontar posibles crisis energéticas consiste en la creación de "una red de corresponsales energéticos" en los distintos países que ayudarán a la UE a responder y a reaccionar rápidamente a las amenazas sobre la seguridad energética.

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