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Indígenas bajo el fuego cruzado

Una comunidad de indios colombianos sufre las consecuencias de una operación del Ejército contra la guerrilla, que se ha hecho fuerte en la región

Los estudiantes de varias escuelas rurales de Toribio, población en las montañas del norte de Cauca, al sur de Colombia, no van a clase desde ayer. Esto se debe a una medida preventiva adoptada por los nasa, la más numerosa y mejor organizada comunidad indígena, dueña de esas empinadas tierras, para evitar que los pequeños resulten heridos en medio de los combates que desde hace días libran en la zona el Ejército y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más antigua del continente.

Hasta ahora, cuatro civiles han muerto y al menos 15 han resultado heridos, entre ellos tres menores de edad. Patricia Noscue, de 20 años, fue una de las víctimas. Murió el jueves pasado, cuando recogía café y fue alcanzada por las balas. Pertenecía a la guardia indígena nasa, que defiende con bastones su autonomía, su territorio y su pensamiento. Se han enfrentado a las FARC y también a los narcotraficantes que han establecido en la región laboratorios para procesar alcaloides.

Ayer permanecían refugiadas en una escuela rural más de 200 personas de una aldea de Caloto. Temen regresar a sus casas. "El riesgo persiste; sigue la presencia de los grupos armados y cada vez son más numerosos", explicó a este periódico el líder indígena Marcos Cuetia.

A última hora de ayer se esperaba una reunión de los gobernadores de los 18 cabildos del norte de Cauca con los mandos militares. "Vamos a pedir que se respeten los derechos humanos, que se respete el derecho internacional humanitario... Vamos a pedir que se respete nuestra autonomía y que no se involucre a la población civil en el conflicto", adelantó Cuetia.

La región, encaramada en la Cordillera Central, es estratégica. Colinda con el sur de Huila y Tolima, donde hay una fuerte presencia guerrillera. Allí tiene su refugio el máximo jefe de las FARC, Alfonso Cano. Y allí se ha desatado desde hace días una dura ofensiva para acorralarlo: más de 7.000 hombres iniciaron ayer un operativo en esa zona para neutralizar posibles atentados en esta antesala de las presidenciales, que se celebrarán el 30 de mayo.

El norte de Cauca careció durante años de fuerza pública. Desde hace siete, empezaron a llegar agentes de policía a los cascos urbanos; más tarde se creó allí un puesto de alta montaña del Ejército. Desde entonces, han sido constantes los enfrentamientos, las tomas de poblaciones y los hostigamientos. Las FARC atacaron con explosivos el centro de Toribio la semana pasada y causaron daños en 15 edificios, después de sufrir durante más de una hora una lluvia de balas.

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El general Óscar Naranjo, director de la policía, asegura que en la zona existe un "plan pistola" orquestado por la guerrilla para atacar a sus agentes. Mientras, el Ejército ha anunciado que mantendrá la ofensiva. Es absolutamente necesario, dice, bloquear este corredor de abastecimiento de víveres y explosivos de las FARC.

Pero en medio queda el sufrimiento de la población civil, que se siente sola. Por eso, estudia convocar a las comunidades indígenas de todo el país para que le sirvan de escudo.

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