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Reportaje:Elecciones presidenciales en Francia

Europa espera a Sarkozy

Bruselas confía en que el nuevo presidente inyecte energía a la UE

Europa lleva meses esperando a que la segunda economía de la zona euro elija al presidente que redibujará el nuevo mapa político europeo. De las alianzas que forje con Berlín, de su deseo de ver a Turquía dentro de la Unión, de cómo se posicione ante un nuevo texto constitucional que saque a la UE del atolladero y de las reformas económicas que ponga en marcha, dependerá en buena medida el futuro de la Unión Europea. Un nuevo jugador desembarcará hoy en la partida que empezó hace 50 años y en cuyo tablero los políticos jóvenes, pragmáticos y liberales van dejando atrás a las grandes figuras de la política europea.

Las capitales europeas esperan que el nuevo presidente francés ponga la economía francesa a funcionar, reactive el lánguido eje franco-alemán y dote de mayor peso político a toda la Unión. "Sarkozy no cree filosóficamente en el eje París-Berlín, pero sí cree en que los grandes países europeos sean los que construyan la Unión. Falta por ver si [el que se espera suceda a Blair, Gordon] Brown se sube al carro", explica Charles Grant, director del londinense Center for European Reform. "Si Brown no está dispuesto a asumir retoques en el Tratado Constitucional europeo, el Reino Unido se quedará atrás, aislado políticamente. Si no hace caso a los tabloides y dice que sí a Europa, entonces podremos asistir a una gran etapa de cooperación entre los tres grandes países", añade.

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A Brown, Merkel y Sarkozy les une además una cierta visión similar de Europa, más pragmática que la que tuvieron predecesores suyos como Mitterrand, Kohl e incluso Blair. "Manejan una agenda económica más liberal y en teoría menos proteccionista. No tienen el compromiso emocional que sus mayores tuvieron con la Unión, pero saben que la UE es necesaria, que les hace falta", según Grant.

Mientras el Reino Unido y Francia deciden su futuro, Alemania ya tiene muchos deberes hechos. Tras el cambio de Gobierno hace dos años y con la subida de la canciller Angela Merkel al poder, Alemania ha resurgido de sus cenizas, ha logrado una impresionante recuperación económica y se ha colocado en el centro de la agenda política europea. Mientras tanto, Francia transita la cuesta abajo inaugurada con el no de los franceses a la Constitución Europea hace ahora dos años y ha dejado de ser el referente político que era. Lo mismo le ha sucedido a un Reino Unido cuyo primer ministro Tony Blair ha quedado tocado y hundido por la guerra de Irak y la gestión de su sucesión.

Una Alemania que preside este semestre la UE y que goza de buena salud desea la llegada al poder de Sarkozy, de la misma familia política que Merkel, y al que Berlín considera más capaz de acometer reformas económicas que a su antecesor Jacques Chirac. "Merkel tiene una relación mucho más labrada con Sarkozy que con Royal. Llevan meses trabajando entre bambalinas", cuenta Kurt Lauk, europarlamentario conservador alemán y presidente del consejo económico que asesora al Gobierno de Berlín. Lauk cree además que Merkel y Sarkozy pueden forjar un buen tándem político que inyecte energía a Europa.

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Opina lo mismo su compatriota Henrik Uterwedde, subdirector del instituto franco-alemán, que sostiene que "Merkel está volviendo a las raíces de la política exterior alemana y eso incluye la relación con los países del Este, la cooperación transatlántica y el eje franco-alemán". Pero ambos tienen claro que la alianza París-Berlín no será una reedición de la del pasado. Que en una Europa de 27 socios hay que alcanzar consensos. "Antes, un compromiso entre París y Berlín significaba que el trato estaba hecho. Hoy hay que tener en cuenta al Este de Europa, al sur, a los ricos, a los pobres, a los pequeños y a los grandes. Está claro que si París y Berlín no se ponen de acuerdo, las iniciativas no salen adelante, pero lo que ya no está claro es que su acuerdo sea suficiente para lograr un compromiso europeo", según Uterwedde.

Bruselas no se ha decantado oficialmente por ningún candidato, pero es un secreto a voces que los dirigentes esperan con los brazos abiertos a Sarkozy. Es evidente que la Comisión Europea liderada por el conservador José Manuel Durão Barroso se sentiría mucho más cómoda con un presidente francés que promete modernizar la economía francesa y recortar los tentáculos del Estado. Pero, sobre todo, quieren a Sarkozy porque, a diferencia de su rival socialista, ha prometido que no someterá a referéndum el Tratado Constitucional que se espera esté listo antes de 2009.

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