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El Sinaí vuelve a Egipto

Israel reexamina su estrategia defensiva tras la restitución del Sinaí

La devolución a Egipto del tercio del desierto del Sinaí hasta ahora ocupado por Israel obliga a Tsahal, el ejército israelí, a reexaminar su estratégica defensiva al haber perdido una zona tampón de 20.000 kilómetros cuadrados, equivalente a dos veces Asturias, en la que poseía bases y puestos militares de observación. Esta pérdida resulta, sin embargo, parcialmente compensada por la recortada soberanía militar que otorga a Egipto en la península el tratado de paz de Camp David, firmado en septiembre de 1978. El desierto del Sinaí, campo de batalla de cuatro guerras, entre árabes e israelíes, es según la interpretación que hacen los doctores hebreos del Talmud, escrituras sagradas judías, "el monte donde nació el odio de las naciones contra Israel".

Durante diez años, de junio de 1967 a noviembre de 1977, -fecha de la visita a Jerusalén del presidente egipcio Anuar el Sadat- Tsahal dedicó gran parte de su presupuesto a reforzar su dispositivo militar en el :Sinaí, aunque, a partir de la firma de los acuerdos de separación de fuerzas de 1974 y 1975 y de los de Camp David, el ejército hebreo tuvo que redesplegarse en cinco ocasiones en los 6 1.000 kilómetros cuadrados de la península equivalentes al doble de la superficie de Cataluña.En esta última porción del desierto que Israel devuelve hoy al más poderoso de sus vecinos árabes, el Estado hebreo poseía, al margen de instalaciones turísticas y de colonias agrícolas, cuatro bases aéreas -El Arich, Bir Gafgafa, El Gorra (Eitara, para los israelíes) y Ras el Naqab (Etzion)- y una aeronaval en 'Sharm el Sheikh (Ofira), además de numerosas pistas de aterrizaje diseminadas por la península y una red vial.El Gorra y Ras el Naqab eran consideradas por el Pentágono norteamericano como "dos de las mas perfeccionadas del mundo".

Inversiones israelíes

En total', en quince años de ocupación, Israel se gastó unos 17.000 millones de dólares (un billón 785.000 millones de pesetas) de los cuales unos 10.000 millones de dólares (un billón 50.000 millones de pesetas) fueron invertidos en instalaciones militares, 5.000 millones de dólares (525.000 millones de pesetas) en prospecciones petrolíferas -recuperados con creces con la extracción de crudos- y 2.000 millones de dólares (210.000 millones de pesetas) en asentamientos civiles.

El de la que fue capital del norte de Sinaí ocupado, Yamit, costó, por ejemplo, 115 millones de dólares (1.725 millones de pesetas), según la Prensa hebrea.

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El ejército hebreo, recuerdan sus oficiales, pierde con esta devolución un 75% del campo de maniobra de sus carros de combate o artillería, y sus pilotos se privan de un lugar idóneo de entrenamiento. Cuando los cazabombarderos F-15 o F-16 pongan ahora rumbo hacía el sur, desde sus bases meridionales, podrán salirse en sólo 20 segundos del espacio aereo israelí.

El cierre de la base aeronaval de Sharm el Sheikh y la restitución a Egipto de las islas de Tiran y Sarrafir, significan que Israel deja de controlar el golfo de Aqaba, cuyo bloqueo por los árabes, en 1956 y 1967, desencadenó dos guerras y en cuya extremidad se sitúa el puerto israelí de Eilat, el único que permite acceder al mar Rojo.

Temores injustificados

Todos estos temores israelíes resultan un tanto exagerados a la vista de las limitaciones militares que impone a Egipto el tratado de Camp David que dividió el Sinaí en tres zonas -A, B y C- en las que la presencia militar egipcia disminuye en función de su proximidad de la única frontera israelí reconocida internacionalmente.

Todos los aeropuertos de la península sólo podrán ser utilizados por Egipto para fines civiles.

Claro está que, en contra de lo ocurrido en la última guerra árabe-israelí, en 1973, Egipto no necesita ya colocar puentes flotantes sobre el canal de Suez para enviar esfuerzos militares al Sinaí.

Despliegue en el Neguev

La zona desmilitarizada israelí sólo tiene, en cambio, una profundidad de tres kilómetros a lo largo de los 240 de la frontera egipcio-israelí, con la salvedad de Eilat, donde Israel podrá contar con un máximo de 4.000 soldados. Su marina de guerra estará autorizada a seguir patrullando en el mar Rojo, y su aviación a sobrevolar el golfo de Aqaba. Ambas podrán prevenir e impedir un eventual bloqueo de Eilat.

En cuanto a la profundidad estratégica perdida, el redespliegue de Tsahal, en la región semidesértica del Neguev, le resta mucha importancia. Allí, en el sur de Israel, han sido construidos, mediante una financiación norteamericana de 3.000 millones de dólares (315.000 millones de pesetas), 400 kilómetros de carreteras, tres modernos aeropuertos militares -Ouvda, Ramon y Ramat Matred- y una sofisticada red de telecomunicaciones.

Para quien ponga aún en tela de juicio la superioridad militar de Israel, con o sin el Sinaí, cabe recordar que un reciente estudio del Pentágono, divulgado por el Departamento de Estado, asegura que el Estado hebreo está en condiciones de derrotar en los próximos años a cualquier combinación militar de los ejércitos árabes.

El ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, no parece tampoco dudar de la ventaja militar hebrea cuando amenazó recientemente con volver a invadir en 24 horas el Sinaí si Egipto violaba el tratado de Camp David.

Proyectos egipcios

El régimen egipcio del presidente Hosni Mubarak tiene grandes proyectos para el Sinaí, empezando por el de poblar la península y dificultar así las rápidas incursiones enemigas a través del desierto, como las realizadas por Israel en 1956 y 1967.

En El Cairo se evocan nuevamente ahora las cifras proporcionadas por el asesinado presidente Anuar el Sadat en la euforia de las primeras victorias militares de la guerra de octubre de 1973. La propaganda belicista enardecía a las masas con el espejismo de convertir en tierras de cultivo 400.000 hectáreas de desierto e instalar en la península, antes del año 2000, a tres millones de inmigrantes, una población 16,5 veces superior a sus 180.000 habitantes actuales.

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