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Elecciones en Israel

Israel se vuelca a la derecha

A tres días de los comicios, el bloque del Likud y los partidos políticos religiosos y xenófobos cobran fuerza

El legendario ministro israelí de Exteriores Abba Eban decía que en los países democráticos los resultados electorales sólo se conocen después de las elecciones. Y el diplomático Herzl Inbar, ex embajador en España, apostilla: "Y en Israel tampoco se conocen después". Los comicios que se celebrarán el martes depararán un Parlamento muy atomizado que hará posible varias coaliciones. Aunque una nota distintiva de la Cámara se atisba cierta: el electorado se decanta en masa hacia la derecha, y ello convierte al líder del Likud, Benjamín Netanyahu, en el más apto para formar un Gobierno que abordará una agenda plagada de retos.

La anodina campaña electoral se calienta en los últimos días sólo porque la diferencia entre el Likud y Kadima, el partido de la jefa de la diplomacia, Tzipi Livni, mengua al compás del auge de Yisrael Beiteinu, el partido xenófobo de Avigdor Lieberman, que se acerca a los 20 escaños en los sondeos.

Los pronósticos sitúan al Likud a la cabeza, pero la ventaja de media docena de asientos que disfrutaba hace sólo una semana se reduce ahora a dos o tres. Y el voto del 20% de indecisos -mucha gente se tapa la nariz cuando se les pregunta a quién votarán- puede todavía provocar sorpresas. Las encuestas señalan que ninguno de los grupos logrará más de 30 escaños en un Legislativo de 120. Así las cosas, lo trascendente no será qué candidato cosecha más diputados en las elecciones del próximo martes, sino qué bloque obtiene más respaldo: el que aboga por continuar las negociaciones con la Autoridad Palestina -un asunto fantasma durante la campaña- o el que rechaza esta vía. Likud, Yisrael Beiteinu, los partidos que agrupan a los colonos y los ultraortodoxos del Shas y de la Unidad por la Torah y el Judaísmo forman el primer grupo. Superan los 65 escaños. Kadima, laboristas, el izquierdista Meretz y los partidos árabes, el segundo. Apenas rozan los 55.

Éste es el escollo que se antoja insalvable para Livni. Aunque su partido sea el más votado y el presidente, Simón Peres, le encargue formar Gobierno, es impensable que Livni busque el apoyo de los partidos árabes. De ahí que eluda todo ataque a Lieberman, al que podría necesitar como agua de mayo. Sin él, Kadima no gobernará. Y aun contando con su apoyo, la alianza resultaría de fragilidad extrema.

Netanyahu es consciente de la situación. Y pese a que Lieberman le roba electores a marchas forzadas, el aspirante del Likud le trata con exquisito mimo para aglutinar una mayoría de diputados que bloquee cualquier iniciativa de Livni.

Los analistas no recuerdan campaña más anodina, con menor celebración de mítines, dirigida en algunos casos a través de Internet, con numerosos actos en bares, y dominada por la guerra de Gaza, que ha nublado cualquier otro asunto económico y social. Incluso los abundantes casos de corrupción son notas a pie de página. La palabra clave es bitajón (seguridad, en hebreo). Y al respecto, todos batallan por cultivar la imagen de duro. Livni se postula como la impulsora del ataque a Gaza y advierte que, de alcanzar la jefatura del Ejecutivo, responderá inmediata y contundentemente a cualquier ataque desde la franja. El líder laborista, Ehud Barak, se define como el gran experto en materia de defensa. Netanyahu y Lieberman pueden prescindir de presentar credenciales. Sus propuestas para doblegar sin miramientos al enemigo palestino y árabe, y a desbaratar el programa nuclear de Irán, son de sobra conocidas.

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En todo caso, sea quien sea el sucesor de Ehud Olmert, sus amenazas de campaña serán atemperadas. En Washington, Barack Obama no parece tan predispuesto como George W. Bush a dar carta blanca a Israel.

