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Reportaje:El conflicto de Oriente Próximo

Israel y Hamás pactan una tregua

Gaza verá aliviado su bloqueo económico, pero el acuerdo no afecta a Cisjordania

Precario y a expensas de un sinfín de avatares siempre indescifrables en Oriente Próximo, Israel y Hamás han alcanzado un pacto para un cese total de hostilidades durante seis meses, que empieza a las 6.00 de mañana, jueves. Sin conocerse a fondo los detalles -no se ha firmado documento alguno entre las dos partes-, el acuerdo, forjado por mediadores egipcios, establece la reapertura gradual de los cruces fronterizos entre Israel y la franja de Gaza, lo que permitirá un alivio al bloqueo económico que padece el territorio desde junio de 2007. Las partes se comprometen a abordar más adelante la apertura del paso fronterizo de Rafah, única vía por la que los palestinos de Gaza viajan al exterior, y el intercambio de prisioneros por el soldado israelí Gilad Shalit, cautivo desde hace dos años en manos de Hamás.

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Los ataques del Ejército israelí contra Gaza -que han costado centenares de muertos palestinos en los últimos 12 meses, la mayoría civiles- y el lanzamiento de cohetes contra territorio del sur de Israel, que han matado a cuatro personas, cesarán. "Ambas partes se han comprometido a detener todas las hostilidades y las actividades militares", afirmó escuetamente el portavoz del Ministerio de Exteriores egipcio, Hussam Kaki. "Si Hamás mantiene el alto el fuego, podremos entregar más bienes y suministros", dijo un alto funcionario hebreo. "Importantes no son las palabras sino las acciones", añadió Mark Regev, portavoz de la Oficina del Primer Ministro. Karni y Sufa, las terminales fronterizas por las que transitan las mercancías entre Israel y Gaza, comenzarán a funcionar de nuevo tras un año casi paralizadas. En todo caso, Israel guarda la llave.

Año y medio llevaba el Gobierno israelí amenazando con una invasión terrestre y la reocupación militar de la franja. El riesgo de padecer decenas de víctimas mortales, sin embargo, ha frenado al Ejecutivo. Porque todos los analistas militares se preguntaban: "¿Y después, qué? ¿Cómo impedimos que nada más salir no se vuelvan a lanzar cohetes?".

Ha tenido que ceder el Ejecutivo de Ehud Olmert, siempre insistente en su rechazo frontal a la negociación con el movimiento fundamentalista, al que califica de "terrorista". Aunque sea a través de la mediación egipcia, ha negociado. Y otorgado a Hamás la legitimidad que persigue desde que venciera en las elecciones legislativas de 2006.

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Las ventajas para Olmert, asediado por un escándalo de corrupción que puede arruinar su carrera política, son evidentes. Logra que el sur de Israel, en cuyas comunidades agrícolas se acusaba al Ejecutivo de haberlas abandonado a su suerte, goce de tranquilidad desde mañana. Satisface también las demandas de EE UU y la Unión Europea, que con creciente vigor venían expresando su rechazo a un bloqueo que castigaba indiscriminadamente al millón y medio de residentes de Gaza y que no producía los frutos deseados: el derrocamiento del Gobierno islamista. Y consigue también -sin este compromiso no se explicaría que Tel Aviv haya aceptado la tregua- que el régimen egipcio ponga toda la carne en el asador para frenar el tráfico de armas por los túneles que atraviesan el corredor Filadelfi, la frontera de 14 kilómetros que separa Gaza de Egipto.

Hamás, por necesidad y pragmatismo, también ha reculado. Si hace sólo unos meses, los líderes islamistas juraban que el alto el fuego debía aplicarse tanto a Gaza como a Cisjordania, ahora han aceptado que entre en vigor sólo en la franja. Es una renuncia crucial. Pero que tiene también sus contrapartidas. Un año y tres días después de que la organización fundamentalista se hiciera con el poder en el territorio mediterráneo, ha conseguido romper el brutal bloqueo económico que ha devastado su economía.

Los palestinos observan cómo el movimiento islamista, aunque sea a paso de tortuga, cumple sus promesas y cómo el presidente Mahmud Abbas fracasa en las negociaciones que sostiene con Israel. No saldrá bien parado Abbas a ojos de su pueblo, ansioso por una reconciliación entre Hamás y Al Fatah. No podrán dejar de pensar que mientras Israel negociaba con Hamás, el mandatario rechazaba dialogar con sus "hermanos palestinos".

Con todo, no conviene lanzar las campanas al vuelo. La tregua es frágil. El Ejército israelí aseguró ayer que no detendrá sus preparativos para una operación terrestre. Sin ir más lejos, horas antes de que se anunciara el alto el fuego, la aviación mató a seis milicianos de la Yihad Islámica y del Ejército del Islam, dos de los grupos que participaron en la captura, hace dos años, del soldado judío Gilad Shalit.

Velatorio de un militante del movimiento Yihad Islámica muerto ayer en un ataque israelí en la franja de Gaza.
Velatorio de un militante del movimiento Yihad Islámica muerto ayer en un ataque israelí en la franja de Gaza.AFP

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