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Francia y Reino Unido se ocultaron la ruta de sus submarinos nucleares

El cumplimiento de los protocolos de la OTAN hubiera evitado la colisión

Miguel González

"Es un incidente increíble. Usted está en medio del mar y, por un cúmulo extraordinario de casualidades, de pronto se encuentra de frente con un submarino británico portador de misiles nucleares. ¡Imagínese, con lo inmenso que es el océano!"

Al ministro francés de Defensa, Hervé Morin, le resulta increíble que el Vanguard británico y Le Triomphant francés, de propulsión nuclear y dotados con misiles de cabeza atómica, pudieran colisionar el pasado día 4 en medio del Atlántico, según confesaba ayer a Canal +.

A los mandos y expertos militares consultados por EL PAÍS también se lo parece, pero no porque el océano sea tan inmenso, sino porque existen procedimientos reglados para evitar un incidente que pudo tener consecuencias apocalípticas.

Los Gobiernos aliados se enteraron del incidente a través de la prensa
El manual de Gestión del Espacio Marítimo permite prevenir colisiones

El manual de la OTAN se denomina Water Space Management (Gestión del Espacio Marítimo) y es una especie de código de tráfico para submarinos. Según el mismo, antes de salir de patrulla, los submarinos deben emitir una NOI (Nota de Intenciones) con la delimitación de la zona donde van a operar, para que no se produzcan interferencias. Incluso durante los tránsitos, los submarinos tienen que comunicar su derrota (trayectoria) y, en función de la misma, se les reserva un espacio (denominado moving submarine haven o refugio móvil).

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Esta información se distribuye y actualiza, a través de los mandos de la OTAN, no sólo a las marinas aliadas, sino también a las amigas (Rusia está obviamente excluida). El problema, según las fuentes consultadas, es que sólo se difunden los datos de los submarinos convencionales y de ataque, pero no de los portadores de misiles balísticos, como el Vanguard y el Triomphant, que se guardan celosamente por considerarse parte de la disuasión nuclear.

En este caso, se supone que EE UU, Reino Unido y Francia se informan entre sí. Nadie duda de que el Pentágono conoce los movimientos de los submarinos británicos, pero parece que París y Londres ignoran lo que hacen sus vecinos del otro lado del Canal de la Mancha. Si hay una línea de comunicación entre el cuartel de los submarinos franceses en Brest y el británico en Norwood, no funciona.

Aunque el incidente se produjo a principios de febrero, los Gobiernos de la OTAN, igual que la opinión pública, no se enteraron hasta el pasado lunes, a través del diario británico The Sun. Cuando pidieron explicaciones a los países implicados, éstos dijeron que se han abierto sendas investigaciones y aún no se conocen los resultados. Nada más.

Morin alegó ayer que hasta que el Vanguard llegó a su base de Fasfane (Escocia) la semana pasada, no hubo conciencia de lo sucedido. La Marina francesa dijo inicialmente que Le Triomphant había chocado con un objeto sumergido, "probablemente un contenedor".

A partir de la información disponible, los expertos consultados por EL PAÍS estiman que el incidente debió producirse a una distancia de entre 480 y 750 millas (888 a 1.387 kilómetros) al oeste de la base francesa de L'Ille Longe y al menos a 200 metros de profundidad.

Fue el submarino francés, explican, el que arremetió contra el británico y, también, el que se llevó la peor parte, pues su domo de proa, con el valioso sonar de Thales, resultó muy dañado. En todo caso, ambos pasarán varios meses en dique seco.

Si los 240 tripulantes resultaron ilesos, estiman las mismas fuentes, es porque navegaban muy despacio, a unos tres nudos (5,5 kilómetros por hora), lo que dificultó también que se detectaran entre sí. Las consecuencias habrían podido ser catastróficas si estos dos colosos (de 14.000 y 16.000 toneladas) hubieran colisionado a la velocidad a la que habitualmente navegan en tránsito: más de 15 nudos (27,7 kilómetros por hora).

"Afortunadamente, no hubo daños personales. Pero eso no significa que no haya víctimas. Seguro que rodarán cabezas. Y gordas", afirma un marino con larga experiencia en la OTAN.

El submarino británico <i>Vanguard,</i> en la base de Faslane (Escocia) en diciembre de 2006.
El submarino británico Vanguard, en la base de Faslane (Escocia) en diciembre de 2006.REUTERS

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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