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Ola de cambio en el mundo árabe

El G-8 descarta la zona de exclusión aérea

Las grandes potencias fracasan en su intento de pactar una intervención en Libia

Antonio Jiménez Barca

Los países más poderosos de la tierra no piensan lo mismo sobre cómo actuar en Libia. El ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, partidario de una intervención militar para detener a Muamar el Gadafi, lo avisó ayer por la mañana: "No he convencido a mis colegas". Al final, los ministros de Asuntos Exteriores del G-8 (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Alemania, Canadá, Italia y Japón), reunidos ayer en París, firmaron un comunicado grandilocuente, pero vacío de contenido cierto, en el que piden a Gadafi "respetar las legítimas reivindicaciones del pueblo libio" y le advierten "contra dramáticas consecuencias" de no hacerlo.

Pero no se especifican cuáles son esas consecuencias. Juppé aseguró, al término de la reunión, que nada evitará ya que las tropas de Gadafi tomen Bengasi: "No tenemos medios militares para impedirlo, ya que la comunidad internacional ha decidido no dotarse de ellos". Y confesó que una zona de exclusión aérea -una de las medidas propuestas por Francia y Reino Unido para neutralizar el poderío militar de Gadafi- es ya una idea "desfasada" dada cuenta de la oposición de los otros países.

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Sobre esta zona de exclusión aérea cada ministro tenía su idea ayer: el jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, a la pregunta sobre qué votaría a esto en una hipotética (aunque ya improbable) proposición del Consejo de Seguridad de la ONU, respondió ambiguamente con otra pregunta: "¿Pero qué proposición? Todavía no hay ninguna. Rusia confía en que la Liga Árabe, que ya ha propuesto esta zona de exclusión aérea, especifique su iniciativa. Porque también, esta organización pide que no haya injerencia extranjera. Esperamos que se concrete esa propuesta".

Estados Unidos prefirió quedarse al margen. Hillary Clinton, que el lunes se entrevistó con Nicolas Sarkozy horas antes del encuentro oficial entre todos los ministros, viajó ayer a Egipto. Antes, el lunes, se reunió con representantes del Consejo Nacional Libio, el principal órgano de oposición a Gadafi. Según un responsable diplomático citado por la agencia France Presse, Clinton accedió a estudiar su petición de armas, pero sin prometer nada.

Sarkozy, presidente de turno del G-8, ha apostado mucho en este asunto. La semana pasada, llegó a reconocer al Consejo Nacional Libio como "legítimo representante del pueblo libio" y prometió intercambiar embajadores entre París y Bengasi. Ayer, Juppé, ante el avance de las tropas de Gadafi, aseguró que se ha visto obligado a pedir a la representación diplomática francesa en Bengasi "que se vuelva". Aunque matizó que los lazos con la Libia de Gadafi "están rotos". El ministro francés concluyó que, excluyendo la vía militar, hay otras medidas que puede adoptar la ONU: "Sanciones económicas, determinación de zonas humanitarias, se habla incluso de un embargo marítimo, todo eso será estudiado".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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