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Greenspan acusa a Bush en sus memorias de invadir Irak para controlar el petróleo

El ex presidente de la Reserva Federal califica de irresponsable la política fiscal del Gobierno

Alan Greenspan no puede ser más oportuno. El ex presidente de la Reserva Federal -el Banco Central de EE UU- publica hoy sus memorias The age of turbulence: adventures in a New World (La era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo), en las que acusa al presidente de EE UU, George W. Bush, de invadir Irak para controlar el petróleo. Y como ya hiciera cuando estaba al frente de la Fed, no duda en criticar también a la Casa Blanca y al Partido Republicano por llevar a cabo una política fiscal irresponsable, que causó un aumento alarmante del gasto público.

El libro de Greenspan sale a la venta un día antes de que se celebre una reunión decisiva en la Reserva Federal, donde su sucesor, Ben Bernanke, intentará lidiar con una crisis hipotecaria que amenaza con lastrar la economía a la recesión. El ex presidente de la Fed -cargo considerado como el más influyente tras el de presidente- tiene 81 años. Fue designado por Ronald Reagan en 1987. Estuvo más de 18 años en su puesto y siempre calibró sus palabras.

A los pocos meses de ponerse al frente de la Fed le tocó lidiar con la gran crisis financiera mundial de finales de los ochenta. Más tarde, los ataques del 11-S, el estallido de la burbuja de las empresas de Internet y escándalos como el de Enron pusieron a prueba su liderazgo. En la biografía utiliza su propia voz para dar detalles de su relación con Richard Nixon, Ronald Reagan, Bill Clinton y los Bush, padre e hijo.

Greenspan, que dejó su cargo en febrero de 2006, se define como un "republicano libertario". Pero el hecho de que sea conservador no le impide opinar sobre la política de Bush. Se atreve a poner el dedo donde más le duele al inquilino de la Casa Blanca: la guerra de Irak. El gurú es escueto aunque directo en su conclusión sobre la invasión del país árabe: "La guerra de Irak es sobre todo por el petróleo", remacha.

De Bush dice que es un presidente que pone la ideología por delante de sus promesas electorales, y lamenta la incapacidad de la Casa Blanca para aplicar las mejores políticas económicas. Es más, dice que los anteriores secretarios del Tesoro, Paul O'Neill y John Snow, carecían de poder frente al Gabinete presidencial. No oculta su perplejidad por el cambio que sufrieron dos de sus viejos amigos: el vicepresidente, Dick Cheney, y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, con los que trabajó en el equipo de Gerald Ford.

Greenspan comenzó a escribir el libro, de 500 páginas, el mismo día que dejó de presidir la Fed, tras 18 años y medio -el segundo mandato más prolongado en la institución-. Sus memorias arrancan con los años de la Depresión del 29, en su niñez, y abarcan hasta el fenómeno de la globalización. El último capítulo lo dedica a imaginar el mundo en 2030.

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Alan Greenspan ya aprovechó sus últimos días en la Fed para criticar la política fiscal de la Administración de Bush y alertar de las consecuencias de tanto despilfarro. Pero sus palabras fueron interpretadas de manera selectiva, según explica, y la Casa Blanca estaba tan metida en su plan político que dejó de lado la disciplina fiscal. "Mi gran frustración sigue siendo que el presidente no utilizara su poder de veto contra un aumento del gasto, que estaba descontrolado", afirma en su biografía.

Bush comenzó su primer mandato en enero de 2001. Las cuentas públicas estaban en positivo. Tres años después, el déficit superaba los 413.000 millones de dólares (unos 298.000 millones de euros), todo un récord. Greenspan cree que por este motivo, los republicanos se merecieron perder el control del Congreso tras las legislativas de 2006. "Intentaron cambiar los principios del poder, y al final se quedaron con nada", afirma criticando la opción de los conservadores de abandonar sus ideales económicos básicos.

El ex presidente de la Fed, que dedica el grueso del libro a hablar de los mercados, la globalización y la obsesión mediática por revelar el contenido de su cartera financiera, dice que la institución se mantuvo siempre al margen de las presiones de la Casa Blanca, sobre todo durante la etapa de George Bush padre. Éste llegó a acusar a Alan Greenspan de ser el responsable de su derrota en la campaña para la reelección. De Bill Clinton destaca su facilidad para manejar los datos económicos y su disciplina fiscal como base para un crecimiento económico duradero.

Greenspan no se escapa de las críticas. La estrategia de bajos tipos de interés que siguió en la recta final de su mandato ayudó a crear dos burbujas, la inmobiliaria y la del crédito fácil, que ahora amenazan el futuro económico estadounidense. Su política monetaria estaba diseñada para sacar a la economía de la recesión, estimulando el consumo, y reconoce que tardó en darse cuenta de los riesgos que planteaban determinadas prácticas en el mercado hipotecario. Pese a todo, cree que los bajos tipos de su última etapa permitieron a mucha gente comprar una vivienda.

Alan Greenspan (izquierda), George Bush y Ben Bernanke, en el Despacho Oval en 2005.
Alan Greenspan (izquierda), George Bush y Ben Bernanke, en el Despacho Oval en 2005.AP

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