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Fuerzas separatistas derriban dos aviones espía en Georgia

Moscú advierte que defenderá con sus tropas a los abjazos

Pilar Bonet

La placidez dominguera de los ajedrecistas sentados en el paseo de Sujumi, una atractiva ciudad del mar Negro antes de la guerra entre Abjazia y Georgia (1992-1993), contrastaba ayer con la tensión creciente entre los separatistas y las autoridades de Tbilisi, que se concretó en el derribo por parte de los abjazos de dos aviones espía no tripulados georgianos.

"Hay una pugna entre EE UU y Rusia por las rutas del crudo", dice un ministro abjazo

El coronel Garri Kupalba, viceministro de Defensa de Abjazia, afirmó que dos aparatos de reconocimiento habían sido abatidos por las fuerzas de defensa antiaérea de Abjazia en menos de una hora después de las cuatro de la tarde (dos horas menos, hora peninsular española), cuando acabaron de cruzar la zona de conflicto delimitada a ambos lados del río Inguri. "Sobre la zona de conflicto no tenemos derecho a derribarlos", puntualizó el militar.

En Tbilisi, el Ministerio del Interior emitió un comunicado en el que afirmaba que los aviones georgianos "volaron, vuelan y volarán sobre el espacio aéreo georgiano" con el fin de reunir información sobre la "intervención militar rusa", tal como Georgia denomina al contingente de pacificadores rusos que actúa en nombre de la Comunidad de Estados Independientes (Estados pos-soviéticos) en función de los acuerdos de alto el fuego de 1994. En dos ocasiones, el 18 de marzo y el 20 de abril, los abjazos ya derribaron aviones de reconocimiento georgianos.

La independencia de Kosovo ha influido sobre el conflicto entre Georgia y la separatista Abjazia por ser un precedente que atemoriza a Tbilisi y da renovadas esperanzas a Sujumi, la capital de un Estado no reconocido por nadie, ni siquiera por Rusia, que anunció el pasado abril un régimen de privilegio para los separatistas. Georgianos y abjazos sienten hoy necesidad de impedir que su oponente gane ventaja. Ante la proliferación de declaraciones, gestos y propaganda es difícil predecir hasta dónde están dispuestos a llegar, tanto más cuando los países occidentales, por una parte, y Rusia, por la otra, toman posiciones enfrentadas en el conflicto.

"La lucha aquí no tiene sólo carácter local, sino que estamos ante una pugna entre Estados Unidos y Occidente, por una parte, y Rusia, por la otra, por la influencia en la región del mar Negro y las rutas de transporte de crudo", afirma Serguéi Shamba, ministro de Exteriores de Abjazia. "Nuestra política es pluralista y por eso lamentamos que los países mediadores no hayan logrado un compromiso que considere los intereses de todos", dice.

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"Occidente sólo quiere hablar con nosotros a través de Georgia y ¿cómo vamos a renunciar a la ayuda y protección de Rusia, si tenemos un enemigo agresivo y nadie más nos va a defender? No tenemos elección", afirma Shamba. Y continúa: "Somos tan pocos que incluso con todos nuestros recursos no podríamos hacer que la opinión pública occidental sepa de Abjazia". En este territorio viven hoy cerca de 250.000 personas, después de que la población georgiana huyera masivamente a resultas de la guerra. El contingente pacificador ruso ha aumentado hasta su límite de 3.000 hombres. La movilización rusa puede no acabar ahí, ya que Moscú ha dicho que defenderá a los abjazos si son agredidos.

El coronel Kupalba acusa a los georgianos de concentrar efectivos en torno a la zona de conflicto (cerca de 3.500 hombres en el distrito de Senaki) y dentro de ella (otros 1.500 en la parte alta del valle de Khodorí).

En Khodorí, según Kupalba, los georgianos han construido tres campos de aterrizaje de helicópteros militares. "Los georgianos dicen que sus efectivos en Khodorí son policías y nosotros decimos que son militares, que incluso van vestidos como en Irak. Parece que quieren hacer alguna operación porque han comenzado a minar los pasos montañosos", afirma Kupalba.

Un miembro de la fuerza pacificadora rusa, el sábado en la línea divisoria entre Abjazia y Georgia.
Un miembro de la fuerza pacificadora rusa, el sábado en la línea divisoria entre Abjazia y Georgia.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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