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El jefe de la CIA en Argelia, acusado de violación

El Departamento de Estado investiga las denuncias de dos mujeres que aseguran que el agente las drogó para mantener relaciones sexuales

El departamento de Justicia de EE UU ha abierto una investigación al jefe de la CIA en Argelia por su presunta implicación en dos casos de violación contra dos mujeres musulmanas. Según la denuncia de estas mujeres, el agente, identificado como Andrew Warren, vertió algún tipo de droga en sus bebidas que las sumió en la inconscencia, según ha informado la cadena estadounidense de televisión ABC citando fuentes judiciales.

Un investigador del Servicio de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado ha solicitado una orden de registro de una habitación de hotel en la que quiere hallar pruebas de la implicación de Warren en el caso. Según las fuentes que cita la cadena estadounidense, Warren, de 41 años, convertido al Islam, recibió en octubre la orden de volver a EE UU por parte del embajador estadounidense en Argelia, David Pearce, después de recibir las denuncias de violación en septiembre. Aunque la CIA no ha confirmado el caso, el Departamento de Estado sí lo ha hecho, diciendo que "el individuo en cuestión ha vuelto a Washiongton y el Gobierno está investigando el asunto".

Al parecer, según las denuncias que constan en la orden de registro, las violaciones se produjeron en la residencia de Warren en Argel. La primera sostiene que la violación se produjo en septiembre de 2007, cuando la mujer fue invitada por personal de la Embajada a una fiesta celebrada en la residencia de Warren. Según el relato de esa primera mujer, Warren le preparó un combinado de whisky con cola que le provocó un "violento acceso de náusea", por lo que Warren le aconsejó que pasara la noche en la casa. Al despertar, se encontró "tumbada en una cama, completamente desnuda, sin acordarse de cómo se había desnudado". Se dio cuenta también de que había practicado sexo "recientemente, aunque no tenía recuerdo de haber tenido ningún encuentro sexual".

La segunda mujer cuenta una historia muy parecida: Tras haber conocido a Waren en la Embajada, él la invitó a "conocer su casa", donde le ofreció un martín "fuera de su vista". Se sintió mareada y fue al baño, donde quedó en un estado en el que "podía ver y oír, pero no podía moverse". Entonces, Warren comenzó a desnudarla, diciéndole que "se sentiría mejor con un baño". Recuerda después estar en la cama de Warren y pedirle que se detuviese, a lo que él contestó que "nadie se tumba en mis lujosas sábanas con la ropa puesta". Alternando estados de consciencia e inconsciencia, dice la mujer recordar que Warren "la penetró".

Interrogado por el Servicio de Seguridad Diplomática, Warren sostuvo que se trataba de encuentros sexuales consentidos. Admitió que tenía fotos de las dos mujeres en su ordenador portátil pero no permitió que fuera analizado. En un registro en su residencia, los investigadores encontraron Valium, Xanax (un ansiolítico) y un manual sobre la investigación de casos de abuso sexual.

Las dos mujeres han prestado declaración ante fiscales estadounidenses enviados a Argelia, según las fuentes de ABC, que añaden que un juez de Washington DC ha autorizado el registro de la residencia de Warren, donde se han encontrado vídeos del agente manteniendo relaciones sexuales. Las fuentes dicen que en uno de ellos se puede ver a una de las víctimas en "estado de semiinconsciencia".

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Un espía con vocación de novelista

IGNACIO CEMBRERO, Madrid

John le Carré o Graham Green fueron primero espías y después novelistas, pero Andrew Warren, el director de la CIA en Argelia destituido por la presunta violación de mujeres argelinas, tuvo una vocación precoz. Escribió su primera novela antes de incorporarse a la célebre agencia estadounidense. The People of the Veil (Las gentes del velo) fue publicada por la editorial Publish America en 2002, cuando el autor tenía 35 años. Aún no había sido enviado a Argelia, pero en ese país magrebí, que acababa de salir de una guerra civil larvada que se cobró 200.000 muertos, se desarrollaba la novela de Warren.

El protagonista era el cónsul estadounidense en Argel, Nick Phillips, que se queda al frente de la embajada cuando el país está sumido en una revolución islámica. Sami, un amigo policía argelino, le advierte de que está en preparación un ataque terrorista contra el recinto diplomático y todos los estadounidenses residentes en el país por parte de Abu Fahad, un temible islamista que ya asesinó al primer ministro, a varios ministros y a la familia acomodada de la novia argelina del cónsul.

Éste tendrá una conversación mano a mano con el jefe terrorista y después dará la orden de evacuar la embajada y emprenderá la huida con Sami y su novia perseguida por las hordas de Abu Fahad en una ciudad en la que se multiplican los atentados. "Un experto en Oriente Próximo teje una historia electrizante sacada de los titulares de la prensa de estos días", escribió hace seis años The New York Amsterdam News.

Warren era ya un experto en Oriente Próximo. Primero por los estudios de historia de la región y de lengua árabe que cursó en la Universidad de Indiana. Después por su estancia en Kuwait como diplomático estadounidense. Y había sido también un poco espía de despacho, de los que analizan el material recopilado por el potente servicio de escuchas de la National Security Agency para la que trabajó brevemente en los noventa.

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