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Entrevista:

Propaganda 2 es una secta de poder, no una auténtica logia masónica, según Ennio Batelli

Juan Arias

Ennio Batelli, general jubilado de aviación, es el gran maestro de la organización masona más importante de Italia: el Gran Oriente. Cuenta con 526 logias, con un total de 20.000 afiliados. A esta organización pertenece la controvertida Logia Propaganda 2 (P-2), de Licio Gelli. El corresponsal de EL PAÍS en Roma ha entrevistado al gran maestro Ennio Batelli en su despacho de la capital italiana, en Palazzo Giustiniani, a dos pasos del Senado. Quiso estar presente también en la entrevista el secretario de la organización, Spartaco Mennini, que también intervino en la conversación.

Pregunta. La organización Propaganda 2 (P-2), ¿era una auténtica logia masona?Respuesta. No, no lo era, ni podía serlo, dado que los hermanos no se conocían entre ellos ni se frecuentaban. Era sólo una secta de poder.

P. Pero todos estas 962 personas que figuran en la lista negra de Gelli, ¿no dudaron nunca de que se habían adherido a la masonería verdadera?

R. No, nunca tuvieron dudas, porque les fue siempre presentada como una logia masona. Y puesto que se trataba de personajes muy importantes, se les pedía que no lo dijeran a nadie, ni siquiera a nosotros, que somos el centro de la masonería oficial italiana.

La razón es que, incluso hoy, en Italia -que ha sido un país muy clerical-, ser masón es, por lo menos, algo que despierta sospechas. Nosotros fuimos abolidos por el fascismo y excomulgados por la Iglesia. Y todo esto ha dejado huella. Gelli se sirvió de esto para pedir un gran secreto a los afiliados a su organización.

P. Pero desde hace cinco años se rumoreaba en Italia, y lo había escrito la Prensa, que alrededor de Gelli el juego no era limpio. ¿Es posible que ustedes, el Gran Oriente, bajo cuya dependencia estaba el venerable maestro Gelli, no estuviesen enterados de todo lo que pasaba?

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R. Claro que no estábamos a ciegas sobre este hecho. Y por eso la logia Propaganda 2 (P-2) fue suspendida el 27 de julio de 1976.

P. Pero ustedes nunca expulsaron a Gelli de la masonería.

R. Gelli está aún bajo proceso masón por sus irregularidades internas. Por lo que se refiere a las otras acusaciones, nosotros no podíamos ser más severos que los jueces, los cuales habían investigado varias veces sobre su conducta y nunca consiguieron probar nada.

P. Ahora que ha estallado el escándalo, ¿quién piensa usted que ha podido tener interés en crear este polvorín?

R. Aquí hay una cosa curiosa. Primero, el secretario general de la Democracia Cristiana habla de un compló internacional de la masonería contra su partido; en seguida, el cardenal Sepper, prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), recuerda que la ex comunión de la masonería es aún válida, y por fin la Magistratura, que nunca había encontrado nada a Gelli, descubre el gran escándalo. Yo no puedo decir a quien puede servir todo esto. Puedo decirle sólo que en base a la lista encontrada a Gelli, que presenta toda una serie de irregularidades, Italia en este momento se encuentra decapitada: sin el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, sin los jefes de los servicios de información, sin los responsables de todos los grandes bancos, sin los altos cargos de Carabineros y Guardia de Finanzas, los miembros del Parlamento se miran con sospecha por temor a tratar con un miembro de la P-2, etcétera.

Ahora bien, si el objetivo de las Brigadas Rojas era de desestabilizar el Estado, lo que no han conseguido los terroristas lo está consiguiendo la lista de Gelli. Y lo curioso es que un hombre sobre el que recaen mil acusaciones graves y al que todos presentan como a un estafador se convierte de repente en el personaje más creíble de todo el país. Se le cree más a él que a un general, por ejemplo, que ha dedicado toda su vida a servir al país. Y ni siquiera se cree a quienes confiesan que habían entrado ingenuamente o engañados, creyendo que se trataba de una verdadera logia masónica.

P. Pero ¿cómo explica usted que no se haya dejado engañar por Gelli, por ejemplo, ningún comunista, ningún radical, ningún sindicalista, ninguno de los partidos de la nueva izquierda?

R. En realidad es algo que ha sorprendido a todos. El primer asombrado fui yo mismo, que he sido acusado de haber insinuado que faltaban en la lista todos los hombres de un cierto coloi, y esto a pesar de que se sabe que Gelli ha tenido durante mucho tiempo actividades comerciales con el este comunista: exportaba e importaba, por ejemplo, vestidos a Rumanía. Ahora bien, ¿es posible comerciar con esos países, que son de una severidad enorme, con una burocracia infinita, sin que aparezca en la lista ni siquiera el nombre de un burócrata del partido comunista?

P. Se dice que a la masonería del Gran Oriente ha llegado también el dinero de Fiat. ¿Es cierto?

R. Aquí llega poco dinero. De Fiat no he visto nunca nada. Es posible que, como Fiat tiene coches muy veloces, hayan pasado sin que nos diésemos cuenta.

P. ¿Cómo explica que en la lista de Gelli no haya ningún español?

R. Probablemente porque no le interesaba España.

P. ¿Cómo se comportó Franco con la masonería?

R. Franco disolvió la masonería y permitió el Opus Dei.

P. ¿Piensa que este asunto de Propaganda 2 tendrá en un futuro inmediato un nuevo desarrollo?

R. Es posible. Pero en realidad no es necesario. Han conseguido ya criminalizar a todos los de la lista Gelli y, a través de ella, a toda la masonería, la cual, a su vez, no puede defenderse, porque signifiicaría defender a Gelli que es indefendible, por lo menos en el plano jurídico. Se les ha regalado a ciertos partidos que han salido limpios el derecho de juzgar a todos los otros y de dar el certificado de limpieza y de democracia a quienes ellos quieren. Antes se consideraba democrático sólo a quien militaba en la izquierda. Todos los demás no eran democráticos, eran reaccionarios y hasta fascistas. Ahora lo que va a ocurrir es que los comunistas serán los encargados de dar certificados para la dignidad o indignidad en los cargos públicos, basándose en la lejanía o cercanía a los masones.

P. Pero ¿cómo es que no habían previsto que un personaje como Gelli podía salpicar a toda la masonería italiana?

R. Ahora todos dicen que Gelli era un sinvergüenza, pero en realidad los grandes personajes que fueron captados para su organización no encontraron a Gelli a orillas del río, en paseos bucólicos. Lo encontraban en las embajadas, en los salones de alta aristocracia, en las grandes ceremonias.

P. Usted, que habrá conocido muy bien al hermano Gelli, ya que dependía del Gran Oriente, cómo ve en realidad a este personaje?

R. Yo le conocía muy poco. Le vi sólo tres o cuatro veces y siempre para reprocharle que fuera objeto de tantas campañas escandalosas en la Prensa. Le pedí que trajera a sus afiliados a la central de la masonería, el Gran Oriente, para evitar a ciertos personajes consecuencias desagradables, fáciImente imaginables. Ahora todos dicen que era un espía de los países del Este. Cuando yo lo insinué por primera vez en una entrevista en la televisión, fui insultado y citado a testimoniar ante los jueces.

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