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El país de las dos clases

La población iraquí sufre las consecuencias del embargo económico

Ramón Lobo

ENVIADO ESPECIAL "Antes en Irak había tres clases sociales: la primera, la media y la última; ahora sólo hay dos: los ricos y los pobres", aseguran de forma machacona los funcionarios del Ministerio de Información. La guerra y el embargo internacional han empobrecidoo a una gran parte de los irraquíes. La producción de petróleo, el verdadero motor de la economía, se ha reducido al tenner su exportaación legal limitada a 50.000 barriles diarios a Jordania.

La gasolina es, a pesar de todo, el producto más barato que se puede encontrar en Irak. Es posible llenar el depósito de un automóvil con los cinco dinares que cuesta un paquete de cigarrillos Magna, una de las marcas más populares. El e, aunque tiene una paridad oficial de 3,5 por dólar, en el mercado negro se multiplica por ocho.En el populoso mercado árabe de Al Shorja los precios suben o bajan dependiendo de la acera en la que se encuentra el comprador. Aunque huele a azafrán por todas las esquinas, no parece un lugar salido de un cuento de las mil y una noches. Las calles están inundadas por las primeras lluvias y las aceras, simples rellanos de arena al lado de la calle, se hallan completamente embarradas. El trasiego de unos y otros ha terminado por transformar el barro en una trampa peatonal. Los comerciantes no se sobresaltan con la presencia de los clientes que llegan, preguntan el precio y siguen de largo. Así, en un puesto y en otro, como esperando el milagro. En ese lado de la calle del mercado de Al Shorja se venden alimentos, uno de los lujos asiáticos de Bagdad.

Enfrente, más cerca de la calle Al Rashid, la más antigua de la ciudad, la situación se invierte, como en un espejo. Allí, son los mercaderes quienes venden subidos en una caja su mercancía. Vocean los precios como en las tómbolas de verano. En ese lado de la calle los precios no dejan de bajar. La razón de estas rebajas es que Sadam Husein ha prohibido la venta de productos de importación a partir del 20 de noviembre. Los mercaderes de Al Shorja, como todos los del país, disponen de menos de 10 días para dar salida a toda su ropa de imitación de Taiwan.

Los alimentos están exentos de esta orden gubernamental. Aunque Irak es un país con un fuerte sector agrícola, ha tenido que recurrir a la importación masiva. El embargo se evita, según reconocen todos, por las fronteras de Irak con Jordania y Turquía. La de Jordania es, según los iraquíes, más sencilla, pues sólo hay una autoridad con la que tratar. En la frontera del Norte hay dos poderes con potencial derecho a peaje: los turcos y los kurdos.

Fuentes próximas al Gobierno reconocen que existe un comercio de todo tipo de productos. En el mercado de Al Shorja o en el de los mayoristas de Jamilah, en pleno Sadam. City -la zona más pobre de la capital-, es posible encontrar aceite turco, arroz brasileño, té de Sri Lanka o azúcar de Tailandia. Uno de los mayoristas de Jamilah. reconocía que en un día normal vende 300 sacos de 50 kilos de arroz. Ellos compran la mercancía a los comerciantes que la pasan por la frontera.

El problema de la gente no está en elegir los alimentos. Éstos, sobre todo el grano, abundan en todos los puestos del mercado árabe. El problema está en los precios. Un iraquí medio puede ganar entre 200 y 500 dinares al mes. Este sueldo permitía vivir bien aunque sin comodidades hace dos años. Hoy, para mantener el mismo nivel, necesitaría no menos de 3.000 dinares. Un sueldo mensual medio sólo llega para adquirir tres litros de aceite de oliva.

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Vida difícil

La vida es cada día más difícil. Los vuelos domésticos dejaron de funcionar antes del verano porque se terminaron los res puestos de los Byushin de fabricación rusa. Al ferrocarril le ocurre algo similar. En un país de 400.000 kilómetros cuadrados sólo funciona un tren: el que une Bagdad con Mosul, la tercera ciudad del país. El embargo se nota también en la circulación urbana. La gente se apiña en las calles en espera de un particular que le haga las veces de taxi a mitad de precio. Cada vez hay me nos autobuses por la ausencia de repuestos.

Junto a la carestía se ha formado un potente mercado negro que es capaz de conseguir cualquier producto. Sus amos son los grandes beneficiados del embargo. Se ven algunos, pocos, Mercedes 500 negros, muy nuevos, atravesar las calles de Bagdad. Uno de esos automóviles puede costar lo mismo que una casa de tres habitaciones.

Aunque el Gobierno parece tolerar el estraperlo, nombró antes del verano al general Al Batawi para combatir el denominado crimen económico. Pocos días después, el 25 de julio, la policía detuvo y ejecutó delante de sus tiendas en Jamilah a 42 vendedores. Otros 500 fueron arrestados por elevar desmesuradamente los precios. En Jamilah, hoy nadie habla del asunto. Pero el barrió huele a desconfianza. En los ojos de algunos se ve el miedo y el recuerdo. Otros aseguran que su margen de beneficio es tan sólo de dos dinares en la venta de un saco de 50 kilos de arroz. Nadie lo cree. Pero la verdad le puede costar la vida.

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