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VIOLENCIA EN IRAK

El Gobierno iraquí no liberará a la Doctora Germen

Ramón Lobo

Tras 24 horas de gran confusión y declaraciones contradictorias entre las autoridades iraquíes y la Embajada de EE UU en Bagdad, se ha impuesto la tesis norteamericana. El primer ministro de Irak, Ayad Alaui, en visita oficial en Washington, decidió ayer no excarcelar a Rihab Rashid Taha, llamada la Doctora Germen por su papel en los programas biológicos del régimen de Sadam Husein. Con ello puede haberse esfumado la última esperanza para salvar al británico Kenneth Bigley, en manos del grupo Monoteísmo y Guerra Santa, que dirige el jordano Abu Musab al Zarqaui, autor de la decapitación de los estadounidenses Eugene Amstrong y Jack Hensley.

La excarcelación de la doctora Taha fue acordada el domingo por una comisión de evaluación compuesta por estadounidenses e iraquíes. El problema surgió el jueves, cuando el Ministerio de Justicia de Irak dio la noticia, confirmada después en rueda de prensa por el nuevo asesor de seguridad de Alaui, Qasem Daud. Esto enfureció a los norteamericanos porque podría transmitir la impresión errónea de que se cedía ante el chantaje de los captores, que exigen la libertad de las mujeres árabes encarceladas en Abu Ghraib y Um Qasar. La Embajada de EE UU en Bagdad, sin poder teórico sobre el Gobierno interino, descartó cualquier liberación inmediata.

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Presión de EE UU

Daud informó ayer de lo contrario: "El primer ministro

decidió no poner en libertad a Rihab Taha". Añadió que la medida no se había tomado bajo la presión de EE UU. Esta firmeza "confirma la opinión de mi Gobierno, que rechaza negociar con los terroristas". Daud fue quien el jueves insistió en que la excarcelación de la Doctora Germen ("mañana o pasado") no guardaba relación alguna con el secuestro de occidentales y se debía a que ya no suponía una amenaza para el país.

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El solo anuncio de la posible liberación en unos días de una mujer modificó el macabro ritual de Monoteísmo y Guerra Santa, que en vez de enviar un vídeo con la decapitación del británico Bigley, como había hecho con sus compañeros, facilitó una filmación de siete minutos en la que el secuestrado imploraba la implicación personal del primer ministro británico, Tony Blair, para salvarle la vida. Era un golpe de enorme impacto mediático y emocional, que explotaba la posibilidad de abrir una brecha entre EE UU y el Reino Unido y las autoridades de Irak.

En la confusión de las últimas horas no ha quedado clara la situación de Taha ni si el Ministerio de Justicia iraquí dispone o no finalmente de la potestad legal de liberarla.

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