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EL PAPA, EN CUBA

Juan Pablo II pide a la patrona de Cuba que reconcilie a los cubanos separados por el exilio

A pocos kilómetros del santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, donde se celebró en 1898 el primer acto "de Cuba libre" y donde los próceres de la nación emergente pidieron a la patrona del país que apoyara la causa de la independencia, el Papa hizo ayer un llamamiento a la Virgen para que "reúna a sus híjos" a los cubanos del exilio y a sus hermanos que viven en esta hermosa tierra por medio de la reconciliación y la fraternidad". El Pontífice afirmó que la verdadera libertad incluye el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social".

ENVIADA ESPECIALLa coronación de la patrona era la tercera ceremonia religiosa celebrada por Karol Wejtyla desde su llegada a la isla. Un acto marcado por el patriotismo que encarna esta Virgen menuda -tan parecida a la de Czestochowa (patrona de Polonia)- en la que el Pontífice apeló sin subterfugios en diversos pasajes de su discurso de ayer a la libertad de expresión" y de asociación", "los derechos humanos", la "justicia social" y el "derecho de asociación". Juan Pablo II hizo votos a la Virgen para que reúna a todos los cubanos "por medio de la reconciliación y la fraternidad", alusión a los que piensan que el postcrastrismo puede estar marcado por enfrentamientos entre los cubanos de la isla y algunos de los que viven enel exilio.Rodeado por una multitud de unas 200.000 personas, según fuentes de la seguridad y protocolo, que aguantó estoica el calor asfixiante en la plaza de Antonio Maceo de Santiago de Cuba, la segunda ciudad del país, el Papa ofició la misa concelebrada en la que estuvo auxiliado por el arzobispo de la archidiócesis Pedro Meurice Estiu. Fue precisamente éste el que denunció en términos durísimos al régimen marxista-leninista cubano, al que culpó de haber creado un exilio interior, ya que, dijo, "un número creciente de cubanos ha confundido la patria con un partido".

En presencia de Raúl Castro, hermano de Fidel y primer vicepresidente, el arzobispo acusó al régimen de haber "empobrecido" a la Iglesia católica y afirmó que el pueblo "debe aprender a desmitificar a los falsos mesías". También hizo una llamada a la reconciliación entre los cubanos del exilio y los de la isla. "Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos ' los mares, seguimos buscando la unidad, que no será nunca fruto de la uniformidad". Las palabras del arzobispo fueron retransmitidas, como el resto d. e la ceremonia, por la radio y la televisión del país y causaron una gran conmoción.

También Juan Pablo II, al contrario que en los días precedentes, en los que había preferido echar mano de próceres de la patria o de fórmulas de camuflaje estilístico para hablar de democracia y libertad, fue directo a la hora de pedir más -espacio en la vida pública para la Iglesia y para los católicos cubanos, que tienen, dijo, "el deber y el derecho de participar en el debate público en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación".

Medios pacíficos

El Papa aclaró que esta tarea debe hacerse "por medios pacíficos y graduales". "De este modo, cadapersona, gozando de libertad de expresión" y de la "adecuada libertad de asociación, podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común". El Pontífice aludía quizás a. una vía de apertura, a una transición política en la que la verdadera libertad "incluye el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social".Para el Papa, "quien no ama a Dios no ama a la Patria". Palabras contundentes que resumían el contenido último de toda la exposición de Wojtyla: una petición inapelable al régimen castrista para que abra la mano con la Iglesia católica cubana que le permita tener acceso a los medios de comunicación y a través de ellos a toda la sociedad

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Para empezar, Wojtyla tranquilizó al Gobierno sobre el alcance último de las pretensiones eclesiásticas: "La Iglesia no busca ninguna forma de poder político para desarrollar su misión sólo pretende estar presente "para ser germen fecundo de bien común al hacerse presente en las estructuras sociales". El objetivo es uno: extender el mensaje de Cristo. Pero, para llevar a cabo esta tarea la Iglesia "necesita un espacio de libertad y los medios suficientes".

Medios que quizás está dispuesto a ofrecer Castro tras el acto del viernes en la Universidad de La Habana. Parece claro que esa reunión marca el comienzo de un deshielo con la Iglesia. Los aplausos dispensados al discurso del Papa y la inesperada llegada del propio Castro, así lo atestiguan.

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