Tzipi Livni (izquierda) baila con la cantante  Dana Internacional durante un acto de campaña.
Tzipi Livni (izquierda) baila con la cantante Dana Internacional durante un acto de campaña.AP

LOS CUATRO CANDIDATOS CON POSIBILIDADES

Benjamín Netanyahu

- La fuerza por bandera. Primer ministro entre 1996 y 1999, Benjamín Netanyahu (Tel Aviv, 1949) ha rescatado al Likud del abismo causado por la escisión de Kadima en 2005 y del batacazo electoral de 2006. Ex oficial de un cuerpo de élite del Ejército, y neoliberal en materia económica, blande la mano dura: "Fuerte en seguridad, fuerte en economía" es su lema de campaña. Es el favorito en los sondeos. Enterrados ya escándalos de corrupción que le acosaron la década pasada, aboga por un Gobierno de unidad tras las elecciones. ¿Para qué? Para "derribar al Gobierno de Hamás" en Gaza, para cumplir su promesa de que Irán no obtendrá armamento nuclear y eliminar toda posibilidad de fundar un Estado palestino. "No desmantelaré colonias en Cisjordania", ha asegurado tajante. Con semejante punto de partida, se auguran roces con la Administración de Obama.

Tzipi Livni

- Limpieza sin carisma. De estirpe familiar derechista a ultranza, ex agente del Mossad, licenciada en Derecho y jefa de la diplomacia, la presidenta de Kadima, Tzipi Livni (Tel Aviv, 1958), habla de que estas "elecciones versan sobre la paz", aunque ello no impidió que se presentara como la más firme defensora de la reciente guerra en Gaza. Al frente de las negociaciones con los palestinos, los asentamientos judíos nunca dejaron de ampliarse. Y si le mencionan el término retorno de refugiados salta como posesa. Eso sí, no tiene cadáveres en el armario de la corrupción. Lo demás son incógnitas. No ha dejado huella tras su paso por varios ministerios, y uno de sus cercanos colaboradores asegura: "Le cuesta muchísimo tomar decisiones". Carece del carisma de sus contrincantes, y es incapaz de elaborar un discurso sin caer en frases manidas.

Ehud Barak

- El veterano ex militar. Nacido en 1942 en un kibutz del centro de Israel, todavía bajo el mandato británico, Ehud Barak sabe que no repetirá como primer ministro. Su partido, el Laborista, afronta un declive de profundas raíces. El ex jefe del Estado Mayor del Ejército sólo aspira a conservar el cargo de titular de Defensa en un Gobierno de coalición.

El ámbito natural para un hombre que participó en operaciones -una vez disfrazado de mujer- para matar a dirigentes de la OLP y que ordenó la retirada de Líbano en 2000. Su experiencia como jefe de Gobierno (1999-2001) concluyó en rotundo fiasco. Pero Barak dejó una sentencia que la gran mayoría de líderes israelíes ha hecho suya: "No hay socio palestino para la paz", dijo tras fracasar las negociaciones de Camp David en 2001 y antes de amasar una fortuna en los negocios.

Avigdor Lieberman

- El racista de moda. Gorila de discoteca en su Kishiniev (Moldavia) natal y licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Hebrea de Jerusalén, Avigdor Lieberman es, a sus 50 años, candidato de Yisrael Beiteinu (Nuestra Casa Israel) y la estrella emergente. Su ascenso en las encuestas es fulgurante y todos los aspirantes le cortejan aparcando sus recelos con el eslogan racista de su campaña: "Sólo Lieberman entiende árabe". No en vano, sus seguidores jóvenes le reciben con el grito de "muerte a los árabes". Cosecha la mayor parte de sus simpatías en el electorado de origen ruso (más de un millón de personas). Desde la oposición ha pedido el uso del arma nuclear en Gaza, el bombardeo de Teherán y ha enviado "al infierno" al presidente egipcio, Hosni Mubarak. A los palestinos con ciudadanía israelí les advierte de que "ya se ocupará de ellos".

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