La catástrofe aérea de Alsacia causa 87 muertos y reabre la polémica sobre la seguridad del Airbus A-320
La catástrofe aérea de Alsacia ha puesto de nuevo en cuestión la seguridad del avión más moderno del mundo, el Airbus A-320. Es la tercera vez en menos de cuatro años que un accidente grave nubla el prestigio del último grito de la tecnología aeronáutica europea. La primera explicación al choque contra una montaña del Airbus A-320 de la compañía francesa Air Inter es que el aparato volaba demasiado bajo. Pero nadie sabía ayer por qué. La catástrofe ocurrió en la noche de¡ pasado lunes y provocó la muerte de 87 personas, entre ellas seis españoles. Otros nueve viajeros sobrevivieron.
La Unión Sindical de Pilotos y Navegantes Técnicos de Francia (USPNT) reiteró ayer todas sus dudas respecto al Airbus A 320. Este avión, fabricado por un consorcio que incluye franceses, británicos, alemanes y es pañoles, es casi por completo automático. "Demasiado revolucionario" para la USPNT, que afirmó: "Los ordenadores todopoderosos anestesian a los pilotos". El sindicato francés recordó asimismo su oposición a la desaparición del puesto de navegante técnico en los Airbus A-320. Ese hecho concentra toda la responsabilidad en los dos pilotos. Unas 25 compañías de todo el mundo utilizan un total de 251 aparatos de este tipo.Un millar de personas participó ayer en la operación de rescate de los cuerpos de las 87 viajeros que fallecieron en el accidente.
Un enviado especial de la agencia France Presse describió así el lugar de la catástrofe: "Los restos del aparato y los cuerpos troceados se extienden por todas partes. La única cosa reconocible es la cola del avión y algunas filas de asientos. El viento helado que sopla sin cesar hace menos insoportable el olor a carne quemada".
Las dos cajas negras del avión habían sido encontradas a primera. hora de la tarde. El ministro de Transportes francés, Paul Quiles, se negó a participar en la polémica sobre la seguridad de los Airbus A-320 hasta conocer su contenido. Lo único cierto era que el aparato había chocado con la cima de una montaña de 800 metros de altura en un momento en que debía volar a unos 1.500 metros de altura.
El aparato efectuaba el vuelo de la tarde entre Lyón y Estrasburgo cuando, a las 19.20 del lunes, desapareció en pleno bosque de los Vosgos, no lejos del monte Sainte-Odile, a unos 50 kilómetros de Estrasburgo. En ese momento había comenzado su descenso.
Fueron necesarias cuatro horas para que los primeros equipos de rescate localizaran los restos del aparato. Lo escarpado del terreno, la nieve y el hielo que cubrían los caminos forestales, la niebla y el frío que reinaban en los montes alsacia nos explicaron esa tardanza. También el no funcionamiento de la baliza Argos del avión, encargada de enviar una señal en caso de choque.
Lo milagroso fue la existencia de nueve supervivientes, entre ellos una mujer y su hija de 13 meses, un niño de nueve años y una azafata. Uno de esos supervivientes, Pierre Cota, de 45 años, describió ayer el accidente de este modo: "Todo ocurrió de repente. Nos habían informado de que el avión comenzaba su descenso y, tal como nos habían pedido, apretamos nuestros cinturones. No sé si fue a causa de un error de trayectoria o de altura, pero, súbitamente, el avión chocó con la cima de un bosque. Sentimos los golpes de los árboles en el fuselaje y luego todo estalló en todas las direcciones".
Como los otros supervientes, Pierre Cota viajaba en la parte trasera. "Escapé por un agujero mientras escuchaba los gritos de dolor que salían de los otros trozos en llamas del aparato. Cogí al chaval que viajaba a mi lado y corrí para evitar la explosión". Soportando una temperatura de cinco grados bajo cero y escuchando gemidos en la oscuridad, los supervientes esperaron en la nieve la llegada de los socorros. Hacia medianoche, dos campesinos dieron con ellos.
