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Indignación en Rusia por la muerte de un periodista tras ser apaleado por la policía

El reportero fue violado con el palo de una escoba en un centro de detención

Pilar Bonet

La muerte de Konstantin Popov, un periodista de 47 años víctima del sadismo de un policía en la ciudad siberiana de Tomsk, ha provocado una oleada de repulsa en Rusia y ha vuelto a poner de manifiesto la urgente necesidad de una reforma a fondo del Ministerio del Interior y de sus criterios de selección de personal.

El 4 de enero, cuando Rusia estaba en plenas vacaciones de Año Nuevo y Navidad Ortodoxa, Popov fue conducido en estado de embriaguez desde su casa a un vytrezvítel (centro de internamiento temporal), donde le inyectaron un tranquilizante que lo dejó semiinconsciente. En ese estado de indefensión, fue salvajemente maltratado y, según se desprende de las descripciones fragmentarias de los medios de comunicación, fue violado con el palo de una escoba, a consecuencia de lo cual sufrió daños en la vejiga y en los intestinos. Popov murió el 20 de enero tras ser operado y sin salir del coma en el que había caído. Ayer fue enterrado en Tomsk, donde la Unión de Periodistas pide el cese del responsable local del Ministerio del Interior. Tres altos mandos policiales de la ciudad han perdido su puesto y ha sido detenido el presunto culpable, Alekséi Mitáev, un sargento de 26 años con problemas familiares. El gobernador de la región, Víctor Kress, ha dicho que el caso no quedará impune y que debe servir para realizar una purga en las filas del Ministerio del Interior. El vytrezvítel de Tomsk ha sido clausurado.

Víctima de la arbitrariedad policial ha sido también Andréi Stenin, de la agencia Ría-Novosti, detenido el 12 de diciembre mientras cubría una manifestación ilegal. Pese a la acreditación profesional y el testimonio de sus jefes, el periodista ha sido juzgado y castigado con una multa por "participar en una manifestación ilegal". Numerosos directores de medios de comunicación, incluida la agencia estatal Itar-Tass, y varios canales de televisión han dirigido una carta abierta al ministro del Interior, Rashid Nurgalíev, en la que aseguran que el fotógrafo fue juzgado sobre la base de "testimonios falsos" dados por los agentes.

Un 73% de los rusos no se consideran a salvo de la arbitrariedad policial y "sienten cierta inquietud cuando ven a un policía", según Lev Gudkov, director del centro Levada. La brutalidad policial se puso de manifiesto en abril de 2009 cuando el mayor Denis Yevsyukov, responsable policial de un barrio de Moscú, entró borracho y pegando tiros en un supermercado y asesinó a dos personas, además de herir a otras 20.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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