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Elecciones en Afganistán

Kabul vence al terror por un día

Los constantes controles y las revisiones exhaustivas de personas y vehículos blindaron la capital afgana

Ramón Lobo

Después de tanta amenaza, resultó ser una guerra de propaganda. Los talibanes no pudieron atentar como prometieron en una ciudad que se había blindado desde la madrugada con miles de policías y soldados. En cada control comprobaban la identidad de los ocupantes de los vehículos y dependiendo de razones policiales, difíciles de comprender para un civil, a algunos coches les revisaban los maleteros, las guanteras y debajo de las alfombrillas.

"Si hubiesen desplegado esta seguridad en las últimas semanas no se habría producido el ataque contra el cuartel general de la OTAN en Kabul", dice una fuente occidental.

Otros recuerdan que la estrategia talibán excluye los atentados indiscriminados contra la población civil. No hay suicidas en mercados, paradas de autobús ni en grandes aglomeraciones, a diferencia de Irak.

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La orden superior es evitar las matanzas que levantaron a las tribus suníes contra Al Qaeda en Mesopotamia y facilitaron la estrategia del general estadounidense David Petraeus, bajo cuya responsabilidad se encuentra ahora también Afganistán.

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El objetivo de los talibanes era alejar a la población de las urnas y demostrar su fuerza. Los datos oficiales de la Comisión Electoral Independiente dirán si lo han logrado. La ex presidenta de la Media Luna Roja afgana, Fatima Gailani, que preside una asociación de defensa de la mujer, indica que sólo mediante la negociación "con los talibanes afganos" se podrá poner fin a la guerra.

"No me gusta que mi país esté ocupado por fuerzas extranjeras. Cuando escucho que el Gobierno alemán habla de quedarse cuatro años y el británico de 40, siento pena. Deben ser el pueblo y el Gobierno de Afganistán los que decidan sobre esa cuestión", indica la citada fuente. Son muchos afganos los que distinguen la existencia de dos tipos de talibanes, los nacionales y los paquistaníes. Sólo a los segundos se les percibe como enemigos.

Mohamed Zia, un tayiko que aún recuerda con terror el Gobierno talibán en Kabul, también cree que deberá producirse algún tipo de negociación para acabar la guerra. "El doctor Abdulá [el ex ministro de Exteriores que se ha convertido en el principal rival de Hamid Karzai] sería más adecuado para lograr ese acuerdo", dice sin explicar su afirmación.

Los pastunes del barrio de Chendawoc no creen en la negociación con un grupo insurgente que en su inmensa mayoría está compuesto por pastunes.

"Los americanos podrían acabar con la guerra en un día si quisieran, pero la prolongan para quedarse en Afganistán. (…) Dudo que los talibanes regresen algún día a Kabul. Para ser un buen musulmán no hay que comportarse como ellos. Es cierto que prohibieron el cine, la música y la televisión, pero fue sólo al principio, después se moderaron un poco. No sé si han aprendido algo", dice Mohamed Azim, quien se declara seguidor del Real Madrid.

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