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LA GUERRA DE CHECHENIA

El Kremlin cierra Chechenia al escrutinio internacional

Moscú expulsa de la república separatista a la misión de la OSCE por desacuerdo con sus tareas de inspección

Rusia envió al mundo ayer el mensaje de que la guerra de Chechenia es un asunto interno con la expulsión de los inspectores europeos en la región separatista. Mientras el país se preparaba para la fiesta de Nochevieja, el Kremlin ordenaba a la misión de inspección de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) su salida de la república separatista por desacuerdo sobre sus tareas en esa región en guerra.

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El ministro de Exteriores, Igor Ivanov, explicó que la OSCE no hizo caso a las sugerencias sobre las labores de su misión en Chechenia y que no hubo acuerdo a la hora de valorar la situación en esta zona de conflicto. A cambio de renovar el mandato de la misión, que vence con las 12 campanadas, Moscú exigía que los inspectores "se dediquen sobre todo a coordinar la distribución de ayuda humanitaria entre la población y al retorno y alojamiento de personas desplazadas".

"Lamentablemente, no todos nuestros socios han sido capaces de valorar adecuadamente la situación y comprender la nueva realidad", dijo el jefe de la diplomacia del Kremlin, que presenta el conflicto checheno como un eslabón de la campaña antiterrorista internacional. Moscú considera las críticas de la OSCE por el excesivo uso de la fuerza militar y los graves abusos del Ejército contra civiles como injerencia en sus asuntos internos y "falta de comprensión" ante la importancia de su "operación antiterrorista".

Moscú descarta toda negociación

Rusia ya había dejado ver su descontento con la actividad de la OSCE en Chechenia, y este mismo mes la Cancillería advirtió a la organización de que abandonara sus intentos de mediar para un alto el fuego. Amparado en la campaña antiterrorista internacional, el Kremlin apostó por la fuerza militar como único recurso para acabar con la guerrilla chechena y descartó toda negociación con los separatistas.

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El punto de no retorno lo marcaron la toma en octubre de un teatro moscovita por un comando checheno y el atentado suicida de Grozni, en el que murieron al menos 83 personas en la sede del Gobierno leal a Moscú. El presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que nadie conseguirá "frustrar el proceso de arreglo", en alusión al plan de celebrar un referendo sobre la nueva Constitución de Chechenia, donde la guerra entró en su cuarto año, sin visos de solución.

Las esperanzas de Moscú de obtener carta blanca en Chechenia chocan con los escrúpulos de Occidente, solidario con Rusia en su tragedia, pero que insta al Kremlin a una solución "política". Los atentados "confirman que en Chechenia hacemos frente al terrorismo internacional", y ello requiere "revisar las tareas de la presencia internacional" en la región, sentenció la Cancillería rusa. La OSCE, principal estructura de seguridad europea que agrupa a 55 estados, tuvo un papel clave en la consecución de una tregua y un acuerdo que pusieron fin a la primera guerra chechena (1994-96). Pero Putin criticó con dureza aquel acuerdo de paz, humillante para Moscú.

El presidente Putin y su esposa Lyudmila, junto al patriarca ortodoxo Alexy II.
El presidente Putin y su esposa Lyudmila, junto al patriarca ortodoxo Alexy II.AP

La Justicia absuelve a un coronel de asesinato

En otro hecho simbólico, un tribunal militar eximió ayer de responsabilidad al coronel ruso Yuri Budánov por haber asesinado a una muchacha chechena, al decidir que en el momento del crimen sufría una "enajenación mental transitoria". El Tribunal de la región militar del Cáucaso Norte aceptó los resultados del tercer y último peritaje psiquiátrico a Budánov y sólo dictaminó su tratamiento forzoso en un sanatorio mental.

El veredicto, de hecho absolutorio, ha puesto fin a un proceso que ha despertado gran atención en la sociedad, pues Budánov es el oficial ruso de más alto rango procesado por un crimen de guerra cometido en Chechenia. A Budánov se le acusaba y estaba confeso de secuestro y homicidio de la joven Elsa Kungáyeva, de 18 años, habitante de la localidad de Tangui, en marzo de 2000.

La acusación civil intentó incorporar los cargos de violación y vejación del cadáver de Kungáyeva, pero fueron desestimados por la justicia militar por "falta de pruebas tangibles". La absolución de Budánov "desataría las manos a los militares, que sabrían que pueden secuestrar y matar a cualquiera, pues serán amnistiados", había advertido la organización internacional Human Rights Watch.

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