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Georgia ha desmontado varios intentos de venta de uranio ruso en el mercado negro

Agentes secretos se hicieron pasar por islamistas para abortar las operaciones de contrabando

Estados Unidos y Georgia están preocupados por el posible contrabando de sustancias radiactivas procedentes de la ex URSS, según se desprende de un amplio reportaje publicado por el periódico The New York Times, fundado en fuentes de ambos países así como en documentos confidenciales oficiales. El motivo de esta preocupación son dos casos sucedidos desde 2003, el último de los cuales se registró hace un año, cuando un ciudadano ruso trató de vender en Tbilisi, la capital georgiana, 100 gramos de uranio altamente enriquecido. El anterior había sido protagonizado por un armenio también en Georgia. Los implicados en estos casos han sido juzgados y condenados.

Oleg Jinságov, un ciudadano ruso residente en el territorio de Osetia del Norte, que es limítrofe con Georgia, fue detenido en Tbilisi cuando se proponía vender por un millón de dólares (770.416 euros) el material radiactivo que había traído de contrabando, escondido en dos bolsas de plástico en el interior de su chaqueta de cuero, según las autoridades georgianas.

Jinságov, un comerciante de 50 años especializado en pescado y embutidos, había viajado en coche a Tbilisi desde Rusia por las rutas del Cáucaso para acudir a la cita con el comprador, que se presentó como un musulmán de una "organización seria", señalaron las fuentes. Según éstas, el contrabandista prometió que, si la operación discurría sin problemas, vendería de dos a tres kilogramos más de material radioactivo, supuestamente escondido en su apartamento de Vladikavkaz. La cantidad es suficiente para fabricar una bomba pequeña, señala The New York Times.

El comprador "musulmán" era en realidad un agente de los servicios secretos georgianos que estaban urdiendo una trampa a los contrabandistas. Jinságov tenía cuatro cómplices georgianos que estaban siendo vigilados por las autoridades de su país cuando fueron a verle a Osetia del Norte. Los contrabandistas llegaron a Georgia a finales de enero de 2006 y fueron arrestados en un apartamento en un barrio pobre de Tbilisi.

Expertos del FBI

Las autoridades georgianas pidieron entonces ayuda a los diplomáticos de EE UU, que enviaron expertos del FBI y del Departamento de Energía, según funcionarios norteamericanos. Cuando el uranio fue analizado en el laboratorio del Departamento de Energía, resultó que tenía una pureza del 89,451% de U-235, "adecuado para algunos tipos de reactores de investigación, como una fuente material de producción de isótopos médicos y para fines militares, incluidas armas nucleares", señala el diario.

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El material fue enviado también a las autoridades rusas. Un informe confidencial del Servicio de Seguridad de Rusia al Gobierno de Georgia afirmaba que un detallado análisis de la sustancia no había podido trazar los orígenes de la misma, aunque no excluía la procedencia rusa. También estimaba que el uranio había sido procesado hacía más de una década. Archil Pavlenishvili, el principal responsable georgiano de las investigaciones nucleares, acusó a Rusia de limitar su cooperación en el caso a la toma de una muestra del material confiscado para analizarlo.

El Ministerio de Energía Atómica de Rusia confirmó ayer las informaciones del diario y precisó que la muestra de uranio recibida no permitía determinar el país de procedencia, según informó Interfax. Los rusos agregaron que habían sido los georgianos quienes habían dejado sin respuesta sus requerimientos de más información ya que la muestra era demasiado pequeña. Señalaron que un grupo de especialistas del Ministerio de Energía Atómica y del Servicio de Seguridad de Rusia habían acudido a Georgia y habían estado presentes en uno de los primeros interrogatorios de Jinságov. El contrabandista fue condenado a ocho años y medio de prisión en un juicio secreto en interés de la investigación. Este extremo fue confirmado por Tbilisi.

Un análisis del material transportado por Jinságov realizado en un laboratorio gubernamental norteamericano encontró huellas de dos raros isótopos del uranio, U-234 y U-236, lo que constituye "un argumento de peso" sobre su procedencia de Rusia, según Thomas B. Cochran, director del programa nuclear del Natural Resources Defense Council, un grupo privado que vigila arsenales atómicos.

El otro contrabando, ocurrido en junio de 2003, fue protagonizado por un armenio, Darik Dadayán, quien fue detenido en territorio georgiano en una región fronteriza con Armenia y Azerbaiyán. En su poder tenía 170 gramos de uranio altamente enriquecido que pretendía vender a un intermediario turco. El periódico señala que, según las autoridades georgianas, el uranio procedería de la ciudad rusa de Novosibirsk. Dadayán fue entregado a Armenia, donde fue condenado a dos años y medio de prisión. Actualmente estaría en poder de los servicios secretos de Turquía. El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) ha expresado su "inquietud" por estos incidentes.

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