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Israel se siente bajo asedio

El Gobierno de Netanyahu, cada vez más aislado en la región, reacciona al desafío palestino reforzando el despliegue en Cisjordania y los controles fronterizos

Enric González

Israel se siente bajo asedio. Tenía embajadores en Turquía, Egipto y Jordania, y los tres han sido repatriados. Ha vuelto a sufrir ataques terroristas. El país se dispone a vivir literalmente intramuros, con una muralla en Cisjordania, otra en Gaza y una tercera, aún en construcción, en la frontera egipcia. Ahora, a causa del recurso de la Autoridad Palestina a la ONU, teme que los territorios que ocupa desde 1967 se inflamen de nuevo. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha incrementado las fuerzas de ocupación con 1.500 soldados adicionales.

El control fronterizo de Kalandia, entre Jerusalén y Ramala (capital administrativa de la Autoridad Palestina), fue cerrado ayer por la mañana sin previo aviso. Poco después, cientos de manifestantes palestinos e israelíes se concentraron junto al puesto de control para reclamar la independencia de Palestina. Fue una manifestación pacífica, compuesta mayoritariamente por mujeres. A final, unas decenas de jóvenes lanzaron cócteles molotov y piedras contra los soldados, que tenían instrucciones de no usar la violencia, e incendiaron neumáticos. La algarada concluyó sin heridos.

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Lo más preocupante no ocurre en la frontera, sino en el interior de Cisjordania, donde, contando con Jerusalén oriental, viven unos 500.000 colonos israelíes. Los colonos disponen de sus propios servicios de seguridad y de armamento, además de protección militar, y en las últimas semanas han recibido material antidisturbios como gases lacrimógenos y granadas de sonido para protegerse frente a hipotéticos asaltos por parte de la población palestina.

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Hasta ahora, sin embargo, las agresiones han procedido de los colonos. Tres mezquitas han sido incendiadas en las últimas semanas en el norte de Cisjordania. El pasado día 9, grupos de colonos entraron en Birzeit, junto a Ramala, y realizaron abundantes pintadas con frases como "Muerte a los árabes" y "Mahoma cerdo" en la universidad, el mayor centro educativo en los territorios ocupados. El viernes una docena de colonos aparecieron en la localidad palestina de Kusra, cerca de Nablús para, según dijeron, "dar un paseo". Un grupo de residentes les cerró el paso y se produjo un forcejeo colectivo en el que un colono sufrió una herida leve de arma blanca; el colono sacó una pistola y disparó a su agresor en una pierna.

Los dirigentes de los colonos han advertido que replicarán a cualquier manifestación palestina. La Liga de Defensa Judía, una organización francesa considerada terrorista en Estados Unidos y en Israel, tiene previsto enviar a unos 50 miembros con amplia formación militar a los territorios ocupados para "ayudar en la defensa si los árabes atacan".

Los colonos se sienten especialmente amenazados por el recurso palestino a la ONU. Su situación ya es considerada ilegal por la Corte Internacional de Justicia y por todos los Gobiernos del mundo, salvo el israelí; en ese sentido, el hipotético reconocimiento de Palestina como Estado soberano por parte de la ONU no supondría un cambio. Israel, además, no reconoce a la Corte Internacional de Justicia ni a ningún otro ente judicial supranacional. Bastantes colonos, sin embargo, proceden de Estados Unidos y viajan allí con cierta frecuencia. Si Palestina, como miembro o Estado observador en la ONU, pudiera presentar denuncias ante la justicia internacional, esos colonos deberían dejar de viajar, por el riesgo a encontrarse con una orden de detención inesperada en algún aeropuerto.

Los colonos son votantes de la coalición de Benjamín Netanyahu. El primer ministro les protege y ha preferido enfrentarse al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, antes que paralizar la construcción de nuevas colonias y la expansión israelí en los territorios ocupados. Como Netanyahu, confían en la táctica de atrincherarse hasta que lleguen tiempos mejores.

A Netanyahu, por el momento, lo de atrincherarse no le ha dado buenos resultados. El statu quo de Oriente Próximo, en el que el primer ministro israelí se sentía muy cómodo, se ha ido por el desagüe de la historia. Netanyahu intentó que la comunidad internacional respaldara al presidente egipcio Hosni Mubarak, y solo consiguió enajenarse aún más a la opinión pública egipcia. Midió mal las ambiciones regionales de Turquía, un aliado estratégico fundamental con el que las relaciones se han vuelto pésimas. Incluso un rey conservador y de la "vieja guardia" como Abdulá II de Jordania está distanciándose de Israel, en especial después de que el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí desempolvara el viejo proyecto de empujar a los palestinos hacia el otro lado del Jordán.

Turquía expulsó al embajador israelí en Ankara. El embajador israelí en Egipto tuvo que ser repatriado mientras decenas de manifestantes furiosos asaltaban su embajada. El embajador israelí en Jordania fue repatriado cautelarmente el miércoles, por temor a que ocurriera en Ammán algo parecido a lo ocurrido en El Cairo. La inestabilidad política egipcia favorece los movimientos de grupos armados procedentes de Gaza por el Sinaí e incrementa el riesgo de nuevos atentados como los registrados en agosto cerca de Eilat.

Israel está aislado y bajo amenaza. Antes que renunciar a la colonización de los territorios palestinos y buscar la confianza de sus vecinos, ha optado por amurallarse.

Una palestina habla con un soldado israelí en una manifestación en un control entre Ramala y Jerusalén.
Una palestina habla con un soldado israelí en una manifestación en un control entre Ramala y Jerusalén.AP

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