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Elecciones en Kosovo

Kosovo planta cara a Belgrado y Moscú

El vencedor de los comicios, Hasmin Thaçi, aboga por la independencia inmediata

Ramón Lobo

El éxito del antiguo líder del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), Hasmin Thaçi, en las elecciones del sábado, ha desatado alegrías y temores. Sobre todo una cierta sensación de vértigo: ¿Ahora, qué? Mañana tendrá lugar en Bruselas una nueva ronda de negociaciones entre serbios y kosovares auspiciada por la comunidad internacional. Son los últimos días del plazo para arrancar un acuerdo que nadie cree posible. Si el 10 de diciembre no se ha alcanzado un compromiso, Kosovo, la todavía provincia serbia bajo administración de la ONU, declarará su independencia pese a la oposición de Belgrado y Moscú. Sólo falta decidir la forma con la que se va a envolver y la fecha. Thaçi quiere la separación "inmediata".

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La victoria del Partido Democrático de Kosovo de Thaçi, con el 32% de los votos, según datos provisionales no oficiales, no debe afectar al calendario. "Todo está pactado desde hace tiempo con EE UU y los países de la UE más favorables a la independencia. Esa declaración será entre el 15 de enero y el 15 de febrero, pero puede que se precipite el anuncio de la fecha", asegura una fuente internacional.

Tras el anuncio de los resultados oficiales, tal vez hoy, se abrirán las negociaciones para la formación de un gobierno de coalición de amplia base en el que estarán los derrotados de la Liga Democrática de Kosovo, el partido creado por Ibrahim Rugova, que apenas alcanza el 22%. La prensa, repleta de análisis (una de las profesiones de éxito en Kosovo junto a la de asesor), sostiene que en ese Ejecutivo entrarían la Alianza del Nuevo Kosovo, del magnate Bahgjet Pacollin, tercero con un 12% de los votos, y Veton Surroi, aunque su partido se enfrenta a la posibilidad de no alcanzar el 5%.

El objetivo de EE UU es que el nuevo Parlamento y el Gobierno estén en marcha antes del 10 de diciembre para evitar un vacío de poder. Francia y Alemania están trabajando en una propuesta de estatus final para Kosovo que se presentará al Consejo Europeo del 14 de diciembre. Después, se enviará una delegación a Belgrado y Pristina con una última oferta, si la hubiera. La capacidad de la UE de presentar un mensaje claro es una de las claves para evitar accidentes. Sobre esas fechas, el Gobierno serbio debe convocar unas elecciones que pueden aupar a los ultranacionalistas del Partido Radical a la presidencia y complicar el panorama durante años.

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"Tenemos a los expertos jurídicos retorciendo la resolución 1244 [de junio de 1999, que finalizó la guerra] para encontrar alguna grieta que permita justificar la independencia de Kosovo sin pasar de nuevo por el Consejo de Seguridad [donde Rusia ha anunciado su veto]", explica un diplomático europeo. "A la referencia a la integridad territorial de la antigua Yugoslavia está en el preámbulo, con menos valor jurídico. Además, esa entidad no existe desde la independencia de Montenegro", añade la misma fuente.

Mientras que se desarrollan los juegos de ingeniería política, la abstención serbia en las elecciones del sábado contiene una advertencia: Belgrado sigue siendo un actor esencial. En Mitrovica no votó casi nadie. De los 42.000 serbios censados en los tres municipios del norte sólo acudió a las urnas el 0,7%. Y en los enclaves del centro y sur de Kosovo, la participación rondó el 1%. La orden de Belgrado se ha cumplido. Funcionaron el convencimiento y las amenazas.

"Serbia puede responder a la independencia con la expulsión de los albaneses que viven en el valle de Presevo [sur de Serbia]. De la misma manera que Occidente retuerce la resolución 1244, Belgrado puede retorcer los Acuerdos de Dayton y romper Bosnia Herzegovina. La abstención militante del sábado es una demostración de fuerza", avisa otro diplomático occidental.

Thaçi, que ha calificado su victoria en las elecciones de Kosovo como "el comienzo de una nueva era", deberá medir sus pasos. Nadie cree que vaya a tomar decisiones sin el visto bueno de EE UU. "Serbios y kosovares están de acuerdo en la forma de la botella, en su color y en el contenido. El problema reside en el nombre que vamos a poner a la etiqueta, ¿autonomía o independencia? Parece absurdo, pero es el asunto esencial donde se concentran todas las emociones", afirma el diplomático.

Un instante en el recuento de papeletas en la Comisión central electoral, en el centro de Pristina.
Un instante en el recuento de papeletas en la Comisión central electoral, en el centro de Pristina.AFP

"Tenemos más preguntas que respuestas"

Film City es una ciudad de ordenadas filas de viviendas prefabricadas situada en un alto a las afueras de Pristina. En ella se pueden encontrar cines, restaurantes, tiendas, carros de combate, helicópteros... Es el cuartel general de la OTAN en Kosovo (KFOR), una fuerza de 16.000 soldados cuya misión es mantener la paz y la seguridad y que será decisiva en el caso de una declaración unilateral de independencia. Es la encargada de evitar incidentes interétnicos y, en el peor escenario, el estallido de una nueva guerra en los Balcanes.

Su máximo jefe, el teniente general francés Xavier de Marnhac, de 55 años, recibe a EL PAÍS en una sala presidida por un mapa de Kosovo en el que están señalados media docena de lugares potenciales de conflicto. "Tenemos más preguntas que respuestas sobre lo que puede pasar, pero estamos preparados", asegura. "Hemos aprendido de los acontecimientos de marzo de 2004", cuando la muerte de tres jóvenes albaneses provocó un estallido de violencia. Miles de manifestantes quemaron iglesias y monasterios ortodoxos y atacaron a civiles serbios en los enclaves del centro y sur de Kosovo. "En aquella ocasión, la mitad de la fuerza de KFOR se quedó en los cuarteles", explica el general. "Mis órdenes ahora son claras. En el caso de incidentes hay que desplegarse lo antes posible".

Al jefe máximo de KFOR no le preocupa la reciente aparición en los medios de comunicación de enmascarados armados del llamado Ejército Nacional Albanés y de paramilitares serbios de la llamada Guardia del Rey Lazar. "No son representativos. Lo que me inquieta es la escalada verbal. Uno dice que va a defender las fronteras de no sé qué y el otro se ve obligado a elevar la apuesta y decir algo más fuerte, y así se va creando un clima que puede llegar a ser peligroso. De todos modos, el mayor peligro que tenemos en Kosovo no son esos grupos radicales, ni el elevado número de armas en circulación; el gran riesgo es la grave situación económica y el desempleo masivo".

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