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La Fiscalía de París abre diligencias a Strauss-Kahn

El exdirector del FMI acosó a otras dos empleadas del hotel de Nueva York la noche anterior a su detención

Antonio Jiménez Barca

La Fiscalía de París ordenó ayer abrir una investigación a raíz de la denuncia por intento de violación interpuesta por la escritora y periodista Tristane Banon, de 32 años, contra el político francés y antiguo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn (DSK), acusado también de violación por una limpiadora del hotel Sofitel de Nueva York.

El paso dado por la fiscalía parisiense no quiere decir que la denuncia francesa contra DSK acabe automáticamente en juicio: la policía, ahora, interrogará a la mujer, a su entorno e inspeccionará las pruebas materiales de las que, según el abogado de Banon, dispone la acusación. Esta investigación es rápida, según fuentes jurídicas consultadas ayer: puede durar de 48 horas a un mes. Después, si hay indicios fiables de la comisión de un delito, se asignará el caso a un juez de instrucción, que será quien lleve a cabo la investigación judicial propiamente dicha.

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El martes, el abogado David Koubbi formalizó la denuncia ante el tribunal parisiense, asegurando, de paso, que el caso no consistirá, a su juicio, en la confrontación de la palabra de uno contra la palabra de la otra, sino que aportará "pruebas materiales" que apuntalen su versión. Los hechos se remontan a febrero de 2003, cuando Banon se citó con Strauss-Kahn en un piso de París, cerca de la Asamblea Nacional. La intención de la cita era entrevistar al político francés, según ha explicado varias veces la mujer, que por entonces elaboraba un libro titulado Errores confesados. Según ha manifestado recientemente Banon en una entrevista concedida al semanario L'Express, Strauss-Kahn la atacó sexualmente y trató de violarla. Tras rodar ambos por el suelo, Banon, a base de patadas -siempre según su testimonio- se libró del acoso del político francés y salió a la calle. Desde allí llamó a su madre, la dirigente socialista Anne Mansouret, que hace poco ha manifestado: "Yo no sé lo que paso en Nueva York. Yo no estaba allí. Pero sí sé cómo encontré a mi hija".

Los abogados de Strauss-Kahn han anunciado, por su parte, una denuncia por difamación, y tanto el exdirector del FMI como varios de sus colaboradores calificaron ya en su tiempo la escena de "fantasiosa". Algunos de estos colaboradores replicaron que la acusación de Banon respondía a una venganza personal porque, a la postre, DSK le había pedido a la periodista y escritora que no incluyera su entrevista en el libro.

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Mientras, se sabe más sobre la última noche pasada por Strauss-Kahn en el hotel de Nueva York. Dos empleadas de este hotel de lujo han manifestado al New York Times que esa noche el por entonces director general del FMI las invitó a que subieran a su habitación, a lo que las empleadas se negaron. Este periódico estadounidense también revela que el estudio exhaustivo de una de las cámaras de seguridad de dicho hotel demuestra que DSK recibió, a la una y media de esa madrugada, la visita de una mujer que no trabajaba en el hotel. A las nueve y media de la mañana, Strauss-Kahn pidió un desayuno para una persona sola. Después se produjo el encuentro entre DSK y la limpiadora de hotel de procedencia guineana origen de la denuncia, de la detención y del proceso que paraliza buena parte de la vida política de Francia desde hace un mes y medio.

Con todo, cada vez menos voces en Francia hablan de un posible retorno a la política de DSK. Otros reclaman lo contrario, esto es, que el caso DSK deje de monopolizar la vida pública francesa. Manuel Valls, uno de los candidatos a las primarias socialistas, ha pedido que cese "todo este torrente de barro y de mierda".

La periodista Tristane Banon y su abogado David Koubbi en París, el martes.
La periodista Tristane Banon y su abogado David Koubbi en París, el martes.PHILIPPE WOJAZER (REUTERS)

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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