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Francia e Italia quieren revisar el acuerdo Schengen

París pide cláusulas de salvaguarda para restablecer controles fronterizos

En vísperas de la cumbre franco-italiana, que se celebra hoy en Roma, el Gobierno francés ha matizado su postura, después de que el viernes fuentes del Elíseo afirmaran que examinaba la posibilidad de suspender temporalmente los acuerdos de Schengen. Henri Guaino, consejero especial del presidente Nicolas Sarkozy, aclaró el domingo por la noche que en ningún momento contemplaba Francia suspender la libre circulación de las personas en la zona, sino que quería "revisar las cláusulas de salvaguardia" que permitan restablecer puntualmente los controles en las fronteras. "Vamos a conversar sobre esto serenamente y amistosamente" durante el encuentro bilateral, añadió, en referencia a la crisis migratoria que enfrenta a París con Roma.

"Francia no quiere suspender Schengen", aseguró Guaino, el influyente consejero del presidente, en una entrevista en televisión. París pretende sin embargo "revisar las cláusulas de salvaguarda de forma que, en situaciones particulares, se pueda establecer controles en las fronteras", aclaró. "Para que esta revisión se ponga en marcha, hacía falta un acuerdo europeo", añadió, concediendo que el anuncio del viernes había sido un poco precipitado. Entonces, fuentes del Elíseo aseguraron que Francia se planteaba suspender temporalmente la aplicación de los acuerdos de libre circulación de Schengen, en respuesta a la decisión de Roma de entregar permisos de estancia temporales a más de 20.000 tunecinos llegados a Italia desde la caída de Ben Ali a mediados de enero.

"El espacio Schengen es confiar a cada uno la protección de las fronteras exteriores [de Europa]", apuntó también Guaino, a la vez que insistió en la necesidad de "volver al espíritu de estos acuerdos" y de "actuar de forma que los flujos estén regulados". El consejero añadió que la cumbre de hoy entre Sarkozy y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se dedicará a "encontrar una solución común que satisfaga a unos y otros".

Las tensiones diplomáticas entre París y Roma en torno a la crisis migratoria alcanzaron su nivel más alto el domingo de la semana pasada, cuando Francia bloqueó durante casi todo el día el acceso de trenes procedentes de la ciudad fronteriza italiana de Ventimiglia. Entonces París alegó motivos de seguridad, por la celebración de una manifestación no autorizada, y recibió después el respaldo de la Comisión Europea.

El partido de extrema derecha Frente Nacional, que pide desde hace años la salida de Francia del espacio Schengen y que a un año de las elecciones presidenciales se encuentra en máximos históricos, ha calificado de electoralistas las actuaciones del Gobierno en torno al caso de los inmigrantes tunecinos. La oposición socialista, por su parte, considera populista y peligroso el discurso del Ejecutivo. "Sarkozy y Berlusconi avergüenzan a Europa", denunció ayer el número dos del Partido Socialista francés, Harlem Désir. "Cuando se devuelve a los migrantes como si fueran mercancías, [ambos gobernantes] se comportan de forma absolutamente indigna", añadió, antes de concluir que sería "un error funesto renunciar a Schengen".

Inmigrantes en la estación de ferrocarriles de Ventimiglia, en Italia.
Inmigrantes en la estación de ferrocarriles de Ventimiglia, en Italia.FRANCESCA TOSARELLI
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