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Excarcelada la presa política más joven de Marruecos

Zahra Boudkour, de 23 años, cumplió una condena de 24 meses por manifestarse

El barrio Moulay Rachid de Zagora, una pequeña ciudad en puertas del Sáhara, estuvo en la noche del sábado al domingo de fiesta para recibir a Zahra Boudkour descrita por la prensa independiente de Marruecos como la más joven presa política del país.

Boudkour, de 23 años, salió el sábado por la tarde de la cárcel de mujeres de Benguerir cerca de Marraquech, tras cumplir íntegramente una condena a dos años de cárcel. "Mucha gente se echó a la calle para darle la bienvenida a ella y a los demás presos", afirma desde Zagora Ghalia Boudkour, hermana de la ex presa.

"La cárcel no me ha cambiado", declaró Zahra por teléfono a este periódico desde casa de sus padres en Zagora. "Mis convicciones son las mismas", añadió. "Voy a seguir militando en la Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes" (UNEM), el sindicato estudiantil. "También voy a seguir estudiando derecho como lo hice, a trancas y barrancas, en la cárcel". El mes próximo acabará el tercer año de la carrera. "Pero ahora, primero, me siento libre".

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Junto con Zahra fueron liberados el fin de semana otros seis estudiantes. Otros dos, Mourad Chwini y Mohamed Mestah, permanecerán, sin embargo, detrás de los barrotes hasta cumplir sus condenas de tres y cuatro años, respectivamente.

Todos ellos fueron detenidos a mediados de mayo de 2008 tras varios días de manifestaciones, con los consiguientes enfrentamientos con los antidisturbios, en protesta por una intoxicación colectiva en la cantina de la Universidad Cadi Ayad de Marraquech. Reivindicaban mejoras de la comida y de las becas que apenas alcanzan los 1.500 dirhams (137 euros) mensuales.

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Tras 14 meses en prisión se celebró, por fin, el juicio, y todos ellos fueron condenados a penas de entre dos y cuatro años de cárcel por alteración del orden público y exhibición de armas blancas ante las fuerzas del orden, un cargo que "negaron rotundamente", según Mohamed Massoudi, uno de sus abogados.

El caso de Zahra saltó a la palestra no sólo porque era la única mujer del grupo sino porque fue sometida a tremendas vejaciones y también fue torturada. Antes de ingresar en prisión permaneció cinco días en un sótano de la comisaría de la célebre plaza Jamaa el Fnaa de Marraquech. Estuvo atada a un radiador y desnuda, según narró en EL PAÍS en noviembre de 2008 desde la cárcel de Boulmharez, en Marraquech.

Zahra tenía entonces la regla y el suelo de aquel calabozo estaba salpicado de sangre. Así la contemplaron los policías que la interrogaron y sus 17 compañeros de cautiverio de la comisaría. En las dependencias policiales "me golpearon también con una vara de hierro", recordaba desde la prisión. "Aquella comisaría fue un pequeño Guantánamo en versión árabe".

En la cárcel también padeció el hacinamiento y la falta de higiene. "Esto está repleto de cucarachas y a los bebés de las reclusas les trepan por la cara en cuanto se descuidan", explicaba al teléfono a finales de 2008. Para reclamar una mejora Zahra y sus compañeros varones se coordinaron para llevar a cabo una huelga de hambre que duró 46 días. La dirección penitenciaria les hizo algunas promesas que, según ella, "apenas se cumplieron".

La estudiante, que se declara comunista, se convirtió en un icono de la lucha por las libertades a ojos de la izquierda marroquí y de las organizaciones de defensa de los derechos humanos. "Vuestra huelga, auténtico grito de libertad, retumba en los cuatro puntos cardinales", escribía el columnista Khalid Jamai en el desaparecido semanario "Le Journal" mientras que el bloguero Ali Fkir ensalzaba el domingo a "la joven roja de Marruecos que ha dado una lección inolvidable a las fuerzas de represión (...)".

Zahra Boudkour.
Zahra Boudkour.

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