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Francia y Reino Unido unen fuerzas contra el proteccionismo de EE UU

Los países denuncian la pérdida de un contrato de aviación a favor de Boeing

La posibilidad de una guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea pareció incrementarse ayer cuando el presidente francés, Nicolas Sarkozy, lanzó en Londres un duro ataque al proteccionismo americano a cuenta del polémico concurso para otorgar un contrato de 35.000 millones de dólares para renovar los aviones cisterna del Ejército estadounidense.

"Esa no es la manera correcta por parte de Estados Unidos de tratar a sus aliados europeos y no es la manera en la que debe comportarse Estados Unidos porque estamos hablando de un gran país, de un gran líder, y nosotros somos muy cercanos a Estados Unidos", declaró el presidente francés en una rueda de prensa en Downing Street junto al primer ministro británico, Gordon Brown. "Si quieren ser la punta de lanza en la lucha contra el proteccionismo no deberían sentar un mal ejemplo. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace", se lamentó.

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Significativamente, Sarkozy recibió de inmediato el apoyo de Brown. "Estoy decepcionado con la decisión americana y lo hemos hecho saber. Creemos en el libre mercado, creemos en mercados abiertos, creemos en una competencia abierta y es obvio que estamos decepcionados porque la oferta europea no ha recibido en Estados Unidos el trato que creemos que merecía", dijo el primer ministro británico.

El lunes pasado, el consorcio formado por la estadounidense Northrop Grumman y la europea EADS se retiró de ese concurso por considerar que estaba amañado para que lo ganara Boeing. Esta compañía ganó inicialmente el concurso en 2002 pero este fue anulado por un asunto de corrupción. En 2006 ganó la oferta de EADS-Northrop Grumman pero Boeing recurrió y el Pentágono aceptó el recurso pese a que la mayoría de expertos neutrales decían que la europea era la mejor opción. En el tercer intento, las bases han sido modificadas para favorecer el tipo de avión cisterna que ofrece Boeing.

Aunque la visita de Sarkozy a Londres tenía como principal objetivo coordinar las posiciones británicas y francesas en materia económica ante el próximo Consejo Europeo en Bruselas, su mayor efecto político ha sido la irrupción de hecho de Sarkozy en la campaña electoral británica. No es habitual que un presidente francés visite Londres a menos de dos meses vista de las elecciones generales. Y menos que lo haga con gestos ostentosos de apoyo a Brown tanto en las formas, con un espectacular abrazo mutuo a las puertas de Downing Street, como en las palabras, con encendidos elogios al primer ministro.

Pero Nicolas Sarkozy repartió juego en las dos canchas y después de almorzar y dar una rueda de prensa con Brown en Downing Street recibió al líder de la oposición, David Cameron, en la Embajada francesa. Las relaciones de ambos no son buenas, dado el antieuropeísmo visceral de Cameron y su decisión de retirar a los conservadores británicos del grupo parlamentario del Partido Popular Europeo en la Eurocámara.

Pero el pragmatismo obliga y las posibilidades de que Cameron sea el próximo primer ministro británico siguen siendo muy altas a pesar del avance laborista en los últimos sondeos. Así pareció admitirlo el subconsciente de Sarkozy cuando explicaba a la prensa por qué decidió acudir a Londres pese a las advertencias de sus asesores sobre la cercanía de las elecciones. "Si les hiciera caso no vendría nunca porque unas veces las elecciones están demasiado cerca y después de las elecciones tampoco puedo viajar porque hay que dar tiempo a que se lean los papeles", dijo, dando así a entender que esperaba que el próximo primer ministro será un político novato. Es decir, David Cameron.

El presidente francés pareció lanzar dos mensajes a Cameron en su rueda de prensa con Brown. Primero cuando defendió apasionadamente el papel de Gran Bretaña en Europa. "Estoy convencido de que su lugar está en el centro de Europa. Os necesitamos; tenéis mucho que ofrecer", dijo. Y luego cuando subrayó la importancia que para él tiene el Partido Popular Europeo. Aunque se abstuvo de interferir directamente, al menos en público, sobre la posición de los tories en ese asunto.

Sarkozy no quiso aclarar los rumores sobre los supuestos problemas por los que atraviesa su matrimonio con Carla Bruni. "No entiende usted nada de la agenda de un presidente. No tengo ni un segundo que perder con esos desvaríos. Ni una fracción de segundo. No entiendo cómo desperdicia usted su tiempo con preguntas como ésa", le respondió al periodista.

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